Cooperantes onubenses trabajan en Benín con niños desfavorecidos

Mónica Martínez y Carmen Galán, voluntarias del Área de Cooperación de la Diputación, forman parte de las acciones por la infancia en el país africano · El proyecto Don Bosco ofrece ayuda diaria a 200 jóvenes

Imagen de una de las 'barracas' del proyecto Don Bosco que prestan ayuda a los niños en distintos puntos de la República de Benín.
S. H. / Huelva

15 de agosto 2011 - 01:00

La periodista Mónica Martínez y la profesora de Secundaria Carmen Galán, voluntarias del Área de Cooperación de la Diputación de Huelva que se encuentran este mes en Benín, han conocido de primera mano la realidad de la infancia en el país africano gracias al proyecto Don Bosco en África.

Las estadísticas apuntan en los últimos años a un 10% de mortalidad infantil entre los menores de 5 años benineses, y a un 2% de niños víctimas directas del tráfico infantil, la explotación, los secuestros o de la utilización como avales de las familias para pagar las deudas.

En la República de Benín, situada al norte del Golfo de Guinea, la esperanza de vida ronda una media de 53 años. El 50% de sus 9 millones de habitantes vive por debajo del índice de la extrema pobreza y la situación de la infancia es tan alarmante que ha llevado a las Naciones Unidas a incluir como uno de los ocho Objetivos del Milenio la reducción de la mortalidad infantil (menos de 5 años) en dos terceras partes entre 1990 y 2015.

Ya en 1995, la comunidad salesiana advirtió de estas circunstancias y abrió en noviembre, auspiciado por Unicef, una casa de acogida para los niños de la calle en Benín -justo en un lugar conocido por la afluencia de menores al atardecer- como respuesta a los problemas de estos niños.

Las fases que conforman el global del proyecto Don Bosco, y que este año ha calado en millares de menores de la capital de Benín, Porto-Novo, y alrededores, incluye, en primera instancia, los centros abiertos, conocidos como barracas, que los educadores de calle del territorio ofrecen diariamente a unos 200 niños explotados o abandonados que deambulan por los mercados de Porto-Novo, Cotonou o Sémé, esta última, en la frontera con Nigeria.

Allí, un equipo de profesionales presta atención individualizada a los menores y una alternativa a la explotación o al abandono con actividades formativas y lúdicas, en tanto, se conocen y se trabajan con la situación familiar y del menor con el fin de encontrar su bienestar.

Si la situación del pequeño es de peso, se tramita conforme a ley el acogimiento en el Hogar Don Bosco de Porto-Novo, con vistas a una reagrupación familiar cuando las circunstancias lo permitan.

En este recurso, monitores, cooperantes y colaboradores dan a los niños acogidos las herramientas básicas de socialización de higiene personal o de alfabetización, además de comida y alojamiento.

Si la situación del pequeño persiste y no conviene la unificación familiar, el proyecto salesiano cuenta en Porto-Novo con el centro de protección Magone, de larga estancia, orientado a la formación y a la inserción laboral.

A este respecto, el centro Magone dispone de un centro de formación profesional en el que se están preparando 71 adolescentes en talleres como el de mecánica, carpintería o soldadura, entre otros, además de la granja y piscifactoría de Sakété, que forma a 32 jóvenes en materia agropecuaria.

En la actualidad, el proyecto, dirigido por el misionero Juan José Gómez Serrano, acoge a un total de 361 niños, desde los 7 hasta los 18 años, de los que 239 han conseguido la reagrupación con sus familias biológicas "gracias al trabajo y al esfuerzo de todo el equipo", según apunta el director.

De la primera cifra (361), el 36% corresponde a niños de la calle; el 31%, a menores víctimas del maltrato en todas sus modalidades; y menores que, en su mayoría por robo, cumplen en el centro medidas alternativas a la prisión.

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