Al igual que el resto de las hermandades del Martes Santo, Pasión también retrasó una hora su salida procesional debido a las inclemencias del tiempo. Minutos antes de las ocho y media de la tarde tuvieron lugar las primeras levantás, que llevaron a cabo Antonio Díaz, el que fuera hermano mayor de la cofradía, en el paso del misterio, y la bordadora del conjunto bordado del palio, María del Carmen Mora, en el paso de palio.

En el paso de palio, que llevaba un lazo blanco en recuerdo del pequeño Javier Zamora, las dos velas más cercanas a la Virgen del Refugio, las denominadas las marías, llevaban el nombre de Ruth y José, los niños desaparecidos en Córdoba, con el deseo de que aparezcan y regresen con su madre.

A las nueve menos veinte de la noche salió la imagen del Cristo de Pasión de la Parroquia de San Pedro. Sobre un monte de claveles rojos, el Señor portaba la nueva cruz, donada por los hermanos, una réplica de la anterior pero mucho más ligera. El titular de la cofradía llevaba la Medalla de Huelva. Entre las novedades se encontraba un guión conmemorativo de la concesión de esta distinción, cuya vara lleva cincelado los escudos y las insignias de las entidades que se adhirieron a la petición de la Medalla de Huelva. También se estrenó un banderín dedicado al beato Manuel González, con el que la hermandad le reconoce la labor realizada por los más desfavorecidos.

El paso del misterio tenía un crespón negro en memoria de los hermanos y miembros de junta de gobierno Victoriano Valle y Ricardo Villegas. Al son de Cantemos al Amor de los Amores, interpretada por la Banda de la Virgen de los Reyes, la imagen del Cristo de Pasión fue avanzando lentamente por el porche de la parroquia. Ya en la Plaza de San Pedro le cantaron la primera saeta.

A las nueve y veinte cruzó el dintel de las puertas de la Parroquia de San Pedro la Virgen del Refugio, que recibió su primera petalada nada más bajar del porche de San Pedro.