El Señor se volvió a encontrar con Huelva en su Madrugada eterna. La parroquia de la Concepción abrió sus puertas a las cuatro de la mañana para convertirse en un río de devoción.
Una aurea de incienso le cubre en su paso nada más salir. Altar andante donde este año el Señor lucía una extraordinaria túnica bordada, regalo de devotos para este caminar de emociones. Una estampa en la que por vez primera le veíamos, en el recuerdo historiográfico otra más sencilla. La que estrenaba en esta salida deja grabado muchas ofrendas, por tanto bueno que Jesús el Nazareno le regala a Huelva a diario. En la retina queda su túnica morada, pero esta es igualmente devota, enriquecida con puntadas también de fe y sentimiento, e igualmente guiada por el cariño hacia Él.
Sus pies desnudos avanzaban por los fríos adoquines de la ciudad, que se viste con monte de claveles rojos para este acompasar de su caminar, a hombros de una cuadrilla de costaleros que lo entrega todo. Cuatro marchas a la salida para recrearse con los sonidos de su banda de cornetas y tambores, de la que presume no solo su hermandad, sino la ciudad de Huelva.
Eterno el Señor, más emocionante cuando se va acercando y le se siente cerca. De su parroquia a enfrentar su mirada hacia la Inmaculada Concepción en su monumento. Ella, como el Señor están ambos todos los días en la calle, porque Él permanece en los corazones de los onubenses en ese tránsito diario en su capilla. Ahora es Huelva templo abierto para cobijar a Jesús el Nazareno.
Las saetas sentidas, las oraciones musitadas por tantos y tantos devotos que le acompaña en esta noche, en la que la luna de la Parasceve corona el cielo de Huelva, que se detiene ante nuestra mirada sobre la torre de la Purísima Concepción con aguja que tocan a lo más alto.
La Madrugada avanza para dejar que a Ella, la Virgen de la Amargura, no le reste tiempo para acompañar al Señor y la estampa se hace cálida y hermosa. Este año de reconocimiento a la una pieza musical que es un himno cofrade en toda Andalucía, Amargura de Font de Anta que cumple su centenario y la hermandad ha querido que suene en el interior del templo.
Huelva está ahí, expectante, para piropearla y la mira en la compañía de San Juan, en esta noche en la que se postrará como una paloma inmaculada a las plantas de la iglesia conventual de las Hijas de Santa Ángela de la Cruz. Aquí se vuelve a repetir esa sinfonía de ángeles que son sus hermanas en el canto celeste que ilumina la noche intensa en la que Huelva es un latir permanente con Jesús Nazareno.
El Señor muestra sus manos y enseña cómo abrazar su cruz, la de cada día. Ahora su mirada se clava en cada uno de los que en las aceras les esperan. Mientras, una multitud va de promesas tras sus pasos, sintiendo una a una cada pisada, es el rachear de la devoción de Huelva ante el Señor.
Amanecerá tras una larga Madrugada, sorprende la niebla en Doce de Octubre, plaza con sabor a salitre. El día se abre de la calle Marina a la que lleva su nombre. Las saetas vuelan como plegarias, en las que cada uno de los que las escuchan le van poniendo el verso de su corazón. Espinas clavadas que en el perdón consigue disipar el dolor.
La mañana se hace luz con el Señor camino de su Casa. La multitud se apodera de la calle, en este itinerario oficial en la devoción de Huelva hacia el Nazareno de la Concepción. Reescribe su historia en un nuevo paisaje urbano donde Él es igual que siempre. Se le ve avanzar y se le espera que llegue y emociona cuando se detiene a tu vera. El Señor es misericordioso y regala estampas siempre deseadas, soñada y dibujadas en el corazón de todos a los Jesús el Nazareno quiere.
La banda que viste de gala ofrece una y otra marcha, junto a ellos van quienes cargados con la cruz de su penitencia caminan detrás del paso esperando encontrarse con Él dentro en su iglesia, para volver a mirarle con el corazón abierto, nuevo y agradecido.
El balcón de Huelva Información parece apostado sobre el mismo paso. Se escuchan saetas y el Señor avanza para mostrarse en el horizonte de Méndez Núñez sobre el pueblo de Huelva que le espera. Le abraza en multitud, que clava su mirada atentamente en sus ojos. Bendito el nombre del Señor: Jesús Nazareno.
Se va sintiendo ahora la llegada por La Placeta de la que es la aurora en esta Madrugada. La Amargura llega con la hermosura de la mujer, con el dolor transido de la Madre e, igualmente, henchido porque ha tenido a Huelva iluminando su candelería. Pendiente de cada flor, de cada suspiro. Se escucha la Salve que canta el pueblo junto a los músicos de las Mercedes de Bollullos, se acerca la hora del ángelus y es rezo compartido antes de que entre en su casa.
Hay una nueva chicotá de amor envuelta en pétalos a su recogida. La lluvia de ayer fue de emociones y de flores. La Amargura se nos va yendo como en un suspiro que Huelva guardará en el corazón, en el mismo lugar que tiene a su Señor. El Nazareno, principio y fin de todo.
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