La playa de Huelva que podría desaparecer para siempre, según la NASA

Esta playa, uno de los tesoros naturales más apreciados de Huelva, está en peligro. La NASA y Greenpeace advierten que la subida del nivel del mar podría borrar del mapa una de las playas más vírgenes y queridas de Andalucía

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El mar podría reclamar lo que un día le perteneció / Josué Correa

Entre Matalascañas y Mazagón, se encuentra uno de los paisajes más bonitos y singulares no solo de Huelva, sino de toda Andalucía: La playa de Cuesta Maneli. Un paraíso natural que, según la NASA, Greenpeace y publicado recientemente por la revista Viajar, podría desaparecer en las próximas décadas debido a la subida del nivel del mar y la erosión costera provocadas por el cambio climático.

La NASA ha incluido la costa de Huelva entre las zonas de España con mayor riesgo de pérdida litoral por el aumento del nivel del mar. En su último informe, los modelos de proyección indican que la línea de costa podría retroceder varios metros cada década si no se toman medidas urgentes.

Playa de Cuesta Maneli, con la marea alta / Josué Correa

Por su parte, Greenpeace alerta de que Andalucía se enfrenta a un futuro incierto: Playas que se reducen año tras año, temporales cada vez más intensos y ecosistemas costeros sin capacidad de regenerarse. La organización advierte de que la mala gestión del litoral y la presión urbanística agravan un problema que ya es visible desde el aire.

La revista Viajar ha puesto el foco recientemente en este fenómeno, destacando que playas icónicas como Cuesta Maneli podrían desaparecer antes de lo que imaginamos si continúa el ritmo actual de subida del mar.

Las playas de España que podrían desaparecer, según Viajar / Imagen Revista Viajar

Un símbolo del litoral virgen andaluz en peligro

Cuesta Maneli es más que una playa, es un símbolo del litoral virgen onubense. Su acceso a pie, a través de un camino de madera que atraviesa un impresionante sistema de dunas, la ha convertido en un destino muy querido por los amantes de la naturaleza y la tranquilidad lejos del bullicio urbano.

Pero precisamente ese entorno natural, sin construcciones ni defensas artificiales, la hace más vulnerable. La erosión del viento, las mareas y el aumento del nivel del mar están modificando su perfil y reduciendo poco a poco su extensión. Las dunas móviles, que actúan como barrera natural, ya muestran signos de retroceso.

El espejo del cambio climático

El caso de Cuesta Maneli es el reflejo de lo que ocurre en muchas costas del mundo: El mar está ganando terreno. La desaparición paulatina de playas como esta no solo supone una pérdida turística o paisajística, sino también ecológica.

Cada metro de arena que se pierde significa menos hábitat para especies costeras, menos protección frente a temporales y una mayor vulnerabilidad para los ecosistemas cercanos, como el Parque Nacional de Doñana, que depende del equilibrio de este litoral.

Además, otra playa que también podría verse afectada, según la NASA, sería la de la capital, El Espigón. En 2040, el nivel del mar crecería 16 centímetros. El cambio se produce a mayor velocidad conforme se acerca el final del siglo. En concreto, la subida en 2090 sería de 58 centímetros, mientras que en 2150 alcanzaría los 117 centímetros.

Así es la playa de Cuesta Maneli

Situada entre los conocidos núcleos costeros de Mazagón y Matalascañas, dentro del Espacio Natural de Doñana, la playa de Cuesta Maneli es un arenal virgen de varios kilómetros, famoso por sus dunas fósiles, sus aguas limpias y su entorno natural sin urbanizar.

Playa de Cuesta Maneli / Alberto Domínguez

Para acceder a ella, los visitantes deben recorrer un sendero de casi dos kilómetros sobre pasarelas de madera que serpentean entre pinares y dunas, hasta desembocar en un paisaje prácticamente intacto.

Su arena dorada, el sonido constante del Atlántico y su tranquilidad hacen que muchos la consideren una de las playas más bonitas y salvajes de Huelva. Sin embargo, la belleza de este lugar contrasta con su fragilidad: Si las previsiones científicas se cumplen, el mar podría reclamar lo que un día le perteneció.

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