Pequeñas historias almerienses

Bares de tapas de hace medio siglo en Almería… que aún se recuerdan

Distintos anuncios de bares, que ya no existen, que se anunciaron en el callejero de la ciudad de 1974

Distintos anuncios de bares, que ya no existen, que se anunciaron en el callejero de la ciudad de 1974 / D.A.

Ahora que la tradicional tapa almeriense sufre los zarpazos de algunos hosteleros con las garras de los suplementos, es buen momento para recordar los bares de hace medio siglo, que se encumbraron por su tapeo.

Determinados negocios siguen abiertos y otros, después de 50 años, concluyeron su ciclo de vida. Aun así, los clientes de 1974 que hoy son abuelos mantienen un grato recuerdo de unas tapicas que, como llaman ahora, sí que eran “de cortesía”.  El llamado “Sindicato Provincial de Hostelería” tenía censados en aquel año a 1.101 bares o tabernas en la provincia, un número significativo para una población de 387.553 habitantes.

Solo en la capital había 252 negocios de ese tipo. En la ciudad, destacaba el “Bar El Arco” de la calle Real número 72, esquina con Braulio Moreno. Vivió el esplendor de la zona de los años setenta y ochenta, pero desapareció con el siglo XX. En 1974, su dueño, Francisco Robles Segura, se promocionaba en las guías turísticas con “el huevo a la plancha y tapas variadas” pero sobre todo con el “vino de Alvear”. Y es que, según Hacienda, el establecimiento no llegaba a la categoría de “café-bar”, sino que estaba conceptuado como “taberna”. Su teléfono –el 212873- era usado por medio barrio y por los huéspedes que se alojaban en el piso de arriba, en la casa de huéspedes de Francisca Arias Robles, conocida como Paquita.

Igualmente eran famosos los huevos que servía Antonio Miranda Plaza en el “Bar El Real”, en la esquina con la calle Séneca, donde hoy funciona “La Mala”. También gozaban de mucha demanda las almejas y la jibia que, con toda la parsimonia del mundo, él mismo elaboraba en una plancha rectangular. Poseía una clientela tan fiel que cuando se casó con Carmen García Úbeda, el día de los enamorados de 1964, firmaron como testigos dos de ellos.

Muy cerquita de “El Real” se encontraba el “Bar Trajano”, en el número 17 de esa calle. Se promocionaba como un lugar donde sus especialidades eran “el vino, la cerveza y las tapas”. Se mantuvo muchos años y llegó a ser tan famoso entre los jóvenes que cada fin de semana lo llenaban y reclamaban su “reservado”. Algo así ocurrió con “Las Vegas”, en la calle Padre Luque; como el cerveceo era allí un argumento importante se convirtió en lugar de peregrinaje de la juventud. Tal cual, con “Cervecería 2.000” de Adolfo Valverde Robles, aunque ahí el “gancho” eran los bocadillos. Los adolescentes de 1974 tomaron como suyo el “Bar Rocamar”, en la Rambla de Alfareros 68. Había patatas a la brava, tapas de cocina y tostadas para el desayuno, amén de artilugios mecánicos de bolas para entretener al personal.

En el número 45 de la calle Real se encontraba la taberna “Los Manueles”, especializada en “vinos finos” como decía su publicidad. En la calle Marcos “Bar Alfareros” y muy cerca, “El Negresco”; en la calle Granada, “El Álamo”; en Rueda López, “Las Garrafas”; en Alcalde Muñoz, esquina con Amapola, “La Torrecilla” y en la de Murcia “El Comandante”. El “Amanecer” era otro clásico; Manuel González se quedó con el traspaso y su especialidad era el pescado, frito o a la plancha, además de guisos.

En el número 21 del Parque –llamado entonces de José Antonio- estaba el “Bar La Cartuja”, un templo del tapeo reformado por Antonio Hernández Salas, hostelero que se remanecía de El Zapillo y que tomó el relevo de Manuel Ojeda Navarro. Por aquel barrio y en Ciudad Jardín abrieron el “Bar Mediterráneo”, “La Costa Azul”, “Las Delicias”, “Los Cármenes” o el “Bar Niñasco”, en la calle América, 37, local hostelero a nombre de María Herrerías Jerez (+1981) y donde sus clientes tapeaban y jugaban al dominó.

