Tenía que pasar y pasó. Hace meses que los ciudadanos de a pie, esos que no son epidemiólogos, pero que tienen esa capacidad (más extraña cada día) de obrar según dicta el sentido común, avisaban que se viene olvidando con demasiada frecuencia las mascarillas, la distancia de seguridad o las medidas higiénicas. Por el contrario, parece que se va poniendo de moda el rebelarse, que "mola" imitar a Victoria Abril, irónica e incrédula, o a Bosé disfrazado de persona libre. Ahora procede rebelarse contra el "sistema", (qué más da cuál sea) y buscar nuevas formas de diversión, el echarse un pulso a ver quién se salta más reglas. Llegado el fin de semana, toca botellón en algún descampado o en domicilios privados o en "conocidos" bares a puerta cerrada.

En este escenario, no sorprendería que se celebrase la Semana Santa repitiendo los errores vividos en Navidad: flexibilización de medidas anti-covid y aumento de contagios. Pero no, esta vez, además, se concede barra libre para todos aquellos europeos que viajen a nuestro país, y facilidades para viajar y para "cervecear". De hecho, quiénes tanto protestan por la llegada de extranjeros a España lo hacen, sobre todo, por el coraje que les da no poder hacerlo ellos.

Tal como están las cosas, Madrid, en general, y Ayuso y Almeida en particular, serán señalados con el dedo acusador de postrarse ante los que llegan a Barajas con su PCR hecho, pero también y especialmente, porque cederán ante los caprichos de esos guiris borrachos que han llegado a la capital sin ningún tipo de prueba porque viajan por carretera. Barra libre para todos, que Ayuso los bendiga.

Barra libre para las autoridades de Ceuta y Melilla, responsables de las normas de protección del Covid, porque con una media de 250 contagios, se niegan a cerrar los bares. Han accedido, con esfuerzo, a impedir el consumo en las mesas del interior del establecimiento.

Barra libre para todos esos europeos que, ansiosos de diversión y cerveza, colaboran en el aumento de contagios en toda España (a excepción de Valencia).

Barra libre para los que circulan impunemente por Madrid, porque mientras practican turismo de "garrafón", burlando la prueba del PCR, Ayuso, su Presidenta, se entretiene haciendo números a ver cómo encaja a Tony Cantó en su lista de favoritos.

Mientras Madrid se convierte en un gigantesco Bar, Olimpo de borracheras, Parque temático etílico, ¿No será mejor quedarse en el Bar Madrid de mi barrio y tomarse unas cervecitas con habas enzapatás?

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