Fútbol

Acto de fe albiazul (3-3)

  • El Decano levanta un 0-3 en contra para sumar un apoteósico empate que sabe a victoria. El Lugo marcó tres goles en tres llegadas ante un Recre que puso todo el fútbol y recibió su recompensa en el último minuto.

Apoteósico empate. Pocos puntos se celebrarán con más rabia y entusiasmo que el sumado ayer por el Decano. El Recre está tocado por los hados. Tiene ángel... Y fútbol y recursos y calidad y fe, mucha fe. Otro habría bajado los brazos. Se habría entregado a la evidencia de la tarde tonta que a todos llega. Habría maldecido su mal fario en una derrota irreal. Otro sí, el líder es diferente. El Recre de Sergi Barjuan brindó un acto de fe, de creencia plena en sus posibilidades y su fútbol. Creyó tanto en sí mismo como los suyos lo hicieron en sus posibilidades. La suma de un bloque sólido y convencido del camino y una grada entregada a la causa le hizo superar el más difícil todavía. Tuvo razón Quique Setién. El técnico del Lugo lo clavó. El Recre levantó el 0-3 porque jugó con doce. Sí. Fueron once jabatos y una afición.

Yo pongo el fútbol y tú los goles. A ese pacto tácito debieron llegar el Lugo y el Decano antes del inicio del encuentro. Otra explicación no hay. La lógica desde luego ayer no se dejó ver por el Nuevo Colombino. Un conjunto lo expuso todo. Tuvo la pelota, el control, el dominio y las ocasiones. El otro encontró lo único que le faltó a su rival: el gol. Así fue la primera parte. Luego llegó el coraje, la garra y la apoteosis.

Fue la tarde tonta. Esas que salen cada cierto tiempo en las que todo viene en contra. Con el mismo fútbol, nueve de cada diez encuentros habrían finalizado en victoria onubense. El décimo fue ayer. Y pudo ser una derrota. Todo apunta a ello. Pero esta temporada es diferente. Este Recre tiene algo especial que le hace salir de las peores, por más que no hubiese hecho méritos para caer.

El Lugo sorprendió muy pronto. Un balón a la espalda de los centrales le bastó a Rennella para abrir la cuenta a los cinco minutos. Viento en contra desde el inicio. El Decano respondió apretando y con fútbol. La meta de José Juan fue su horizonte permanente. Linares en una acción la enfiló a los diez minutos. Se marchó desviado el cuero.

Se inició el acoso sin derribo recreativista. Apenas unos segundos después Linares se marcó un pase de tacón que dejó a Arana solo. El hispalense quiso ajustar y la mandó fuera. Siguió insistiendo el Recre. Lo intentó a balón parado. Zamora cabeceó rozando el palo. De nuevo Linares remató ante el portero a la media hora. Nada. Comenzaba a ser desesperante. No era el día de Linares. El aragonés lo intentó de todas las formas posibles. De cabeza tras un gran centro de Arana tampoco encontró la portería de José Juan. Tampoco pudo Gallegos desde fuera del área superar al cancerbero en el minuto 36.

El gol iba a llegar. Era inevitable que lo hiciera... Pero no para el Lugo. Los de Quique Setién vivieron en su campo. Se defendieron bien y esperaron. Un contragolpe les brindó la oportunidad de sentenciar el choque cuando menos posible parecía. Pablo Sánchez se marcó una buena jugada para asistir a Álvaro Peña, que batió a placer a Cabrero en el minuto 37.

No fue un encuentro de grandes errores, pero sí de debilidad defensiva manifiesta. A los albiazules les faltó en momentos puntuales la agresividad necesaria atrás. Ante ellos un oponente que sacó el máximo rendimiento a sus escasos acercamientos.

En plena desesperación recreativista cayó el tercero. La duda en defensa habilitó al Lugo. Cabrero detuvo el primer lanzamiento. El rechace cayó a los pies de Pablo Sánchez que fusiló a su ex equipo.

El líder no se olvidó de los motivos de su éxito. Regresó de vestuarios con el cuchillo entre los dientes. Lejos de bajar los brazos, apretó el ritmo. Si iba a caer sería dejándolo todo. Linares puso de nuevo a prueba a José Juan en el minuto 55. El meta respondió con acierto.

La segunda mitad se jugó en el campo del Lugo. Los gallegos se defendieron. No necesitan arriesgar. Tampoco estaban en condiciones de hacerlo. Veían albiazules por todos lados. Eran once. No más. Pero corrieron, lucharon y pelearon como si les fuera la vida en ello.

La grada fue ejemplar. Despidió entre aplausos al descanso a un equipo que perdía 0-3. Creyó siempre en los suyos. No los dejó caer. Los aficionados con su fe alimentaron la de los jugadores. De la suma llegó el apoteósico final.

En un empate levantado a base de espíritu y brega el inicio lo debía firmar Cifu. El madrileño lanzó un zapatazo desde fuera del área en el minuto 67 que abrió la senda.

El Nuevo Colombino se inclinó hacia la meta de José Juan. El balón fue una y otra vez. Por las bandas, por el centro, desde lejos y en desplazamientos en largo. El modo pasó a ser secundario. Olía a gesta. El ambiente era inmejorable.

El Lugo perdió tiempo. Trató de anular el juego. Se empleó con dureza y buscó el enfrentamiento. Veía venir el desenlace y trató de evitarlo con el único argumento que le quedó. Ni por esas. Con Sandaza murió cualquier posibilidad.

Arana alimentó el sueño a falta de nueve minutos. El sevillano recibió dentro del área y picó con calidad exquisita a la salida del meta José Juan. 2-3. La gesta ya estaba a la vista.

Sergi Barjuan tocó arrebato. El Recreativo encerró al Lugo. Fue a por él. Lo cercó. Fijó su portería entre ceja y ceja y lo asedió. Los nervios medraron en ambos conjuntos. Los gallegos se vieron superados. Los albiazules se atascaron en su propia euforia y pecaron de exceso de celo. Les faltó la calma necesaria en ese instante.

Hasta que llegó la falta decisiva. Con el tiempo cumplido Álvaro Antón cogió el balón. Flotaba en el ambiente. Iba a ir dentro. Lo empujaron 6.057 recreativistas. El burgalés golpeó con clase. José Juan la vio pasar. El Nuevo Colombino explotó. Antón culminó el acto de fe.

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