Huelva

El obispo pide solidaridad ante la crisis

  • Los hermanos de la Hermandad de la Cinta pudieron volver a realizar la protestación de fe en la función principal que se le dedica a la Patrona en la Santa Iglesia Catedral de la Merced

La solemnidad de la fiesta de Nuestra Señora de la Cinta se centró en la mañana de ayer en el pontifical presidido en la catedral por el obispo de Huelva, monseñor José Vilaplana Blasco, quien dijo que esta fiesta de la Patrona "nos empuja a poner la mirada en los desfavorecidos con un corazón generoso". Aludió a la situación del momento presente, en la que conocemos los preocupantes datos del paro y tomamos conciencia de la crisis económica que nos afecta", lo que dijo impulsa a los cristianos "a renovar nuestra opción preferencial por los pobres" e invitaba a apoyar a las personas más desfavorecidas y a las instituciones que atienen a los sectores marginales de nuestra sociedad. "Trabajemos, pues, solidariamente, para que los que menos tienen no sufran más. Arropemos los pies de los descalzos".

La función de la Natividad en la que los onubenses dedican la jornada en homenaje a su Patrona, la abrió ayer el Himno de la Coronación Canónica de la Virgen de la Cinta, de Primitivo Lázaro y Francisco Garfias, que cantó la Coral Polifónica de la Merced, que dirige Sergio Lazo. Se adentraba así a una solemne función a la que no faltó nadie, tanto que como siempre las naves del templos se hicieron insuficiente, siendo muchos los que tuvieron que seguir con cierta incomodidad la celebración y es que falta al menos unas pantallas en las naves laterales y es que hasta que llegue la nueva catedral, Dios sabrá cuántas funciones como está habrá que celebrar en el antiguo templo mercedario. El acto religioso, a pesar de todo, se desarrollo con la solemnidad que caracteriza a esta jornada cintera. El obispo concelebró con más de una veintena de sacerdote, asistido por el cabildo catedral, le acompañaban el vicario general, Baldomero Rodríguez Carrasco y los vicarios Daniel Valera y Diego Capado, el capellán y el rector del santuario, Pedro Gomero y Julian Jiménez, respectivamente, con ellos beneméritos sacerdotes ya mayores como Antonio María Pulido o Manuel López Vega, siempre una institución, sin olvidar a comunidades religiosas como los Obreros de María, religiosas de Santa Teresa de Jornet, San Vicente de Paúl, así como el hermano José Antonio Gallardo Arroyo, de los franciscanos de la Cruz Blanca que lleva 25 años rezando la novena. El hermano mayor Manuel Roméu Martín presidió la mesa de gobierno de la Hermandad de la Cinta, al que acompañaban el presidente del Colegio Farmacéuticos, Francisco Peinado, y el presidente del Consejo de Hermandades, Modesto Fernández Jurado. Así como la Corporación Municipal, que presidía el alcalde Pedro Rodríguez, acompañado de su equipo de gobierno del PP y concejales del PSOE, encabezados por Manuela Parralo. Estuvieron presentes representaciones del Colegio de Procuradores y de las fuerzas de seguridad, Guardia Civil, Policía Nacional, Policía Local, Marina y Aviación.

Tuvo muchos detalles interesantes esta celebración que no pasan desapercibidos, como es el saludo inicial antes de incorporarse al altar del obispo a la Virgen de la Cinta, como lo mismo que al despedirse. Pero este año, si cabe fue una jornada muy especial para la Hermandad de la Cinta y es que después de más de una década todos los hermanos y hermanas -no sólo la junta de gobierno- podían hacer la protestación de fe. Así los llamabas ahora otro padre Antonio, el canónigo Salas Delgado, que abría un nuevo camino de felicidad para los hermanos cinteros siempre contrariados en este día por no permitírseles hacer la protestación de fe, que en esta ocasión siguiendo al obispo realizó todo los asistentes y luego fueron los hermanos de la Cinta los que se acercaron a jurar en los evangelios. Las lecturas las habían realizados Paqui Romero y Manuel Silván. Una función a la que asistieron también los anteriores hermanos mayores José Luis Gallardo y Julio Buendía; y el exaltador de la Virgen, Vicente Quiroga.

En la homilía monseñor José Vilaplana señaló, siguiendo el Concilio Vaticano II, que hay que contemplar a María en el misterio de Cristo y de la Iglesia, "esa es la clave para descubrir su auténtica identidad: todo en María ha de referirse a Cristo". Por eso, manifestó que la Iglesia, al contemplar "gozosa el nacimiento de María, atisba la luz de la aurora que nos anuncia el nacimiento del Sol de Justicia, Jesucristo Nuestro Señor, Luz del mundo". Habló de cómo en los pueblo hay muchos títulos que expresan esa vinculación con María y recordó la historia para referirse a la cinta que en Huelva Ella porta y que da título a su advocación; recordó la leyenda del zapatero que la invocó, "y su súplica fue escuchada, porque su fe y su oración se elevaron a Dios". Esta relación le llevó a afirmar que "la gran cuestión de nuestro tiempo es la cuestión de Dios: vivir sin Dios es vivir sin fundamente. Vivir como si Dios no existiera nos aboca al vacío y al 'sinsentido". Se echó en falta al final el canto de la Salve de los Marineros, que es el gran himno devocional y popular de Huelva a la Virgen de la Cinta.

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