Semana Santa

El Polvorín celebra junto a Rosario el 75 aniversario de la Hermandad de la Cena

La Virgen del Rosario en el altar de su plaza.

La Virgen del Rosario en el altar de su plaza. / Josué Correa

La iglesia del Corazón de Jesús abre sus puertas para que la Virgen del Rosario deslumbre a todos los devotos en una procesión en la que el barrio se ha volcado con la Hermandad de la Cena, con el objetivo de engrandecer aún más si cabe los actos por el 75 aniversario de esta cofradía tan señera en Huelva. Una vez más el sentimiento cofrade de los onubenses ha salido a relucir, acompañando al imponente palio durante todo el recorrido en un itinerario especial, diseñado especialmente para la ocasión y en el que la Virgen ha vuelto a pasar por algunas calles de El Polvorín después de muchos años. 

La emoción se palpaba en el ambiente y los nervios se dispersaron en un danzar de bambalinas cuando la Virgen cruzó el dintel de la iglesia. En el rostro de todos los presentes se podía adivinar la felicidad de ver a su madre volviendo a bajar la característica rampa que la llevó a la plaza del Rosario, en la que se levantó un altar para celebrar la misa pontifical. Fue la primera vez en la que la titular se posó en la plaza que lleva su nombre para bendecirla en un acto ceremonioso, donde se rezó el rosario desde el interior de la iglesia hasta que llegó al altar que engrandeció la plaza para celebrar su Función Solemne. 

Una de las procesiones más esperadas por los hermanos de la Cena, tratándose de la primera vez que sale de forma extraordinaria y lo hace en un día tan especial como es el de su onomástica. En la primera levantá se escuchó el martillo con fuerza del capataz, Fernando Melgar, que dedicó unas palabras a todas las personas que con mucho trabajo y fatigas fundaron esta cofradía, siendo la primera en abrir su casa de hermandad para todos sus devotos. El olor a incienso inundó el lugar, trayendo el recuerdo del anhelado Domingo de Ramos, en el que la dolorosa avanza tras su hijo que en esta ocasión aguardó dentro del la iglesia soñando con el amor de su madre. 

El palio llegando hasta la plaza El palio llegando hasta la plaza

El palio llegando hasta la plaza / Josué Correa

En una salida a costero a tierra, con la ayuda de toda la cuadrilla, la calle estalló en un aplauso y el palio de Rosario comenzó su caminar con el característico sonido de los rosarios que chocan con la plata de los valares encargados de cobijar a la dolorosa hasta la plaza, a la vez que se rezaba el santo rosario. La cruz parroquial se abrió paso con un cortejo formado por los hermanos que han querido acompañar a su madre en un día donde hace historia, en el que venera su festividad repleta de preseas y donaciones de sus devotos, como el galón que llevaba en su pecho recordando su intercesión en la victoria en la batalla de Lepanto.

Tras la misa presidida por el párroco del Corazón de Jesús, José Manuel Barral, la procesión continuó en un recorrido donde la Virgen se recreó en cada revirá, acompañada por los sones de la Asociación Musical Ecijana (Amueci) y con un exorno floral a manos de Antonio Rivera, donde predominaron los colores blancos y ocres y estuvieron presentes los alelies, las rosas de jardín e Hypericum, además de otras flores de acompañamiento. 

El palio estrenaba el bordado de las bambalinas laterales, obra del onubense Abraham Ceada y la titular vestía una saya de otomán bordada en oro portando numerosos estrenos que habían sido donados por diferentes grupos de devotos. Además, lucía sus característicos corales, con un cetro de reina entre sus manos y en su fajín la medalla de Emigrantes, una hermandad que se ha hermanado con La Cena por su unión durante los años. 

Primer plano de la Virgen del Rosario. Primer plano de la Virgen del Rosario.

Primer plano de la Virgen del Rosario. / Josué Correa

El recorrido se convirtió en un momento de disfrute, en el que los amantes del mundo cofrades pudieron ver el esplendor de un palio que recorrió las calles engalanadas de su barrio arropado por todos sus hermanos, en el que una petalá se fundió en su techo entre aplausos. La Hermandad de la Cena vivió una tarde que queda marcada a fuego en su historia, en un año donde las conmemoraciones y los reconocimientos por su aniversario no han cesado. El Cristo del Amor con la medalla de la ciudad y la Virgen del Rosario en su primera extraordinaria han cerrado un curso en el que la cofradía ha demostrado su ya sabido papel relevante en la Semana Santa onubense. Cuando las puertas de la iglesia se cerraron ya se sueña con un nuevo Domingo de Ramos para volver a ver el rosto de Rosario iluminando su barrio. 

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