Ayamonte se viste de nazareno para recibir a Jesús Cautivo
Procesionó ayer junto al Cristo de la Buena Muerte y la Virgen del Rosario
Hace ya 46 años de su fundación, cuando un grupo de jóvenes, muchos de ellos con menos de 20 años, se echaron sobre sus hombros la responsabilidad de llevar una hermandad hacia delante. Ninguno de ellos podían pensar que casi medio siglo después, su hermandad fuera de las más importantes y seguidas de la Semana Mayor ayamontina.
Su primera estación de penitencia la realizaba un año después de su fundación, es decir, en 1972. Lo hacía con el Cristo de la Buena Muerte cedido por la Hermandad del Santo Entierro de las Angustias, de autor desconocido aunque se le atribuye a la escuela de Martínez Montañés, y la Virgen del Rosario cuya autora es de Antonio León Ortega. Un año después salía un tercer paso, el Cautivo, también de León Ortega.
Ayer, procesionó de nuevo con todo su esplendor y otra vez en la calle Jovellanos, lugar donde se encuentra el templo de las Mercedes, sede canónica de la hermandad, estuvo abarrotada de cofrades y público en general para ver la salida de esta hermandad.
Por las dimensiones de la puerta del templo, la hermandad se empleó a fondo para sacar las imágenes a la calle. El primer paso, el de Jesús Cautivo, tuvo que ser bajado a través de las trabajaderas con un artilugio (diseñado por el hermano ya fallecido Joaquín Landero), al igual que el paso de la Virgen que llevó la emoción a todos los presentes. Mientras, la imagen del Cristo de la Buena Muerte era inclinada hacia atrás para poder salir del templo.
La nota musical la pusieron, la Agrupación Musical Cristo de la Buena Muerte para el paso del Cautivo, la banda de Cornetas y Tambores Cristo de la Expiración de Huelva y la Banda de Música María Santísima del Rosario para el paso de la Dolorosa del mismo nombre que la banda. Los capataces fueron, para el primero de los pasos, Diego Fábregas, para el segundo, José Nicolás Jesús y para el tercero, Antonio Cavaco.
En cuanto al exorno floral, el Cautivo llevó claveles morados, el Cristo de la Buena Muerte claveles rojos con crestería en morado y Nuestra Señora del Rosario claveles blancos.
Numeroso público se agolpó para ver las imágenes: la del Cautivo que va pregonando humildad y caridad, y en la que le van siguiendo cientos de promesas por favores concedidos o peticiones de otros muchos; la del pequeño pero al mismo tiempo grande, Cristo de la Buena Muerte, que aún en la cruz, pedía al Padre por todos los hombres; y la de una Madre, la del Rosario que a través de su palio con mallas de oro transparente iba regando paz, amor y bendiciones a todos los presentes.
El paso por el convento de las Hermanas de la Cruz y de la propia Casa Hermandad fue también muy emotiva. Sobre la una de la madrugada entraba en el templo la Cruz de Guía.
Destacar la subida, antes de acceder al templo, de los pasos por la calle Felipe Hidalgo, dado que las dimensiones de dicha calle exceden de la de los cortejos en tan solo unos centímetros. A su paso tan solo se escucharon, sobre todo el paso de la Virgen, las voces del capataz que tuvo que hacer, junto con sus auxiliares, verdaderos esfuerzos para que los varales no rozaran con los balcones de la referida calle. Momento de incertidumbre y de zozobra que se vive cada año y que es premiada con grandes aplausos por los miles de personas que viven esos momentos.
También te puede interesar
Lo último
Postrimerías
Ignacio F. Garmendia
Zamiatin
Madrid es el Nueva York europeo
El parqué
Rojo generalizado
Cambio de sentido
Carmen Camacho
Plácido