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Esta playa perteneciente a Cartaya es un lugar con vida propia, pero muy ligada a su playa hermana, compartiendo casi todos los servicios y la mayoría de infraestructuras. Un rincón que ofrece arena fina y dorada, rodeada de pinos y enebros que miran al mar onubense.
Nuevo Portil es un territorio de contrastes. Por un lado, existen rincones casi vírgenes, con vegetación exuberante y tranquilidad absoluta; por otro, zonas urbanizadas y cómodas, donde bares, quioscos y restaurantes permiten disfrutar del mar con todas las facilidades. No cuenta con paseo marítimo, y aunque algunas edificaciones dan al mar, la mayor parte de las urbanizaciones se encuentra al otro lado de la carretera que recorre la costa.
Llegar hasta aquí es sencillo. Hay transporte público que conecta con Huelva capital y con los pueblos cercanos, y por carretera se accede desde El Cruce si vienes de Punta Umbría, pasando El Portil, o desde Cartaya si entras por El Rompido, con desvíos que permiten rodear la población por el norte.
La ubicación frente a la Flecha del Rompido, en la desembocadura del río Piedras, garantiza un mar tranquilo, casi como una piscina natural, perfecto para bañistas, con corrientes suaves y mareas controladas. Eso sí, nadar hasta la otra orilla no es recomendable, aunque algunos aventureros lo intenten (hay ferrys que salen constantemente hacia allí). La playa está equipada con duchas, lavapiés, papeleras, servicio de limpieza y un club náutico. Y para quienes disfrutan del golf, Nuevo Portil ofrece varias opciones.
La playa se extiende oficialmente varios kilómetros, aunque su verdadera dimensión como destino turístico joven en Huelva es difícil de medir. Entre sus tesoros naturales destaca el Caño de la Culata, que fue incluido hace unos años por El País como una de las “20 playas más sorprendentes de España”, un claro ejemplo de la riqueza ambiental de esta costa onubense.
El acantilado de la zona no urbanizada se convierte en un mirador natural, ideal para contemplar atardeceres únicos mientras se disfruta de buena gastronomía. Además, como adelantábamos, los visitantes pueden cruzar en barco hasta la otra orilla y adentrarse en la Flecha, completando una experiencia que combina naturaleza, mar y ocio en un solo lugar.
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