Dolores que dan vida
Puntadas sin hilo de Lupe Gallardo

Huelva/Fue un 15 de septiembre, día en que la iglesia celebra a Nuestra Señora de los Dolores, del año 1992, cuando tras la pérdida de un jovencísimo ángel descubrí en primera persona, y de cerca, lo que es el mayor regalo en el gesto de donar. Una familia que, ante la trágica pérdida de su risueño hijo, decidió que sus pizpiretos ojos, sus riñones, su gran corazón, todo lo que pudiera dar vida de él, no se perdiese y diese luz a esas otras personas que gracias a la generosidad de esa gran familia pueden disfrutar hoy de la vida. No conocía a nadie que hubiese realizado ese regalo y para mí se me quedó tan grabado que tenía que hacer algo, dar visibilidad a ese gesto, pero aún no sabía cómo.
No hay mayor regalo que donar, sobretodo en momentos de dolor. Desde aquí, ahora que tengo la oportunidad realizo un llamamiento y os pido una reflexión: donar es un acto altruista, es el mayor gesto de bondad y solidaridad. Hay muchísimas personas que pueden seguir adelante con los suyos gracias a esas otras personas que, ante una pérdida, hacen que de la muerte nazca vida.
Desde esta humilde aportación, aprovecho de nuevo la oportunidad y con vuestra venia os cuento el proceso de “Luz de Vida”; en el caso de mi hermandad, “Dolores que dan vida”.
Todos conocemos que existen donaciones, de eso España sabe mucho, pues incluso en pandemia fue líder en donaciones, orgullosa de mi país ante este hecho.
Yo quería darle visibilidad a las donaciones que, aunque conocemos, hay que transmitir con normalidad el hecho de donar. Y encontré lo que buscaba cuando era miembro de junta de mi Hermandad del Perdón, pues podría aportar algo a este llamamiento y dentro del mundo de las cofradías.
Vi en algunos pasos de la ciudad vecina cómo hacían presente ese compromiso en un cirio en la candelería del palio de su titular y yo quería aportar lo mismo, dar visibilidad. Ante la salida extraordinaria de mi Virgen de los Dolores, aquel 14 de septiembre de 2014, me puse manos a la obra.
Busqué diferentes posibilidades de cómo llevar al efecto aquella idea que tenía sobre papel, y todo me llevo a la hermandad de San Juan del Puerto de Nuestro Padre Jesús del Gran Poder. Ellos lo habían realizado unos años atrás, me explicaron cómo lo realizaban, y todo fueron facilidades. Meses más tarde ellos apadrinaron tal acto, sencillo, lleno de cariño y humanidad, con apoyo y bendición de D. José, Obispo por aquel entonces de la Diócesis de Huelva. Desde aquí agradecer a mi Hermandad del Gran Poder, su participación, su compromiso y su acompañamiento en esto que pensamos que es de suma importancia, que es hacer llegar a los demás nuestra aportación de compromiso a las donaciones.
Junto a ambas hermandades, acudieron a la llamada, familiares que habían donado y receptoras de ese gesto hecho con sumo amor, y así se gestó “Dolores que dan vida”, y que brilló ese 14 de septiembre en aquel palio prestado, también desde el amor y el compromiso.
Desde entonces, cada Lunes Santo, y a la espera de que el sueño llegue para nuestra Señora de los Dolores, esa luz ha acompañado a nuestro guión sacramental.
En cada quinario, allá por la tercera semana de Cuaresma, se realiza el encendido de “Dolores que dan vida” y nos ilumina en cada misa de Hermandad, y es desde allí donde se encienden los cirios que nos acompañan por las calles de mi Huelva cada Lunes Santo.
Por mi parte, cada vez que he tenido la suerte de pregonar o exaltar en alguna Hermandad me ha acompañado el cartel que promociona dichas donaciones, intento que, allá donde vaya, venga conmigo y, aunque no siempre es posible, yo sigo con mi empeño de seguir trabajando en mi compromiso de recordar que las donaciones son importantes.
Pero este Lunes Santo será especial por muchos motivos, se habrá cumplido el sueño de mis hermanos de la Hermanad del Perdón de ver a aquella bella imagen de nuestra Virgen de los Dolores bajo palio, pero, personalmente, también se verá cumplido mi sueño de ver en dicho palio el cirio anunciador de “Dolores que dan vida”. Todo es poco, lo sé, pero para aquella joven que vio de cerca lo que significaba una injusta pérdida en el seno de una familia amiga, y donde ellos no dudaron la donación, es importante ver que su gesto y el trabajo de aquella junta de gobierno que me acompañó se pone de manifiesto y verá la luz.
Desde aquí vaya mi reconocimiento a las familias que han pasado por este duro trance y que decidieron que su familiar daría luz a personas que estaban en la oscuridad, y a los profesionales que con la ayuda de Dios consiguen que esto ocurra. Un verdadero milagro. Recordad que todos somos receptores en potencia, pues quizás la perspectiva más común sea la del donante y no del receptor. Mañana, día 30 de marzo, se celebra el día mundial del trasplante y desde aquí de nuevo aportar mi granito de arena. Cuando vean este Lunes Santo a mi Virgen de los Dolores vean también lo que significó y significa “Dolores que dan Vida”.
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