Huelva

Gente inteligente: Refranes que nos dañan porque generan falsas expectativas

  • No todo lo que esperamos se cumple, y eso nos daña porque nos frustra, nos decepciona o nos deprime. ¿Qué pasa cuando la sabiduría popular nos engaña?

Gente inteligente: Refranes que nos dañan porque generan falsas expectativas

Las creencias sociales que compartimos, muchas veces en forma de dichos populares, son pequeñas trampas para nuestras expectativas que no siempre nos hacen bien. Esto quiere decir que hay pensamientos colectivos que están influyendo en lo que esperamos de las demás personas o de las situaciones. Muchísimas de esas creencias compartidas son ciertas, y una gran orientación que da la sabiduría popular, pero otras son directamente mentira, como ‘el dinero da la felicidad’. Luego hay otras muchas que merecerían al menos el beneficio de la duda o ser matizadas con cuidado, como ‘una amistad es para toda la vida’ o ‘quien bien te quiere te hará sufrir’.

El poder de sus pensamientos es indiscutible a la hora de influir su estado de ánimo y, de esa forma, en sus conductas y sobre todo en el resultado que obtiene usted con ellas. Pero también influye, y mucho, en las expectativas que se genera de sí mismo o de sí misma y de las demás personas o de las situaciones que vive.

De esto ya hemos hablado en estas entregas semanales de inteligencia emocional. Pero ocurre que además de los pensamientos propios -que son muchos y muy diversos-, están influyendo en sus expectativas y sus conductas también un tipo muy especial de pensamientos que son los compartidos, esos que le vienen dados por la cultura y la sociedad en la que vive.

Volvamos a notar el poder de las creencias sociales

Las creencias compartidas funcionan como un cemento social, y generan los sentimientos colectivos. Ese es su poder.

Una de las fuentes de la fuerza de nuestros pensamientos es el tiempo que los tenemos. De hecho, una suposición mantenida en el tiempo se convierte en una opinión, y una opinión mantenida en el tiempo puede llegar a rango de creencia, que es cuando ya no la ponemos en duda a no ser que nos paremos a revisarla.

Pues otra de las fuentes de la fuerza de los pensamientos es el número de personas que los comparten. Así hay algunos muy poderosos que se instalan en el acervo cultural en forma de refranes, dichos o frases maravillosas con las que saludar en WhatsApp cada noche o cada mañana. Las hay con autoría clara y las hay anónimas, y éstas últimas suelen ser incluso más peligrosas.

Imagine que una creencia suya es un folio que intenta usted mantener en equilibrio en su dedo índice. Es su creencia, su pensamiento, y de momento sólo la tiene usted. Notará que le resulta complicado mantenerla sobre su dedo, y que cualquier soplo de aire, o cualquier otra persona que no piense como usted, le puede derribar su creencia.

Ahora imagine que alguien, que está de acuerdo con su creencia, también coloca su dedo índice sosteniendo el folio. Ya es mucho más fácil mantenerlo en equilibrio. ¿Y si son tres dedos índices los que le dan sostén a esa creencia? ¿Y sin son diez dedos de diez personas? ¿Imagina a miles de personas sosteniendo una creencia? Será muy difícil tumbarla.

Algunos pensamientos colectivos que merece la pena revisar

Así que ahora, además de estar pendientes de los pensamientos propios que condicionan nuestras expectativas o eso que esperamos de las demás personas o de las situaciones, deberíamos prestar mucha atención a las decenas, centenas de refranes populares que, una vez compartidos, los damos por ciertos y nos pueden llevar a error.

Una amistad es para toda la vida. Pues a veces sí y a veces no. Si espera eso de sus amigos y sus amigas, quizás se decepcione con más facilidad. Las circunstancias personales nos pueden llevar por derroteros imprevisibles que hacen que nos distanciemos de gente que consideramos amiga, aunque sigamos en la misma ciudad. Si basa usted la calidad de la amistad en esta creencia popular, posiblemente le costará mucho más recuperar el contacto o, simplemente, perderá las ganas de retomarlo.

Quien bien te quiere te hará sufrir. Habría que matizarlo. Porque, de hecho, desde el prisma de que las cosas que les pasa a la gente que queremos nos afecta, y pasan muchas cosas, puede que sea verdad eso de compartir el sufrimiento. Pero, en serio, ¿se puede aceptar que alguien que nos quiere nos haga sufrir con intención de hacerlo? No, radicalmente no, por mucho que la creencia popular lo diga. Por eso hay que prestar mucha atención a lo que esperamos de quienes dicen que nos quieren, porque yo creo que no, que ‘los amores queridos NO son los más reñidos’.

El dinero da la felicidad. Espero que ya hayamos aprendido, aunque sea por experiencia vicaria, que el dinero no le asegura a nadie algo que depende más del mundo interior de cada persona. Puede que el dinero facilite el disfrute, y evite la incertidumbre, pero si basamos la expectativa de ser feliz en tener dinero, puede que nunca lo logre, o que cuando lo logre, se dé cuenta de que no se trataba sólo de eso.

Donde manda patrón, no manda marinero. Qué daño hace este refrán popular al liderazgo desde la inteligencia emocional. Cuántas buenas ideas se pierden en la frustración de quien recibe órdenes desde esa creencia, o en la ceguera de quien las da. Con las expectativas que sugiere esta forma de pensar, no hay mucho espacio para conductas de crecimiento.

Más vale malo conocido que bueno por conocer. ¿Qué expectativas nos creamos desde este pensamiento? ¿Aguantar lo que sea antes de probar a salir de lo que nos genera la falsa comodidad de lo conocido? Pues eso. Otra mentira.

Y claro, también hay muchas verdades: ‘cada persona es dueña de sus silencios y esclava de sus palabras’, ‘no hay peor sordera que la de no querer oír’, ‘no digas de esta agua no beberé’ o ‘haz bien y ni mires a quien’. La gente inteligente gestiona bien sus expectativas diferenciándolas. Preste atención.

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