Estos carpinteros de ribera traen un magnífica puesta en escena y un atrezo de lo más edificante, parece que nos encontramos en la orilla de cualquier varadero. Empiezan suavecito para desplegar las velas de sus coplas con fuerza y viento a favor.
Pasodoble, pasodoblón, vaya pluma derrochando todo el arte, lo que hace un abuelo por no poder ver a su nieta, nos enredan creyendo que es una historia de amor entre una niña y un viejo, el giro es tremendo. ¡Olé!.
El segundo pasodoble es otro gran pasodoble, para que se lo hagan mirar los políticos. En su primera parte le dan a la derecha para después arremeter contra la izquierda.
En los cuplés también traen aprendida la historia, el chiste por bandera. La suavidad la rompen en el popurrí con un mensaje alto y muy claro, sin tapujos, reparten palos para todos , y se les entiende todo, la vocalización es perfecta.
El que venga por detrás tiene que arrear mucho, han marcado el territorio, letras, música y afinación.
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