En la Rambla del Obispo Orberá estaba, entre otros ya desaparecidos, el “Café Bar San Remo”. Éste, en el número 40, era propiedad de la sociedad “Explotaciones Hosteleras J. G. de Fluvia” y en 1982 aún seguía abierto. Al lado de la plaza estuvo, hasta 1988 y durante 150 años, el mítico “Bar Puerto Rico”. Tuvo muchos propietarios y uno de ellos, Manuel Luque García, que vivía en la Avenida de Vilches, falleció el 12 de noviembre de 1968 a los 40 años. Inconfundibles eran sus tapas de olla gitana, rebozado de pimiento, pescado en adobo o ternera en salsa.

En 1974, uno de los bares especializados en la elaboración casera de los callos era el “Tropical”, situado en el número 84 de la calle Murcia. Tenía otras especialidades, pero los clientes iban expresamente desde lejos a catar aquella suculencia grasienta.

Anuncio de 1974 Anuncio de 1974

Anuncio de 1974 / D.A.

TAPAS DE PESCAO

El pescado y el marisco siempre ha sido uno de los argumentos básicos del tapeo almeriense. Más, hace medio siglo cuando el precio en lonja era barato y en algunas tascas hasta se permitían ofrecer tortillas de chanquetes. ¡Cuántos kilos de salmonetes o de boquerones se sirvieron en “La Barraquilla” hasta 1985! …” Tapicas de pescao han existido en numerosos negocios hosteleros, pero hace medio siglo sobresalía el que ponían en el “Bar Venecia”, en la calle Joaquín Vázquez, frente a la playa de San Miguel y cuando no había Paseo Marítimo. Allí podías tomarte un platico de boquerones escuchando las olas del mar. Al lado estaba el “Bar Nilo”, con idéntica especialización culinaria, y en la esquina de la Circunvalación del Mercado con las escalerillas de Reyes Católicos el “Bar Cielo”, que regentó Adolfo Valverde Rodríguez (+07/08/1979).

Frente a la residencia de ancianos de El Zapillo abrió “Bar Balneario”, que se diferenció del resto en que el cliente entre 30 variedades de frituras y en la calle San Juan Bosco, 26 estaba “La Barca”.

Aunque para comer calamares a la plancha o mejillones al vapor no tenías que ir a la orilla del mar. En 1974 estaba abierto el “Bar San Félix”, en la barriada del mismo nombre. Manuel García Márquez lo explotaba en el 92 de la Carretera de Granada y además de las delicias marineras metió en su carta de tapeo platos de cocina. En el “Bar Lili hijo” de la Carretera de Ronda número 2 se servían gambas a la plancha y otros mariscos del día y en “El Montañés” unos platos riquísimos.

Durante los años de aquella Almería distinta, también hubo oportunidades para conocer la cocina de otros lares lejanos. Alex Sutbbe abrió en el número 4 de la calle San Pedro 8 el bar “El Danés”, donde servía elaboraciones típicas de aquel país. También el “Beirut” de la calle Real 85 ofrecía unos pinchitos morunos exquisitos y con referencias húngaras el “Budapest”, en Retamar.

LOS QUE SIGUEN

Existen otros negocios hosteleros, pocos, que 50 años después aún mantienen sus puertas abiertas. Cambiaron la decoración, renovaron la plantilla de camareros y cocineros y se adaptaron a las nuevas exigencias de los consumidores. Ahí andan. “Parrilla Pasaje”, “El Quinto Toro”, “Bonillo”, “Habibi”, “Alcázar”, “La Mar Chica”, “Casa Joaquín”, “Torres Bermejas”, “Andaluz”, “La Cabaña del Tío Tom”, “Lupión” (que en 1968 era de Josefa Lupión César), “Baviera”, “Casa Puga”, “Montenegro”, de José Ibarra López, o “Habana”…  son algunos de ellos. Ésta, en 1974, ya estaba en su actual ubicación de la Avenida de Cabo de Gata esquina con Quesada (local que se reformó en el año 2000) y en el Paseo de Almería. En su terraza tomó café el presidente del gobierno, Leopoldo Calvo Sotelo, mientras veía al Cristo del Perdón en su primera salida como vía crucis. La “Habana”, hace 50 años, usaba como slogan la frase “Estamos orgullosos de servirles”. Que se lo apliquen algunas tascas de ahora…

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