28-F: Educación y cultura

Lectores con lagunas formativas

  • El mero hecho de nacer en una zona rural o urbana es un factor crucial para el hábito de leer.

LAS debilidades formativas de nuestros escolares, puestas de manifiesto en informes como el tan citado PISA, y la radical diferencia de hábitos entre los habitantes de la Andalucía rural y la urbana son las dos principales circunstancias que determinan (y cualifican para mal) los patrones de lectura en nuestra comunidad. El primer dato ya es contundente: una mitad no lee libros y la otra sí. Bueno, para ser más científicos, el 54,5% de la población lee al menos un libro al año, según el último barómetro de la Consejería de Cultura, aparecido el pasado mes de enero pero  correspondiente al año 2008, y el 46,5% ni los huele.

Pese a vivir en un mundo globalizado en nuestra comunidad persisten diferencias sociales y educativas que determinan los hábitos de lectura. En el caso andaluz uno de los rasgos más peculiares es el hábitat.  El 52% de los andaluces viven en zonas rurales, es  decir, en pueblos con menos de 50.000 habitantes. El simple hecho de nacer en zonas rurales o urbanas ya es de entrada un factor crucial a la horade adquirir y aplicar conocimientos.  El barómetro es así de contundente: en las poblaciones mayores de 500.000 habitantes los lectores llegan al 65,2%, mientras que en las que oscilan entre 10.000 y 50.000 el porcentaje se desploma a un 43,6%. En los pueblos con menos de 10.000 habitantes los lectores son solo el 41%. Primera conclusión: uno de los retos principales de las autoridades es la promoción de la lectura entre la amplísima población rural de la comunidad para paliar esa diferencia de más de veinte puntos que separa a unos andaluces de otros.

Los sucesivos informes PISA han sentenciado la debilidad de nuestro sistema educativo en relación a otras comunidades y no digamos frente a la mayoría de países europeos. ¿Cómo afecta esa formación deficitaria a la lectura? Aunque el lector que forma parte de las estadísticas es siempre mayor de 14 años, el último baremo también tiene en cuenta la tendencia de lo que podríamos denominar lectores en ciernes. La lectura (lectura de estudios o vinculada a las tareas de formación) entre los 10 y los 13 años y, luego, entre los 14 y los 18 es generalizada. Pero cuando se traspasa la escolarización obligatoria, el traspiés es enorme. “A medida que crecen”, señala el informe, “algunos siguen leyendo pero otros no vuelven a hacerlo”. Segunda conclusión: es necesario potenciar la responsabilidad de las familias y de la Administración para mantener los hábitos inducidos en el colegio. Es menester, precisa el baremo, mejorar la calidad y la enseñanza de la lectura y de la escritura, y  la formación de quienes están encargados de promoverlas es fundamental. Entre los lectores andaluces de 14 a 24 años las diferencias respecto a los españoles son más que significativas.

Y hablando de responsabilidad familiar ¿qué ocurre en edades aun inferiores?  Según la encuesta andaluza, en el 86% de los hogares los padres leen a sus hijos menores de 6 años. Lo hacen 2,6 horas semanales, lo que da una media de 22 minutos diarios. Pero los autores de la encuesta, a la vista de unos resultados tan óptimos, advierten: estos datos no se obtienen de los menores, sino de los mayores de la familia.

Uno de las herramientas preferentes para incentivar la lectura en los ámbitos rurales son las bibliotecas. La mayoría de los pueblos de más de 5.000 habitantes (y algunos con menos) poseen una biblioteca. El barómetro es optimista y destaca que la asistencia a las bibliotecas sí ha mejorado. Aquí están los resultados: en 2008 un 33,1% de los lectores visitaron una biblioteca frente al 28,3% de 2006 o el 22,7% de 2004. Eso sí, en relación a la media nacional la comparación es alarmante; el 42,5 % visitó la biblioteca, más de 11 puntos de diferencia.

Y por qué y qué leemos los andaluces. Leemos mayoritariamente (un 88%) por placer, casi siempre novelas y cuentos, y dentro de estos géneros las obras históricas, las de aventuras y las de misterio. Nos seducen menos las románticas, las de terror y las de ciencia ficción.

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