Coplas para una final
Carnaval colombino · Fase preliminar
Las tres comparsas y tres murgas ponen al público en pie. La bombonera cuelga el cartel de "no hay billetes" en una velada de gran ambiente. Las semifinales llegan al ecuador.







Lleno con el cartel de "no hay billetes" en la segunda jornada de semifinales del concurso de agrupaciones del Carnaval Colombino en el Gran Teatro. Gran ambiente en la bombonera onubense, con la presencia destacada de vecinos de Punta Umbría y Villarrasa para apoyar a los grupos de estas localidades que se subieron a las tablas. El gallinero copado por villarraseros/as. La compasa infantil El deseo (invitada fuera de concurso) abrió el telón para poner la nota entrañable de la noche y dejar constancia que la cantera carnavalesca de Huelva está asegurada.
Ya metidos en faena, la comparsa de Ayamonte Los fanáticos, que dirige Juan Cayuela, marcó el nivel de las agrupaciones que habrían de subirse al escenario. Un nivel que para algunos se antoja de lo más elevados. La presentación dejó patente el tipo que defiende este grupo: el del fanatismo en la vida cotidiana, el que ciega la razón. Ataviados con indumentaria de los seguidores de un equipo de fútbol, el primer pasodoble lo dedicaron a la violencia en el deporte por el odio al rival, y lamentaron que éste se convierte en muerte. El segundo trató sobre el independentismo, el que se defiende con la palabra y no con bombas y balas. Echaron el falta un carácter más reivindicativo de Andalucía.
Más jocosos, los cuplés fueron para el pequeño Nicolás, al que ubicaron también en el Gran Teatro y al incidente de la retransmisión de las campanadas en Canal Sur. Pinceladas sobre los políticos corruptos y la competencia de las cofradías de Semana Santa centraron el popurrí.
Veinte años después buena parte de los componentes de la peña de La cabra ajorká de Huelva, regresaron al Gran Teatro con una chirigota para homenajear aquel primer año en el que debutaron. La murga Las pastilleras, 20 años después las malcasás rememoró a las quinceañeras que frecuentaban botellones, bares y discotecas, ahora divorciadas, unas mujeres que siguen siendo "pastilleras", aunque de otro modo porque "no dejan de tomar píldoras para la tensión, el ibuprofeno y el nolotil".
Pasodobles serios, el segundo sobre la utilización que hacen de los niños los padres separados. En los cuplés recuperaron la temática del tipo. En el repertorio del popurrí arrancaron la risa del público y aludieron a los cambios que se han producido en el Carnaval con mención a múltiples personajes, entre ellos Jesuli y Fali. Jesús Manuel León Gómez y su grupo supieron meterse al público en el bolsillo, que despidió a la murga también en pie.
El cierre del primer bloque antes del descanso lo hizo la comparsa onubense El quitasueños, nombre de una taberna flamenca de los años 50 ubicada en la antigua pescadería, un lugar de referencia de Huelva por el que desfilaron estibadores, marineros chipichangas, artistas y mujeres que fumaban, en un tiempo en que la ciudad miraba a la ría. El primer pasodoble fue para Huelva, con letra de Calixto Pérez, la que mira al futuro, la que no quiere cumplidos temporales. El segundo fue una repulsa por los hechos ocurridos en el Manzanares, contra los "cobardes que maltratan y usan la violencia como desahogo de sus penas" y acaban matando por un juego". Isabel Pantoja y su ingreso en prisión fue el objetivo de su primer cuplé y el segundo para Pepe El Marismeño que se ofrece a todas las galas.
Por el popurrí desfiló todo un elenco de cantaores y artistas, Rebollo, Rengel, Toronjo, El Brujo, Los Marismeños, El Caena, Niño Miguel… pero también la corrupción, el medicamentazo, la crítica a los recortes sociales, al Polo Químico y los fosfoyesos.
Desde Punta Umbría llegó la murga Adolfo el portugués, dirigida por Pedro Garrido, representado a un tipo sencillo, que no se mosquea por nada. En sus pasodobles hablaron de la violencia de género y el maltrato a la mujer, pero también al hombre y de los perjuicios para la salud de la industria química. Los cuplés para el ébola y el divorcio, pero con tono bonachón. Al final lograron su propósito quedar bien con todo el mundo.
Buen sabor de boca dejó la comparsa de Punta Umbría La niña bonita, que tocó la sensibilidad del público con esas ancianas que padecen alzehimer. Un pasadoble estuvo dedicado a Los Ciquitraque y su calendario benéfico y un cuplé a la duquesa de Alba y su herencia. Voces muy conjuntadas.
La murga de Villarrasa La cara oculta de la luna, sorprendió de nuevo con su espectacular tipo de marcianos homosexuales, con tupé incluido. Simpáticos, defendieron el perfil, reinvindicaron el papel de las chirigotas, dedicaron un pasodoble (crítico) a la familia real y organizaron una romería rociera interestelar.
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