Huelva

Huelva Paranormal: Noche de miedo en un cementerio onubense

El cementerio de la Soledad en Huelva en una imagen de archivo.

El cementerio de la Soledad en Huelva en una imagen de archivo. / Alberto Domínguez

Los cementerios son lugares que generan mucha desazón, su evidente relación con la muerte se pone de manifiesto en sus calles con lápidas y monumentos funerarios que nos recuerdan el último lugar de descanso de una persona.

Pero también es cierto que en algunos casos el cementerio puede ser mucho más que un simple lugar de entierro. Así unos chicos deciden ir a investigar en uno de ello, en activo [cuya localización no me permiten facilitar] y donde, próximo a Huelva, los rumores indicaban que había actividad paranormal y que era un dato conocido en la localidad.

En la investigación previa fueron muchas personas las afirmaron haber visto fantasmas y haber experimentado extraños sucesos mientras visitaban el cementerio.

Una noche, un grupo de amigos decidió investigar esos relatos y testimonios, que les merecían todo crédito y se aventuraron a entrar al cementerio. Para cumplir con la tradición del “novato” lo hicieron después de la medianoche. Más que investigadores eran “curiosos” del misterio con afán de experimentar en sus propias carnes.

A medida que avanzaban por las tumbas comenzaron a sentir una sensación de frío, la termogénesis que les recorría la piel. Eligieron noche luna estaba llena para tener más luz pero también les jugaba malas pasadas pues lo que hacía era crear sombras que parecieran más oscuras y los sonidos, les daba la sensación, de ser más intensos.

Jorge, uno de los miembros del grupo, vio algo moviéndose en la distancia. Se acercaron con calma, pero a medida que se acercaban, notaron que había algo extraño en la forma en que se movía. Era como si flotara en el aire en lugar de caminar sobre el suelo. Cuando finalmente llegaron a donde estaba aquel ser notaron que “no tenía rostro y que levitaba, estaba flotando en el aire o, nosotros, no le podíamos ver los pies”.

¿Cómo era ese ser? -pregunté y ellos, aún asustados, me decía: “el fantasma era una mujer vestida con un vestido antiguo. Estaba allí flotando delante de la que creemos que es su tumba. Todos nos quedamos quietos y sin saber qué hacer, creo que el propio miedo nos tenía inmóviles”.

¿Pasó algo más? -dije, entendiendo que su visión ya era muy fuerte. Miguel, otro de los amigos, me dijo: “Entonces, la mujer se volvió y si de nuevo se giró y nos dio la cara, ya si le pudimos ver el rostro. Estábamos espantados”.

“Ángeles entró como en trance y nos dijo que la mujer había sido sepultada en el cementerio hace más de un siglo. Había muerto de una enfermedad y no pudo despedirse de un marido. Desde entonces, había estado vagando por el cementerio, buscando su amor perdido. No sabemos si es así o no, tenemos el nombre pero poco más”.

¿Qué pasó después? –volví a preguntar. “La mujer desapareció en la oscuridad. Nos quedamos allí impactados por lo que habíamos visto, desde entonces no hemos vuelto a salir de investigación ni nada” concluía.

Investigué los datos que me dieron y, ciertamente, coincidía con una mujer muerta víctima de una s fiebres pero poco más pude obtener de información y menos saber si tiene aún familiares vivos. Los chicos suelen ir al cementerio por si sienten la presencia de la mujer que les hizo vivir una experiencia tan aterradora como inolvidable.

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