Insultos, superioras y 'prinzipitos'

El rigor de la enseñanza debe impedir el mal trato de las lenguas así como cargarse el texto real

Después de ver la altura dialéctica y la sensibilidad oratoria, además de la calidad argumental de un senador valenciano de Compromís, es fácil constatar cómo vamos camino de la anulación del sentido y el respeto institucional que desemboca en la pérdida del carácter democrático de las mismas y nos coloca en la antesala del modelo bananero y muy próximos -dado el término elegido para el innecesario insulto: gusana- al totalitarismo más rancio de inspiración castrista.

Ya ha tenido su minuto de gloria pero sin tener más militancia activa que la que me otorgan mi independencia personal y mi condición de andaluz, su rastrera intervención senatorial contra la presidenta de mi comunidad, Susana Díaz, me ofende y de manera extensiva, a todos los andaluces al margen de posicionamientos políticos.

Pues si el insulto dialéctico es grave y más en el ámbito en el que se realiza, no es menos insultante para la inteligencia de los ciudadanos el lenguaje críptico, aunque casi de pandilla colegial, de la superiora -hubiera sido más adecuado abadesa y quien sepa leer entre líneas catalanistas me entenderá- esposa del ¿molt honorable? y matriarca gestora de la opacidad económica del grupo familiar al tiempo que declaraba en sede parlamentaria, "no tener ni cinco". Mal ejemplo la mentira en quien hace paralelismos religiosos: misales, convento…, lo cual en puridad de creencia debería, una vez confesada la verdad y devuelto lo afanado, una rigurosa y dura penitencia. Podría ser interesante, ya que entiende y tiene negocios de ello, dedicarla a una prestación social, tal cual es cortar el césped del Nou Camp y de Cornellá en semanas alternas. Amén.

Dicho esto y sin aclararme entre lo jocoso o lo esperpéntico no sé si será un encuentro o un descubrimiento, la edición de Er Prinzipito en un supuesto, en absoluto cierto, andaluz con el grave añadido que su autor es profesor en una Universidad andaluza -arreglados van sus alumnos- si una herramienta de comunicación tan rica e imprescindible como la lengua castellana, en su interpretación andaluza y, abundaría, con matices y argot propios en cada provincia, se puede reinterpretar, vía escritura -primera laguna formativa del profesor-, lo que es perfectamente entendible fonéticamente.

Sea serio docentemente; el rigor y la ética de la enseñanza deben impedir el mal trato de las lenguas e idiomas así como cargarse el texto real de una obra literaria. En fin, esto es lo que tenemos.

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