en lo escondido

Elena Sanz

Los colegios profesionales

Estas corporaciones son una unión de profesionales libres que buscan la ordenación del ejercicio de su profesión, la defensa de sus derechos, así como la de los usuarios, e igualmente su representación ante las instituciones. Pues bien, desde que se aprobó la llamada Ley Onmibus, se ha producido un hecho nuevo en el panorama de los colegios profesionales, puesto que se aprobó en concordancia con la regulación europea que no era obligatoria la adscripción a estas entidades, salvo que una ley estatal así lo prevea. Es decir, que para poder ejercitar tu profesión no debes integrarte en tu colegio profesional respectivo. Con esta simple frase "no debes" temblaron sus cimientos. Posteriormente otro aldabonazo en su mantenimiento ha sido el advenimiento de la crisis económica. Con ella en nuestras ansias por recortar gastos, los profesionales hemos mirado con ojos recelosos a estas entidades y con una clara tentación al ahorro de este gasto mensual que nos picaba en el bolsillo.

En contraprestación, estas entidades han mostrado y explicado su necesidad y defendido su existencia ante estos ataques masivos. Defendían la necesidad de la existencia de esta unión por grupos de interés para defender nuestros derechos, para protegernos de la intromisión, así como para alentar la formación, el asesoramiento e incluso el control deontológico de sus miembros.

Es lamentable que uno deba comenzar a entender y proteger estas entidades por efecto de su ataque directo, y que no haya una previa formación, asesoramiento y seguimiento del nuevo colegiado sobre las virtudes e importancia de estas corporaciones. La realidad es que se han puesto las pilas a todos los niveles cuando han visto las orejas al lobo. Los detractores de los mismos lo son por pura necesidad de recorte o por alejamiento a las ofertas que su colegio le proporciona; sin embargo, estimo que el cierre de los mismos les haría un flaco favor a la profesión, a su regulación y a los abusos que los propios profesionales y de otros, que quieran intervenir en trabajos a los que no están cualificados. Igualmente los ciudadanos no van a saber a dónde dirigirse para denunciar, no judicialmente, este posible abuso.

Tiemblan las bases de estos colegios profesionales que únicamente se mantendrán en pie y con la calidad necesaria si todos los profesionales reconocen la labor pasada y futura que han tenido, y hacen un esfuerzo económico y de acercamiento para valorar lo que tienen, porque si desaparecen, entonces sentirán el vacío y la soledad de no sentirse apoyados por una entidad que los protege y asesora del frío mundo exterior a los que todos los trabajadores libres nos enfrentamos.

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