En este momento, desde los altos cargos institucionales hasta el parado de larga duración se dan golpes de pecho cuando de educación se trata. Pero ¿Qué hay detrás del repetitivo lenguaje panfletario? Poco. Siempre hay algún acontecimiento, algún problema urgente que resolver, que obliga a dejar lo importante para después. Así, la Subcomisión parlamentaria que elabora un Pacto Educativo (por lo visto sin prisas y muy poquito a poco), creada hace un año y medio a fin de evitar la sucesión de leyes educativas que España sufre desde hace casi 50 años, está celebrando sus sesiones, pasando sin pena ni gloria ¿Se sabe algo de este proceso? Pues no, porque en este país el único proceso que se conoce es el procès catalán. Hace un par de semanas el PSOE sale de dicho grupo en desacuerdo por la financiación marcada por el PP ¿Sabían que hay riesgo de ruptura en el ansiado Pacto? Seguramente no, porque hay asuntos de mayor interés. La trivialidad con la que se disfrazan a los asuntos de calado en nuestro país, además de ser escandalosa, reduce cualquier credibilidad que se tenga en el sistema. Conclusión: cuando se desee que algún suceso pase desapercibido sólo hay que resaltar otro (si es frívolo, mejor) para que distraiga.

Padres y madres lo sabemos bien, lo hemos experimentado muchas veces y siempre con buenos resultados. Cuando el niño se empeña en maniobrar algo que puede resultar peligroso, lo mejor es distraerle. Nunca falla el darle otra cosa que acapare su atención y consiga que olvide lo que pretendía. Esta estrategia, tan primaria, tan infantil y tan ingenua parece ser que es la que están utilizando ahora los medios (con directrices recibidas, se supone) y con altos índices de éxito. Sólo hay que contar algún hecho intrascendente pero vestido de trascendencia: aparece en medios serios con lenguaje periodístico y meta conseguida: el personal está distraído; es decir, abandonado y despreocupado. El estado ideal para no alterarse por el paro juvenil, las listas de espera en la sanidad pública o las pensiones de nuestros hijos.

Porque un pueblo distraído se preocupa por la romería de su pueblo, no por la financiación educativa. Un pueblo distraído se preocupa por los resultados de los partidos de la Champion, no por quiénes son los responsables de diseñar una nueva ley educativa… En fin, un pueblo distraído pierde el sueño por ese máster que hizo Cifuentes y que ahora parece que de manera incompleta, pero no por la financiación de los actuales másteres.

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios