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Psicología y salud: Lo que NO depende de nosotros

Lo que NO depende de nosotros

Lo que NO depende de nosotros

Hace una semana hablábamos sobre todas esas situaciones y decisiones que directamente recaen sobre nosotros, y que tantas veces tratamos de evitar buscando una justificación en los demás. Pero, como decíamos, también hay muchos casos en los que se nos plantean otras que no dependen de nosotros y sí de los demás.

Lo que dicen y piensan los demás de ti. Como dice la frase, “lo que piensen los demás de mí no es asunto mío”. Efectivamente, lo que digan y piensen otras personas de nosotros no lo podemos controlar. Hay personas a las que, sin haber tenido conflictos con ellos y no habiéndoles hecho nada que les pudiese molestar, notamos que no les caemos bien. Ya sea por envidia o por rabia, sentimos como que nos dejan de lado o nos critican.

Esto suele pasar mucho cuando alguien cuenta un chisme de otra persona; la mayoría de las veces, los receptores se lo creen sin cuestionar aunque no tengan ninguna prueba de lo que se afirma. Es probable que alguna vez te hayas visto metido en un lío o conflicto que nada tiene que ver contigo, pero en el que al final te ves involucrado. Porque lo que piensen y digan sobre ti no depende de ti, se escapa a tu control. Por eso es tan importante trabajar en nuestra autoestima y no depender de la opinión de los demás. El que dirán, lo que van a pensar... es uno de los daños que más nos limitan a la hora de ser nosotros mismos, en definitiva, libres.

Lo que sientan los demás hacia mi. Esto se ve sobre todo en las relaciones personales y afectivas. Nos hemos podido sentir atraídos hacia alguien pero a ese alguien no le interesamos o no nos corresponde. No tenemos ningún poder ni depende de nosotros que esa persona sienta alguna atracción hacia nosotros. Pero no solo en personas que acabamos de conocer y nos atraen; esto también ocurre con parejas que llevan mucho tiempo juntas, años, y ahora uno de los dos ya no siente lo mismo y deja de sentirse atraído por su pareja. Aquí suele haber mucha resistencia a aceptar algo que realmente no depende absolutamente nada de nosotros.

Esto se puede extrapolar a las amistades. Una de las partes deja de querer seguir siendo amiga y por mucho que lo intentemos o queramos arreglar, no podemos hacer nada porque lo que alguien decide con su vida no es asunto nuestro por mucho que nos duela.

Familiares, tíos, cuñados, hermanos... ¿Cuántas relaciones se han roto por una herencia, por otros conflictos, celos... y ya no quieren tener contacto? Están en su derecho, nos guste o no.

Lo que hagan los demás y como se comporten. Hay un empeño enorme en pacientes que vienen a la consulta queriendo cambiar a otra persona de su entorno: pareja, hijos, amigos... “Mi pareja, lo que tiene que hacer es... Mi hija es que tiene que cambiar...”. Querer cambiar al otro es una colonización de la otra persona que no nos pertenece. Si necesitamos que alguien cambie o sea diferente en su manera de actuar, el problema lo tenemos nosotros: si necesitamos que alguien actúe de otra manera para ser felices, el problema lo tenemos nosotros, ya que cada uno es como es.

No envejecer ni morir. Podemos mejorar nuestros hábitos saludables, por ejemplo, haciendo algo de deporte, comiendo sano o evitando el consumo de alcohol y de tabaco, pero eso no impide que envejezcamos, ya que no depende de nosotros. Al igual que morir. Creamos o no en la idea de que uno tiene su día, nada nos libra de morir. Somos seres mortales; sólo hace falta estar vivo para morir. Igual, claro, la muerte de nuestros seres queridos.

Que nuestro pasado fuese diferente. El pasado no se puede modificar, el pasado es el que es. Además, somos los que somos gracias a nuestras experiencias pasadas y por eso no debemos recordar nuestro pasado de esa manera tan negativa.

Preferencias mejor que exigencias. El psicólogo Ellis decía que si viniese un marciano a la Tierra, se quedaría sorprendido al ver cuán a menudo personas inteligentes se alteran muchísimo por no conseguir lo que no depende de ellos. Por ejemplo, cambiar a las personas, mientras no se plantean cambiar cosas que sí dependen de ellos, como mejorarse y aceptarse a sí mismos.

Lo que nos lleva a ser felices es la actitud de preferencia no de exigencia respecto a cómo deberían ser las cosas. Las cosas y circunstancias son como son y no como deberían ser, no como nosotros quisiéramos que fueran.

Hay que “aceptar lo irremediable y mejorar lo posible”. Aprender a liberarnos de nuestras exigencias reemplazando por preferencias. Preferimos que nos ocurran ciertas cosas, pero cuando la realidad no coincide con nuestras expectativas, podremos seguir siendo felices, ya que las circunstancias externas que no dependen de nosotros, no nos deben quitar la felicidad, que no es otra que un estado interior .

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