La Victoria, en un día muy especial
Un día espléndido que tuvo que aligerarse sin que la cofradía pudiera pasar por el Matadero ante la incertidumbre del tiempo
ERA el momento esperado, el volver a ver a María Santísima de la Victoria después de su coronación canónica, el pasado 5 de mayo, en el Miércoles Santo de Huelva. Se vinieron a la mente todas esas imágenes guardas en la memoria y en el corazón. El palio salía con un recuerdo del capataz, Enrique Izquierdo, a dos personas que le faltaban tras el paso, a Pepe Gutiérrez y Julio Márquez, que gozan ya de la presencia eterna de María Santísima de la Victoria.
En la calle, con el paso de pie después de la difícil tarea de sacarlo de rodillas, Enrique Izquierdo lanzó el primer viva a la Virgen de la Victoria, seguido por los que abarrotaban la calle Presbítero Pablo Rodríguez. Le dedicó la primera levantá en la calle a la Banda de Música de Nuestra Señora del Rosario de Sanlúcar la Mayor, que cumple su centenario. Sonó Reina del Polvorín Coronada, como adelanto de lo que iba a suceder en este Miércoles Santo, un rememorar en los corazones de todo aquel momento glorioso cuando el obispo de Huelva, José Vilaplana Blasco, colocaba sobre sus sienes la corona de la devoción de todo el pueblo de Huelva. Ese momento volvería a la mente a su paso por carrera oficial, cuando llegaba a la Plaza de la Constitución.
La cofradía avanzaba hacia su estación de penitencia, en un lugar tan emblemático como es en las Hermanas de la Cruz y, más tarde, en la parroquia de la Purísima Concepción, no sin padecer los sobresaltos de un tiempo inestable con una chovizna por carrera oficial.
El Señor de la Humildad se mostraba en una escena especialmente bella entre una multitud que acompañaba a la cofradía. Pasado el arco del Barrio Obrero y tras escucharse el Himno Nacional, que interpretó la Banda del Nazareno, la imagen del día no era otra que el paso de la Humildad arriba en la cuesta de San Cristóbal, comenzando a caminar entre un mar azul de capas de la Victoria que cubría toda la Alameda Sundheim, enmarcado el Señor entre las dos altas torres del Punto, la Huelva moderna y la de siempre representada en la cofradía.
El colorido Barrio Obrero envidiaba en ese momento el esplendor del palio de la Virgen de la Victoria, que se asomaba a ese balcón que mira hacia la Plaza de España. La Reina del Polvorín bajaba con elegancia por la cuesta del paseo de su nombre hasta llegar a su azulejo, donde Enrique Izquierdo se acordaba de los que después de 33 años han dejado este año el costal tras pasear a María Santísima de la Victoria coronada el pasado mes de mayo.
¡Así se pasea a la Madre de Dios!, esa era la exclamación con la que caminaba el paso, con vivas emocionados a la Virgen. ¡Escuchad los caireles en los varales. Todo el Barrio Obrero estaba pendiente de la Virgen que siguió en eclosión al cambio de la marcha. Llegó ese momento esperado cuando la Virgen de la Victoria estaba bajo el arco de su barrio, se completaba de alguna forma con la corona real del remate de su palio y en este día que llegaba coronada, por vez primera, en la tarde del Miércoles Santo. Una corona que muchos cofrades de la Victoria esperan ver recuperada en el arco. Pasó el arco con elegancia aunque con algún susto y tras escucharse una saeta dedicada a la Victoria en este mismo momento. Como decía la letra, hasta el sol sale para iluminarla en ese momento.
Este es el primer año como hermano mayor de Luis Manuel Parrales, que estuvo acompañado por el Barrio Obrero por el alcalde de la ciudad, Pedro Rodríguez, así como por el párroco del Sagrado Corazón de Jesús, Miguel Fuentes, así como por la asociación de vecinos del barrio.
También te puede interesar
Lo último