Liga adelante

La pesadilla final (2-0)

  • El Recre evidencia en el duelo de Pamplona todos sus problemas de la temporada y cae ante un rival que necesitó muy poco para ganar. El conjunto onubense prácticamente no tiró a puerta en un choque decisivo.

Se acabó. La tragedia que ningún recreativista quería asumir se consumó en Pamplona. El Decano está en Segunda B. Jugó la final de El Sadar como tantas otras del campeonato, tímido y sin la intensidad de su rival. Fue frágil atrás e inoperante arriba. La historia de una Liga en 90 minutos. Con muy poquito su rival se llevó los tres puntos. Ni siquiera fue capaz de plantear una batalla en condiciones cuando no podía fallar. Desciende porque en el campo se lo ganó. Incluso se dio el resultado que no dependía del Decano -el Racing perdió-, pero para tener alguna posibilidad debía cumplir y no lo hizo.

Dominguez salió con lo que tenía. Ni más ni menos. 24 horas antes se quedó sin Caye Quintana, descartado el viernes por la tarde, y algo antes sin Antonio Domínguez pese a los esfuerzos por jugar al despiste. Salió sin una referencia ofensiva clara con Montoro y Manu Molina intercalándose en el papel de falso de nueve. No eran delanteros, pero eran más de lo que iban a ofrecer cualquiera de los dos nueves que estaban en el banquillo. Las finales hay que jugárselas con aquellos que sabes que te van a dar todo lo que tienen y no lo que se presupone que tienen como Braulio, perdido hace demasiadas semanas para la causa albiazul. Para contrarrestar la falta de presencia arriba pobló el centro del campo. Trató así de atrapar al Osasuna en su tela de araña para atacar luego con la movilidad de Pedro Ríos y Núñez.

El primer aviso del partido lo firmó Menosse a los 10 minutos. El uruguayo cabeceó fuera por poco una falta sacada desde la derecha. Lo mucho que se jugaban ambos se notó desde el primer instante. Nervios, ansiedad y dos conjuntos incapaces de hacerse con un control real del choque. El Decano dejó la iniciativa a su oponente, que tampoco por ello logró crear grandes dificultades de inicio.

Incapaz de generar fútbol, el Osasuna recurrió a esa fuente inagotable que tienen los navarros a balón parado. Consciente de ello el Recre debía centrarse en no cometer faltas... Fue su gran error. Al cuarto de hora una lateral la sacó Torres al segundo palo para que Vujadinovic adelantase a los rojillos. Sotres pudo hacer más en el remate. Centro y gol de un central. Nada más, más tradicional ni más efectivo en El Sadar. Suficiente para condenar al Recre a Segunda B a las 18:15 de la tarde.

El tanto espoleó a los navarros, que dieron un paso al frente liberados de la tensión. Una acción idéntica a la del primer gol pudo ser la sentencia. El cuero dio en el palo. El Recre se vio superado por su rival, por su angustia y se bloqueó. Tardó casi diez minutos en volver a dejarse sentir en el césped. Fue de nuevo a balón parado en un centro sin rematador. El infructuoso acercamiento permitió al Decano soltarse de nuevo y que el Osasuna se acobardase algo. Lo justo para equilibrar de nuevo la contienda y que el Recre fuese algo mejor que su rival en esa final de la primera mitad. Núñez tuvo el empate en sus botas en el 34. Los rojillos perdieron un balón en el centro del campo, Montoro cedió al madrileño que buscó la escuadra sin fortuna. Era evidente que con una renta tan corta el Osasuna lo iba a pasar mal a menos que lograse el segundo antes del descanso.

Recurrió a la misma fórmula. Idéntico sitio, lanzamiento calcado al segundo palo y David García que apareció para fusilar con un lanzamiento fuerte y casi sin ángulo ante el que Sotres pudo hacer de nuevo bastante más. Tres tiros a puerta en 45 minutos, dos goles y un palo. Todos los golpes a balón parado en faltas evitables. Con tanta fragilidad bajo palos y concesiones en las cercanías del área iba a resultar imposible.

Dominguez movió su escaso banquillo buscando un revulsivo. Quitó a Diego Jiménez, situó a Víctor Díaz en la izquierda y prácticamente jugó con tres centrales y dos carrileros con Jesús Vázquez entre Menosse y Juanan. Entró Rubén Mesa para contar con una referencia ofensiva más clara al lado de Núñez.

Fue un intento estéril por reconducir un partido ya sentenciado. El ímpetu albiazul duró poco. Las cabezas comenzaron a bloquear las piernas y el Osasuna se sintió cómodo defendiéndose en su campo y buscando alguna contra.

Desquiciado y presa de la ansiedad corrió sin sentida ni inquietar a su rival durante toda la segunda parte. Los cambios ofensivos desequilibraron completamente al equipo que se desdibujó con el paso de los minutos. El descenso era una realidad gestada durante meses.

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