El Rocío de hace 50 años

Rocío 2022

El cuarto Simpecado de la Hermandad de San Juan del Puerto y la vara de hermano mayor cumplen hoy medio siglo de su estreno en una romería “muy interesante” de 1972

Este es el calendario de actos y cultos de la Romería del Rocío 2022

Foto de la procesión de la Virgen del Rocío en la aldea tomada el 23 de mayo de 1972 para el diario ‘Odiel’.
Foto de la procesión de la Virgen del Rocío en la aldea tomada el 23 de mayo de 1972 para el diario ‘Odiel’. / Rodri
Juan Antonio Ruiz Rodríguez

15 de mayo 2022 - 06:06

El 15 de mayo de 1972 se estrenaba el actual Simpecado de la Hermandad del Rocío de San Juan del Puerto, el cuarto que a lo largo de los lustros y décadas ha tenido la corporación. Pero también la vara labrada y dorada de hermano mayor donada entonces por Juan Ruiz Recio, quien ejerció honorablemente con ese cargo ochenta y tres días después de estrenarse en la paternidad de mi querida hermana Paqui. Tenía veintiséis años.

El miércoles 17 de mayo de 1972, el diario Odiel recogía en su novena página un artículo de Juan Pérez Martín abordando el estreno del Simpecado que confeccionara la artista sevillana Esperanza Elena Caro “bordado sobre terciopelo verde con oro fino, siendo la efigie de la Blanca Paloma, busto repujado en oro, plata y marfil, como igualmente el Niño, media luna y demás atributos de la realeza de la Virgen del Rocío, obra maestra del insigne orfebre sevillano Fernando Marmolejo, cuyo medallón ha sido donado íntegramente por la viuda de Diego Garrido, hermano mayor perpetuo de esta Hermandad”. La crónica continuaba: “Del mismo orfebre ha sido la vara de hermano mayor, donada para la Hermandad, por el que es este año, don Juan Ruiz Recio”.

Que se sepa, el Simpecado estrenado sería el cuarto que tendría la hermandad en sus entonces 59 años de vida. El primero o fundacional, según Juan Bautista Cartes Pérez, era de color blanco y amarillo bordado en oro con pintura al óleo en el centro de la Virgen.

En los años treinta, por mediación de la familia Contreras, se hace de otro costando 1.025 pesetas y que serviría para inaugurar la primitiva casa de mampostería; también era bordado en color rosa, que con el paso de los años y al adquirirse uno nuevo, pasó a la familia oferente.

Y el tercero sería el que se conserva retocado en la actualidad, aparecido en las décadas de los cincuenta y sesenta, comprado por Antonio Cruz y que se venera en la capilla; de color verde ricamente bordado en oro con pintura al óleo de la Blanca Paloma.

En cuanto al soporte donde irían los Simpecados y después del primer carretón de madera, desde 1946 el Simpecado sanjuanero peregrinó en una antigua carroza que comprara en los años veinte del pasado siglo Arturo Damas para la Hermandad de Huelva, la cual, fue donada por el entonces hermano mayor de ese año, Martín Cambra Quintero. Hablamos de una carroza pintada siendo realmente su interior de plata repujada y que la hermandad sanjuanera vendió en 1975 a la Hermandad de Écija sin saber verdaderamente el valor que tendría. En 1976, Villarreal realizó la actual carroza que conocemos en la más típica tradición de estos carruajes rocieros en alpaca de plata.

Simpecado y vara de hermano mayor en una imagen tomada el 1 de mayo de 2013.
Simpecado y vara de hermano mayor en una imagen tomada el 1 de mayo de 2013.

En San Juan del Puerto, los días en sus mañanas y tardes de aquella primavera de hace media centuria y tras la Semana Santa, serían tan alegres como los inconfundibles toques y sones que por las calles y plazas repartiera a diario José Robles Quintero, el tamborilero. Mientras, las reuniones y peñas arreglaban carros y preparaban costos. Siempre le oí al hermano mayor de aquel año que José Quintero era el tamborilero que mejor tocaba en San Juan. Le acompañó incansablemente con sus ritmos y melodías en aquella romería guardando de él un bonito recuerdo que siempre puso de manifiesto.

El Simpecado que se estrenara hace ahora cincuenta años fue adquirido mediante suscripción popular, rifas y festivales, excepto el busto en marfil que donara Joaquina Amores Illanes, pasándose a finales de 1994 a nuevo terciopelo en los talleres de la Hermandad de Vera Cruz de Salteras en Sevilla. Los documentos hablan de que fue el 15 de abril de 1972 cuando se firmó el contrato, cuyo importe ascendía a 170.000 pesetas, entregándose 50.000 a la firma y el resto a su finalización.

