'Viaje de fin de curso: Mallorca', así es el caos crítico de la Generación Z ¿dónde verla?

Paco Cabalero dirige esta historia basada en hechos reales sobre un grupo de estudiantes confinados en un rebrote agudo del covid en el año 2021

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La presentación de la película 'Viaje de fin de curso: Mallorca' en Punta Umbría
La presentación de la película 'Viaje de fin de curso: Mallorca' en Punta Umbría

¿Qué podría salir mal cuando a un grupo de estudiantes de bachillerato se les confina en un hotel durante su viaje de fin de curso? Es una historia basada en hechos reales. La película Viaje de fin de curso: Mallorca se ambienta en el año 2021 tras un macrobrote de Covid-19 que hace que un grupo de estudiantes de segundo de bachillerato, y sus profesoras, se vean confinados en un hotel en Palma de Mallorca. Prime Video acaba de estrenar esta película producida por Zeta Studios. La presentación a los medios se ha desarrollado esta semana en un resort en la localidad onubense de Punta Umbría, recreando aspectos de la ácida historia.

Es un confinamiento que termina convirtiéndose en un Project X a la española firmado por la dirección de Paco Caballero (estuvo al frente de varios capítulos de Citas Barcelona), que más allá del desfase, la fiesta y las drogas, quiere poner el foco en la crítica social y el contexto de la Generación Z, una generación de supervivientes en la precariedad. La historia está escrita por los guionistas Eric Navarro y Natalia Durán, curtidos en producciones para TV3.

Durante toda la película resuenan las voces de los protagonistas que buscan poner el foco en la crisis generacional que asola y atraviesa a los más jóvenes. El sistema se pone en entredicho, a través de la defensa de los adolescentes, sus convicciones y la poca esperanza que los adultos les han dejado.

Para Sara Vidorreta, quien interpreta Nicky en la película, temas como la soledad, la frustración o la meritocracia se han convertido en un patrón en los jóvenes. “Partimos de una base en la que todos teníamos como ese gusanillo de decir hasta aquí”, explica la joven actriz tras el estreno en primicia de la película.

En la misma línea, para Aiden Botia, Toto en la película, “lo personal es mucho más público de lo que pensamos”.

“El tono de la película nos llevaba a no solo ser fiesta”, cuenta Paco Caballero, “sino también a los conflictos que sufren los personajes”. Caballero defiende el dejar de tratar a los adolescentes como “animales exóticos”, apostando por la escucha activa entre todas las generaciones, ya que “cuando pasa una desgracia son los primeros en actuar”.

Por su parte, Xavi Toll, productor ejecutivo, quería que fuera una película generacional para “los chavales que han vivido ese momento del confinamiento”, usando sus propias narrativas y códigos. Esto se tradujo en un “un rodaje intenso, complicado y divertido”, que se alargó durante seis semanas donde actores, equipo técnico y figuración vivieron en su propia piel el argumento.

Viaje de fin de curso: Mallorca es una película para disfrutar y reír con las ocurrencias de Yolanda Ramos, una veterana entre tanto chaval, pero sobre todo volver a conectar con los miedos de esos adolescentes que terminan el instituto en un momento de incertidumbre social.

“Todos hemos pasado un duelo”, cuenta Berta Castañé. “Me pasó un poco como a mi personaje, Gala, de preguntarme y ahora qué”, un sentimiento que consigue llegar al espectador y que invita a no juzgar a quien es.

El encierro se convierte en el vehículo de la narrativa, mostrando cómo los estudiantes lidian con la decepción y encauzan su energía en pequeñas rebeliones: desde asaltar los minibares hasta organizar fiestas improvisadas en las habitaciones.

La película explora las dinámicas internas del grupo, con personajes que representan arquetipos juveniles, desde el líder carismático a la chica insegura y el rebelde antisistema, mientras se enfrentan dilemas universales: el miedo al futuro, la presión de decidir entre estudios superiores o el mundo laboral, y las tensiones románticas y sociales propias de la adolescencia. Y las profesoras presentan un contrapunto generacional, lidiando con sus propios conflictos personales de adultos superados por sus circunstancias y tratando de mantener el ejemplo y el control en el entorno caótico de sus alumnos.

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