La mirada del Señor

La naveta

El testimonio debe ser creíble por su contundencia y coherencia

El domingo de la función de instituto es el momento más importante de la cofradía. Es la ocasión para rendir cuentas con el Señor.

Está ahí arriba, en alto, presidiéndolo todo.

Ante el Señor hay que venir con la verdad por delante. Es el verdadero juez de la vida, de los actos de cada uno. Ante Él no caben mentiras. Aquí delante no le valen. Ni le servirá mentir, esta no es la justicia humana. Ni mucho menos les sirve a quienes les acompañen en la mentira.

De su mirada nadie se escapa. Jesús le dijo a sus discípulos: “No creáis que he venido a abolir la Ley y los profetas: no he venido a abolir, sino a dar plenitud” (Mateos 5,17).

Hay una frase hermosísima de Jesús: “La verdad os hará libres” (Juan 8, 32). La utilizó don Pedro Cantero Cuadrado en su escudo, que está en todo lo que levantó en esta Diócesis: Veritas liberabit vos. A mí me continúa sirviendo de regla de honor en lo personal y en lo profesional.

Pero no todos son capaces de tener una actitud consecuente con la valentía que proclama Juan.

Se puede vociferar en un patio en el menosprecio del lugar en el que se está. Aprovechar el engaño y la indefensión… Sin embargo la respuesta contraria es de no agresión.

Aquí, ante el Señor no sirven alardes, bravuconadas…

Hoy no es fácil estar sentado en primera fila y levantar la mirada al Señor. Alumbrado por los candeleros de la devoción de quienes lo visitamos a diario en su capilla y hoy se levanta con majestad en el altar para presidir el templo.

El Señor quiere autenticidad, compromiso, lealtad, sinceridad… Y algo que está poco en práctica: la fraternidad…

No es el momento de hablar si nos gusta más una túnica bordada o lisa, una calle u otra, Carrera Oficial o no, de una marcha u otra a la salida, del color de la flor, de una presea u otra.... No, ese no es el leitmotiv de La Naveta de hoy. No se dejen despistar.

Estoy hablando de algo más importante, de la relación entre los hombres.

El que pueda mirar a los ojos del Señor, que lo haga.

Cada cofrade ante el Señor es responsable de sus actos. Esta es la verdadera justicia, la de la mirada profunda del Señor de nuestras vidas.

¿Quién puede mentirle a Él?: NADIE.

En el día de la función de instituto, donde se proclaman tantos dogmas, se pone la mano en los evangelios, incluye también el compromiso de la verdad. Este sí es un compromiso de valentía, lo demás no.

“Por tanto, si cuando vas a presentar tu ofrenda sobre el altar, te acuerdas allí mismo de que tu hermano tiene quejas contra ti, deja allí tu ofrenda ante el altar y vete primero a reconciliarte con tu hermano, y entonces vuelve a presentar tu ofrenda” (Mateo 5, 23-25).

Esa es una valentía que algunos no saben afrontar. Es la que exige hoy la mirada del Señor. Ante el Señor no caben argucias para dudas razonable. El Señor es la verdad, con la que uno se levanta y se acuesta cada día, con la paz interior del trabajo bien hecho y gozoso.

La debilidad de la justicia humana puede verse acomplejada y busca dudas… pero ante el Señor, el único camino es la verdad.

El testimonio en la vida debe ser “creíble por su contundencia y coherencia”. Así lo demostraron quienes se presentan con la verdad en cualquier parte de la vida y sí pueden mirar a los ojos al Señor, no solo hoy sino todos los días del año en su capilla.

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