Los hechos comenzaron a producirse el 19 de marzo de 2015, cuando el acusado, sin antecedentes, se fue a vivir con la que entonces era su pareja y el hijo y la hija de ella. Aprovechando que en ocasiones se quedaban solos, el hombre, de entonces 36 años, comenzó a realizarle tocamientos en la zona genital, por encima de la ropa, a la niña.

En ese momento la pequeña tenía solo 11 años. Al año de ocurrir esto, el individuo comenzó a violarla de manera sistemática una vez a la semana hasta que la menor cumplió los 17 años y decidió denunciar las agresiones.

El escrito de la Fiscalía recoge que "el procesado fue intensificando paulatinamente dichas acciones en el plan concebido de satisfacción lúbrica". Siempre actuaba de la misma manera: recogía a la pequeña del colegio y la llevaba a una casa que pertenecía a él y que no era la vivienda familiar en la que ambos solían residir. Allí aprovechaba para violarla.

"Era una dinámica que se fue intensificando gradualmente a medida que la menor fue cumpliendo años, aprovechándose una vez más de las facilidades comisivas que su relación familiar de convivencia con la menor y el hecho de ser la pareja sentimental de su madre, unido a la circunstancia de poseer una vivienda propia diferente a la que constituía el domicilio familiar en el que convivían, que le propiciaban para llevar a cabo sus acciones libidinosas", dice el fiscal.

Cuando la menor cumplió 14 años comenzó a negarse a ir a dicha vivienda. Ante el desplante de la víctima, el presunto agresor empezó a amenazarla y a tener una actitud agresiva hacia ella ante la que la pequeña se acababa sintiendo reprimida y accedía a la agresión.

"Se veía abocada a seguir soportando y padeciendo en silencio dichos comportamientos ante el temor de que el procesado desplegase comportamientos más violentos contra ella y que le hiciera daño", declara el fiscal.

Un año antes de denunciar, cuando la chica ya tenía 16 años, el individuo llegó a pedirle que le hiciera felaciones hasta que el 11 de noviembre de 2021, con 17 años, se atrevió a denunciar.

El juicio por los hechos tendrá lugar en las próximas semanas en la sección octava de la Audiencia Provincial y en él la víctima ejerce la parte de acusación particular contra su padrastro.

El encausado se enfrenta a una pena de 15 años de cárcel, la prohibición de desempeñar cualquier trabajo que implique contacto con menores durante dos décadas, libertad vigilada durante ocho años y la prohibición de aproximarse y comunicarse con su hijastra durante los próximos 16 años. En concepto de indemnización se le exige el pago de 25.000 euros a la víctima.