El diseño inicial del nuevo Simpecado “de mariposa” se debe a Fernando Marmolejo Camargo, con modificaciones de José Manuel Elena Martín, y a buen seguro a las sugerencias de Matías Cartes Bueno. Marmolejo hizo en orfebrería la parte central y las carnes de marfil, Carlos Valle Hernández. Un Simpecado de ornamentación barroca que, como explícitamente aborda Juan Bautista Quintero Cartes en el boletín informativo 18 de la Hermandad, es “de roleos bordados en técnica de cestillo, hojilla, puntita, media onda, muestra armada, perfil de lentejuelas y cartulina, rodea el motivo arquitectónico clásico, en cuya cimera aparece la corona real. En su centro, la parte de orfebrería en plata de ley y marfil antes mencionada. Todo ello con la simbología iconográfica y la Cruz de Malta haciendo alusión a la devoción de San Juan Bautista”.

Una “extraordinaria obra de arte” calificaba Pérez Martín en el vetusto Odiel al nuevo Simpecado que fuera bendecido en casa del hermano mayor para recorrer después en procesión algunas calles del casco urbano, con celebración del triduo y misa de romeros el 18 y salida hacia el Santuario el viernes 19 sobre las diez de la mañana.

El mismo periódico, el 23 de mayo de 1972, hablaba del Rocío de ese año como “un Rocío completo. Buen tiempo. Más animación y visitantes que nunca. Más caballos y ni un solo accidente”. La cifra de asistencia a la aldea se cifró en “200.000 almas”, siendo recordado también por la presencia de 42 hermandades o de una joven princesa de España, Sofía, que entraría en el Real con la hermandad trianera, hiciera la presentación con Villamanrique y nombrada Camarista de Honor de la Virgen por la Matriz de Almonte. En suma “un Rocío [el de 1972] muy interesante”, esbozaba su editorial, en cuya fotografía de portada del 23 de mayo impactaba con esa panorámica de Rodri en el momento en que la Virgen visitaba la casa de las camaristas.

Juan Ruiz a caballo entrega la vara a Martin Reyes el 23 de mayo de 1972.
Juan Ruiz a caballo entrega la vara a Martin Reyes el 23 de mayo de 1972.

El día de su bendición, el pueblo sería una fiesta. Amanecería al estruendo de cohetes y repique de campanas siendo recordado a buen seguro por la familia sanjuanera y rociera en general y particularmente por quienes residían en Trigueros 12, donde en la habitación principal de aquella casa, entrando a mano derecha, y que minuciosamente prepararían Paca, Manuel, sus tres hijos y cónyuges, incluso sus tres primeras nietas, y con el beneplácito de la directiva de la época, aquel agua bendita rociada marcaría el inicio de un nuevo capítulo en la ya longeva y más que centenaria historia rociera local.

La Hermandad de San Juan del Puerto celebró en 1972 triduo los días 15, 16 y 17 de mayo y el 18 la solemne procesión, recorriendo las principales calles de la población estrenando el referido Simpecado y juego de varas. La salida del camino se efectuaría el 19 de mayo a las ocho de la mañana tras la misa de romeros.

A muy grandes rasgos, ésta podría ser una radiografía más o menos ajustada de hace cinco décadas de una Hermandad, la sanjuanera, que tiene el reconocimiento canónico en 1988, recibe el título de Real en 1995 por la Casa de SM el Rey Juan Carlos I y el de Ilustre por el Ayuntamiento, quien en 2013 le concede la Medalla de Oro de la Villa. En 2001 estrena la corona de la carroza y si su sede canónica se encuentra en la Parroquia.

La entidad continúa hoy, 16 años después de la cesión municipal de los terrenos, con trabajos en su propia Casa Hermandad de la Avenida de la Esperanza en nuestro pueblo, proyecto que esperemos sea realidad más pronto que tarde.

Sin esperarlo, un amigo artista me obsequió hace unos días con una singular carreta confeccionada en unos segundos con avanzada destreza manual. Un simple e insignificante objeto que, sin quererlo, me dio pie a dejar por escrito estas líneas de unos hechos vividos a caballo entre San Juan del Puerto y El Rocío de hace hoy medio siglo. Vivencias que se tornarían inolvidables para quienes las protagonizaron con alegría desbordada y disfrutándolas de lleno.

Cinco décadas han pasado y todavía hoy habrá quienes las recuerden como si hubiera ocurrido ayer mismo. Y es que, querámoslo o no, el tiempo es tan volátil y efímero como la vida misma de la carreta de papel que Juan me regala.

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