Semana Santa

Amanecer de gozo con el Nazareno

  • Una gran petalada recibió al palio de la Virgen de la Amargura a su entrada en la iglesia de la Purísima Concepción Veinticinco años de la recuperación de la Cruz de Jerusalén para abrir el cortejo penitencial

HUELVA vivió intensamente la Madrugada en la segunda vez que en este año tenía a Jesús Nazareno en sus calles. Lo hizo en antes para abrirlo todo desde la mayor de San Pedro, hasta donde volvió esta Cauresma en regalo a Huelva por los 500 años de su parroquia de la Purísima Concepción. En el vía crucis de las hermandades, recordando al Sermón del Paso.

De la Concepción volvía a salir el Viernes Santo a las cuatro de la madrugada, la misma hora de siempre. De nuevo el Señor ponía luz en la Madrugada, resplandor en las tinieblas. Cuántas ganas tenía Huelva de estar con El.

Hay tradiciones que se recuerdan y otras que se mantienen, en casi cinco siglos de hermandad mucho se ha caminado junto al Nazareno. Se cumple ahora 25 años de aquella salida que recuperaba la Cruz de Jerusalén abriendo el cortejo de la cofradía de la Madrugada. Entonces también se habló del Nazareno y su hermandad, -como se hace ahora de otros muchos temas- y todo se recondujo para que la sobria Cruz de Jerusalén, del siglo XVII, y ribeteada ahora por la orfebrería de Ramón León Peñuelas, recuperara el sitio que merece. Considerada titular de la cofradía, cada año cuando aparece en el dintel de la parroquia de la Purísima Concepción, se interpreta la Marcha Real.

El Señor salió contundente al paso de sus costaleros, caminando sobre un momento de claveles rojos, moviendo su túnica al aire de la madrugada de Huelva, enmarcado por la torre de la Purísima Concepción. Delante, José Carlos Martínez y José María García. De una chicotá, con una marcha detrás de otra de la Banda de Cornetas y tambores del Nazareno, que llevaba uniforme de gala para ir tras la imagen del Señor, así llegó hasta la esquina de la calle Rafael López.

Luego se escuchó Salve Amargura con la Banda de las Mercedes de Bollullos. El palio andaba en el interior del templo acercándose hasta la puerta, lo mandaba Fernando Cárdenas. Se escucharon vivas a la 'Virgen de la Amargura' a la 'Reina de la Concepción a 'La Madre de Dios'. Enmarcó luego este momento la marcha Amargura de la Concepción.

Más tarde cumplía la cofradía con el protocolo del Consejo de Hermandades, como una más de las que procesionan en la Semana Santa. La Carrera Oficial se abrió para la cofradía a las 04:40 y ahí estuvo en el espacio donde todas transcurre, cumpliendo sencillamente con lo que marca los estatutos del Consejo. Cuestión para el análisis es la obligatoriedad, de su paso por la Carrera Oficial. La escena es la misma que la última vez, los palcos vacíos y es que la inmensa mayoría de usuarios de estos, cerrado el Jueves Santo no vuelven a ellos hasta la tarde del Viernes Santo. Es un tránsito casi desolador, nada que ver con cualquier otra jornada de Carrera Oficial. La gente que estaba era la que venía acompañando al Señor. Por eso el año pasado el transitar de la cofradía fue por Concepción hacia Palacio, buscando la Plaza Niña, sin pasar por el trayecto común a todas las cofradías. El argumento era la inseguridad, o al menos al que se le dio más interés. El paso por la Carrera Oficial será, por tanto, un tema que seguirá en el análisis, le tocará a la nueva junta de gobierno ya que el mandato de José Luis Borrero Ochoa finaliza con el cabildo de elecciones previsto para el próximo mes de junio, y sin haber convencido a los hermanos mayores del pleno del Consejo.

Pasado el tramo oficial, luego fueron todas las calles, por las que caminó, unas y otras, se alegraron de su presencia.

El Señor iba espabilando los corazones, y las calles fueron suyas, como lo son tantas oraciones, gracias y peticiones que a lo largo del año están ahí, en su presencia. Chicotá a chicotá que les fueron acercando a buscar el aroma salobre de la ría por Doce de Octubre, donde Huelva amanece al compás de la alegría de tenerlo, de ver y entender que la luz tiene aquí una fuerza muy distinta cuando está cada mañana de Viernes Santo el Nazareno. Se abría así la otra carrera oficial, el trayecto de siempre, que le lleva calle Marina arriba, por la antigua Calzada hasta la parroquia de la Purísima Concepción. Aquí las saetas de siempre, que vuelan al viento de la mañana en la calle que lleva el nombre del Nazareno. Todas emocionantes y con un guiño especial la de Pepe El Marismeño, que volvía al balcón de siempre para cantarle al Señor.

La Cruz de Jerusalén llegaba al templo de la Purísima Concepción a las 09:10. Resultó una recogida emocionante con todos los matices de la mañana de Huelva con Jesús Nazareno, pero se hizo especialmente lenta, recogido el palio una hora después de lo que marcaba los horarios oficiales, entraba pasada las doce de la mañana. La hora del Ángelus, lo que añadió un nuevo matiz a ese desatado afecto que se le demostró a la Amargura en su entrada.

El último tramo del recorrido, de La Placeta a la Concepción, se vivió intensamente. De gozo con el Nazareno, una marcha tras otra, y el último relevo de los costaleros, abrazos y felicitaciones por una Madrugada como todos querían que fuera. Ahora sí, los palcos de esta zona estaban atestado de persona y en la calle no se cabía. Eran las horarias de las once en el reloj de la parroquia cuando el Señor entraba en su templo, rodeado de cientos de miradas. A partir de ese momento empieza la otra procesión, la del día a día, la de la visita al Señor en su capilla, la del reguero constante de tantos que acuden a Él.

El palio de la Amargura llegó en este último tramo de su recorrido acompañado con mucha alegría. Gustó bastante la selección de marchas, que se le cantara la dedicada a la Patrona de Huelva y sonara también Campanilleros. Hubo una hermosa petalada a la entrada, se nota que en la recogida cada vez se quiere hacer mejor las cosas. Se escucharon las horarias de las doce en este tiempo de la entrada del palio que sobrepasó el dintel de la puerta seis minutos después de las doce cuando el sol estaba arriba del campanario y la única música que quedaba era la de los vencejos y golondrinas en el cielo de Huelva. La Madrugada se había convertido en mañana de gozo.

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios