El santuario de la Virgen del Rocío es, sin duda, uno de los templos religiosos más visitados. Su fachada y su planta son fácilmente reconocibles y su entorno es uno de los grandes tesoros medioambientales de la provincia de Huelva. La devoción rociera es universal y resulta aventurado siquiera estimar el número de personas que pasan cada año por el interior de la ermita para contemplar frente a frente a la Blanca Paloma.

El actual santuario fue obra de los arquitectos sevillanos, Antonio Delgado Roig y Alberto Balbontín de Orta, autores del proyecto, según recoge la Hermandad Matriz de Almonte en su web. La primera piedra fue colocada el 26 de enero de 1964, por el que fuera el primer obispo de la Diócesis de Huelva, Pedro Cantero Cuadrado, principal impulsor de la construcción de este nuevo templo para la Virgen.

El 12 de abril de 1969, la ermita se bendijo en un estado de ejecución primario por el obispo de Huelva, José María García Lahiguera. Tras su bendición, las posteriores Juntas de Gobierno de la Hermandad Matriz avanzaron en la culminación de estos trabajos. El resultado que hoy contemplamos es el de una majestuosa ermita, cuyos últimos trabajos se ejecutaron durante la prolongada estancia de 2020-2022, motivada por la pandemia de COVID 19, durante la que se llevaron a cabo importantes obras de mantenimiento y se culminó la ornamentación de la ‘Puerta del Sol’.

Según explica la Hermandad Matriz de Almonte, “el templo actual tiene orientación litúrgica en dirección oeste-este, lindando en su costado sur con la Madre de las Marismas del Guadalquivir, a donde van a dar las aguas del arroyo de La Rocina, de donde la sagrada imagen toma su primitivo nombre”.

Pero antes de que se pusiera la primera piedra en 1964 hubo otras ermitas, tal y como recoge la historia. De hecho, la primera referencia bibliográfica sobre la existencia de la ermita hay que buscarla en el Libro de la Montería, datado en la primera mitad del siglo XIV, que la sitúa en las Rocinas, pero fuera del dominio territorial almonteño.

Por su parte, la primera cita en documentos de la ermita fue en una medición de límites entre Niebla y Moguer con Almonte, efectuada el 30 de diciembre de 1335, según explica la Matriz. Tenía, según recogen algunos documentos, “diez varas de largo” y estaba orientada al sur. Era de un sencillo estilo mudéjar, con techumbre de madera a tres aguas y compás. Esta ermita permaneció levantada hasta el siglo XVIII cuando el terremoto de Lisboa de 1755 la destruye casi por completo.

Cinco años más tarde, en 1760, se bendijo una nueva ermita, de mayores dimensiones y distinta planta, orientada de este a oeste. Estaba inspirada también en estilo mudéjar, con algunos elementos barrocos en su fachada, y un espléndido retablo, en su interior, atribuido a Cayetano d´Acosta. Este templo experimentó distintas reformas, algunas de ellas con motivo de la Coronación Canónica de la Virgen del Rocío, hasta que fue demolido en julio de 1963.