El presidente del PP, Mariano Rajoy, pidió ayer a todos los integrantes de su partido "superar viejas historias" de divisiones internas para "fortalecer la cohesión", algo a lo que se ha comprometido, él el primero, con el fin de afianzar la alternativa al Gobierno y alcanzar La Moncloa.

En el acto del primer aniversario del congreso que le ratificó como líder del partido, celebrado ayer, como hace un año, en Valencia, Rajoy efectuó un discurso en clave interna, sin apenas alusiones a asuntos de actualidad nacional e internacional y sin comentarios al caso Gürtel.

Según destacó ante 6.000 personas -cifra de la organización-, hay "razones para la confianza" ahora que el PP, un año después del congreso y un año después de la derrota en las generales, ha consolidado su alternativa tras las victorias en las elecciones gallegas y en las europeas.

Además, aseguró, el Gobierno se encuentra "falto de apoyos" en el Parlamento, obligado a negociar "a salto de mata su supervivencia política", y eso, más sus "errores" en la gestión de la crisis, da alas al PP, que inicia una "nueva etapa".

Para Rajoy, a pesar de lo esperanzador de su proyecto, el futuro "tiene reservados nuevos retos y Dios sabe qué", pero si el partido se muestra unido y fuerte, nadie podrá doblegar "el espíritu de superación de nuestro partido. No lo van a conseguir", sentenció.

La unidad del PP es fundamental para la consecución de los objetivos, remarcó el líder popular, para quien es hora de "superar viejas historias" y de "olvidar lo que merece ser olvidado".

Reforzado como presidente gracias a los éxitos electorales en Galicia y en los comicios europeos de hace pocas semanas, Rajoy ha dejado claro que en su organización caben todos, que "no sobra nadie", y por ello, se comprometió a "buscar el tiempo necesario para fortalecer la cohesión" y para "cultivar los lazos de lealtad que sustentan la fortaleza" del Partido Popular.

Ensalzó Rajoy el pasado de la formación que ahora preside, especialmente la época de Gobierno de José María Aznar, cuyos aciertos suponen "el aval para el mañana" y cuyas equivocaciones son las "lecciones aprendidas para mejorar" y obtener, cada vez más, la confianza de los españoles en las urnas.

Fuera de claves internas, Rajoy defendió la actual política antiterrorista del Gobierno, en las antípodas de la "política suicida de la anterior legislatura". Tras recordar a la última víctima mortal de ETA, Eduardo Puelles, y expresar su solidaridad con la familia, el presidente del PP cree que la organización terrorista "está cada vez más débil" y "los demócratas cada vez más fuertes", pues ya no cabe negociación y sí, solamente, "la disolución" de la banda.

En cuanto a los "errores" de Zapatero, Rajoy apuntó directamente a la última subida de impuestos a los carburantes y al tabaco porque son "un castigo inmerecido" y se comprometió a "dar la batalla para que no se suban más impuestos".

"El Gobierno genera problemas donde no los hay y es incapaz de abordar los problemas reales de los ciudadanos", enfatizó Mariano Rajoy.

El líder de la oposición inyectó una dosis de ánimo en los asistentes al decir que "nada está por escrito sobre el futuro. Si somos serios, humildes y trabajamos bien los españoles nos volverán a dar su confianza".

Rajoy, arropado por los miembros del Comité de Dirección de su partido, repasó los logros durante el año transcurrido desde el Congreso de Valencia y apuntó que se han alcanzado objetivos como demostrar que "podemos ganar elecciones".

En estos doces meses también se ha podido demostrar que "no estamos aislados" en el contexto político nacional. "El PSOE agradece nuestra compañía en el País Vasco" y en el Congreso de los Diputados, "hoy son ellos -los socialistas- los que están falta de apoyos. Los que no se atreven a presentar una moción de confianza en el Congreso que es lo que se hace cuando se está en minoría".

"El balance es bueno pero la autocomplacencia es inadmisible", dijo Rajoy dirigiéndose a los suyos.