Un sprint de varios meses

El K2 impulsado por Saúl Craviotto y Cristian Toro consigue en la prueba de 200 metros el quinto oro de los Juegos para el equipo español Hace menos de un año que trabajan juntos

Saúl Craviotto, en primera instancia, hace de guía en el K2 con Cristian Toro, en segundo plano.
Saúl Craviotto, en primera instancia, hace de guía en el K2 con Cristian Toro, en segundo plano.
Isaac Risco (Dpa) Río De Janeiro

19 de agosto 2016 - 05:02

La carrera de Saúl Craviotto y Cristian Toro empezó de verdad en el tramo final. Los palazos de los últimos cien metros catapultaron a los dos canoístas españoles definitivamente al oro olímpico en la prueba del K2 200, pero de forma figurada también en los últimos meses, el tiempo que tardó en forjarse la inédita dupla dorada.

Craviotto, el veterano campeón olímpico de 31 años, hacía de guía, mientras Toro empujaba la embarcación con la potencia de sus 24 años para atravesar la meta casi tres décimas por delante de sus más cercanos perseguidores, a las faldas del Cristo Redentor de Río y bajo el sol que empezaba a quemar en la Laguna Rodrigo Freitas.

"La pareja perfecta", consideró después uno de los jefes del equipo en Río, el ex piragüista Ekaitz Saies. "Saúl pone la experiencia, el ritmo y la tranquilidad, y Cristian pone la potencia, es el motor de esa embarcación", dijo Saies.

La medalla quedó decidida prácticamente tras el ecuador de la prueba. "A partir de ahí empieza su carrera", explicó luego Saies sobre el momento en que Craviotto y Toro relegaron ya de forma decisiva a los británicos Liam Heath y Jon Schofield (plata) y a Aurimas Lankas y Edvinas Ramanauskas (bronce), de Lituania, para parar el cronómetro en los 32,075 segundos en las aguas de la Lagoa carioca.

"Llevábamos muchos meses soñando con esta carrera", dijo Craviotto, que se había colgado ya el oro en K-2 500 en Pekín 2008 y la plata individual del K1 200 en Londres 2012. "Ha salido como tenía que salir", celebró.

El sprint final también es simbólico para la pareja, que se conoce desde hace apenas un año y que empezó a trabajar junta para Río hace sólo unos meses , cuando la Federación Española de Piragüismo decidió apostar por el dúo a comienzos de 2016.

Toro "tenía muy buen rendimiento, pero no para hacer el oro", valoró Saies. "El cambio de hacer el K2 con Saúl ha sido ese toque de calidad que hacía falta a esa embarcación", señalaba. El flamante campeón olímpico español nacido en Venezuela también quedó convencido de que podía competir para ganar este año cuando empezó a palear al lado de Craviotto. El momento clave fue en mayo. "Cuando cruzamos la línea en el Preolímpico, en Duisburgo", explicó Toro. "Vimos que al nivel qué estábamos podíamos pelear por la medalla", agregó. "Cada entrenamiento, cada minuto que pasamos sobre la piragua era para poder estar en esta situación", dijo.

Craviotto lo secundó. "Cuando empezamos no me esperaba esto", admitió. "Pero después de Duisburgo, de la Copa del Mundo, ya empezaba a pintar bien. Aunque nunca pensábamos que íbamos a ganar de esta manera", dijo el doble oro olímpico.

Para Toro, que lloró de emoción al oír el himno de España y colgarse la medalla en Río el trasfondo del Cristo Redentor, competir al lado de Craviotto ya era de antemano un premio. "Estar aquí en unos Juegos olímpicos con él para mí era un sueño cumplido", aseguró. "Ha sido y sigue siendo mi ídolo".

La medalla sumada ayer es la quinta dorada para España en Río 2016 y la tercera en piragüismo tras el primer puesto de Maialen Chourraut en aguas bravas y el sorprendente oro de Marcus Walz en el K1 1000 en aguas tranquilas. Los otros oros los consiguieron la nadadora Mireia Belmonte y los doblistas de tenis Rafael Nadal y Marc López.

stats