Parece que sí. Parece que va a ser verdad que Huelva ha decidido ponerse en pie y exigir que se respete lo que en justicia le corresponde en relación con la actuación de su Autoridad Portuaria. Esa llamada a la ambición que Javier Barrero viene haciendo desde hace meses para que los onubenses reivindiquemos lo que nos corresponde parece que ha calado y gracias a la polémica de Majarabique ha provocado una reacción de orgullo bien entendido que ha calado hondo en los más diversos colectivos e instituciones de la provincia. Era importante que ocurriera, y ha tenido lugar, que un proyecto aunara bajo bandera común a las distintas y dispares sensibilidades que conforman el medio ambiente provincial.

A saber. Que la Federación Onubense de Empresarios, la Cámara de comercio, la Diputación, la Aiqbe, el Círculo de Empresarios Turísticos, Ciudadanos, Izquierda Unida, UGT, CCOO, el PP, el PSOE y miles de ciudadanos anónimos se sumen a la defensa de lo suyo es una magnífica noticia. Y que lo hagan no movidos por el patrioterismo barato de banderita que practican otros, aún más. Sólo falta el Ayuntamiento, que a buen seguro tomará en consideración una declaración institucional de respaldo. La razón para cohesionar tan diversas sensibilidades ha sido la del trabajo bien hecho, la de un proyecto que puede suponer un salto hacia adelante sin precedentes para la provincia. Porque el desarrollo del nodo logístico de Majarabique no ha de entenderse en términos de beneficio exclusivo de quienes desarrollan su labor en el Puerto onubense. No, va mucho más allá. Si a Huelva vienen más barcos cargados con más contenedores, habrán de venir más trenes y camiones para trasladarlos. Con ellos vendrán profesionales y se generarán puestos de trabajo. Y si vienen camiones habrá más faena para quienes dan de comer o dormir a sus conductores. Y si esos vehículos se estropean habrá que buscar un sitio en Huelva para arreglarlos. Y cuando ese flujo de negocio pase de mano en mano habrá que ir a gastarse su beneficio a los comercios, supermercados y tiendas de la provincia. Que se verán también beneficiados de las consecuencias del boca a boca de quienes vengan a trabajar aquí y conozcan las excelencias de esta tierra. Un boca-oreja que seguro traerá más turistas, que también necesitarán un sitio para dormir, otro para comer y uno más para gastar. Es la cadena del desarrollo. Si uno crece, crecemos todos. Si uno gana, ganamos todos.

Y es en esa cadena de crecimiento y desarrollo de la que todos nos beneficiamos el lugar en el que hemos encontrado esta semana la comunión general de intereses. Un encuentro de pareceres que bien podría extenderse a otras materias que también urgen a Huelva y para cuya reclamación no estaría mal sumar voces. Carreteras, aeropuerto, líneas férreas, empleo, desarrollo, infraestructuras... son motivos más que suficientes para mantener esta conexión actualmente coyuntural. Sólo falta encontrar quien lidere la compañía. Se admiten voluntarios.

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