
La esquina
José Aguilar
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Por montera
HOLA, me llamo… bueno, prefiero no identificarme públicamente porque soy lesbiana. Sí le diré que tengo catorce años. Estoy viviendo una pesadilla desde mi infancia porque en mi casa siempre que se habla de relaciones de pareja y me preguntan si estoy enamorada se refieren a chicos. En esos momentos me contengo a pesar de que me dan ganas de sacar valor y decirles a mis padres y mis hermanos que a mí me gusta una chica de la que estoy enamorada. Ellos creen que somos íntimas amigas pero ya sabe a qué me refiero. No se imaginan otra cosa porque sólo pensarlo les provocaría una asco tremendo y me verían como una mujer sucia, perversa, enfermiza, pecaminosa. Los decepcionaría. Vete a saber si terminarían llevándome al psicólogo para que, con pastillas, me quitaran mi forma de sentir ya que ellos creen que la homosexualidad es una enfermedad.
Cuando era más pequeña me sentía rara. Notaba una sensación extraña en mi interior que se generaba sobre todo en el patio del colegio cuando compartíamos juegos chicos y chicas. Y al llegar a casa me miraba al espejo y éste me respondía que era lesbiana. Hasta que un día lo rompí de un puñetazo en la cara porque no quería que me dijera eso. El papá se asustó al oír los cristales rotos y mamá lloró muchísimo al verme bañada en sangre. Les convencí de que se había soltado uno de los tornillos y que se cayó. Les daría un infarto si ellos supieran que soy lesbiana porque no soportarían las habladurías de la gente del pueblo cuando van a misa o mientras pasean por la calle.
He planificado más de una vez fugarme de casa para evitar ser rechazada. Pero preferiría evitarles el disgusto que les causaría una injustificada desaparición. Cuando leo en internet que en 10 países del mundo podrían imponer la pena de muerte a los homosexuales se me hiela la sangre. Y me entra más miedo aún. La homosexualidad es ilegal en 80 países y ¿saben?, les matan o les condenan a cadena perpetua. También los esterilizan. Es un horror porque entre 2008 y 2014, Amnistía Internacional asegura que mataron a 1.509 personas transgénero. Lo que AI está pidiendo para prevenir crímenes de odio es que se legisle a los intersexuales para que puedan tener su propia documentación que además evitaría que se les obligue a pasar por los médicos o psiquiatras para hacer legal ese cambio de identidad. En España tampoco existe esto, pero nosotras, las lesbianas, no somos malas, ni diferentes. Pero, nuestra autoestima se lastima porque notamos las caras con las que la gente nos mira a los homosexuales, bisexuales, gais, transexuales o lesbianas y los comentarios hirientes que hacen sin pudor. No le voy a decir mi nombre todavía, porque no siento su apoyo, su fuerza para que yo salga del armario. Le confieso que mientras eso no cambie seguiré viviendo una vida falsa. ¿Me quiere ayudar?
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