Después del 4-M

Lo más previsible es que nada cambie y continuemos con la inestabilidad de la política española

Pretender proyectar los resultados de un tipo de elecciones en otras, pensando que serán muy parecidos, no es un buen método de predicción, lo que no significa que no se puedan extraer algunas conclusiones, porque suponen un test acerca de lo que podría ocurrir en otros comicios. De ahí el interés que existe por los de Madrid.

Según las encuestas y lo que se percibe, habría que decir que, por el lado de la izquierda, todo parece indicar que la marca UP se va apagando, aunque entre en la asamblea madrileña y el resultado no sea tan catastrófico como en Galicia o el País Vasco, con un Pablo Iglesias que saldrá bastante chamuscado; que el PSOE, no crece, que no recoge los votos fugados de Cs y que, si se le diera la difícil oportunidad de formar gobierno, se encontraría totalmente dependiente de UP y de Más Madrid; y que este último partido se mantendrá o subirá no mucho, a costa de los morados y de los desilusionados del PSOE, pero, eso sí, dándole una patadita en el trasero al ex vicepresidente.

Por el de la derecha, todo apunta a un ascenso importante del PP, en la figura de Díaz Ayuso -salvo que en estos días se desgaste su capital político-; a un Vox descolocado por el avance de los populares, obligado a mostrar su rostro más duro e insensible; escenificado en el absolutamente rechazable cartel sobre los menas, que persigue afianzar al sector más radical de su electorado; y a un Cs cada vez más deshabitado y más vulnerable al estatus de extraparlamentario.

Se quiera o no, todas estas circunstancias, más los resultados que se den, se valorarán tanto en el Gobierno de Sánchez como en el de algunas autonomías, para estudiar si se adelantan o no las elecciones correspondientes; pero lo más seguro es que no puedan hacerlo. Una bajada sustancial de UP puede favorecer el retorno de votos al PSOE y la práctica desaparición de Cs potenciará al PP. Sin embargo, estos hechos en exclusiva hacen improbables adelantos de elecciones generales o andaluzas, como algunos sugieren. Salvo que se perciban despegues fuertes de los socialistas o de los populares, ni unos ni otros se arriesgarán. Sánchez continuará necesitando el apoyo de UP y los nacionalistas y Casado, sin un Cs, del de Vox, con la particularidad de que este partido parece estar llegando a su techo, entre otras cosas, por el nuevo discurso y estrategias de los populares. Por tanto, lo más previsible es que nada cambie y continuemos con la inestabilidad que caracteriza a la política española.

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