Nuevos horizontes en la investigación de las enfermedades neurológicas

La biotecnología va definiendo cómo serán los futuros abordajes del Alzheimer, la esclerosis múltiple y el ictus

Laboratorio del Instituto de Investigación Sanitaria San Carlos, en Madrid, donde se estudian estas aproximaciones en fase preclínica. / Archivo

Hidrogeles inteligentes que se inyectan por la nariz, minicerebros en el laboratorio para probar fármacos, vesículas microscópicas que funcionan como mensajeros y terapias celulares diseñadas para reparar la mielina dañada. Son algunas de las líneas de investigación presentadas durante el último congreso de la Sociedad Española de Neurología, con especial protagonismo del el Instituto de Investigación Sanitaria San Carlos (Idissc) de Madrid, que apunta hacia un futuro más preciso y menos invasivo en el tratamiento de enfermedades neurológicas como el Alzheimer, el ictus o la esclerosis múltiple.

El químico Juan Carlos Mateos Díaz, de la Unidad de Biotecnología Industrial CIATEJ (México), trabaja con biomateriales basados en quitosano –un polisacárido de origen natural– funcionalizados para formar hidrogeles biocompatibles capaces de alojar células y favorecer su integración en el tejido cerebral. Estos materiales se han probado ya en modelos animales de lesión cerebral, con mejora de marcadores neuronales y reducción de la inflamación.

Hemos pasado de un residuo agroindustrial a un hidrogel capaz de soportar células y crear un entorno más favorable para la reparación del tejido nervioso”, explica. “El gran reto ahora es producirlo a gran escala y con calidad suficiente para plantear ensayos clínicos en humanos”.

Llegar al cerebro

Existen terapias celulares dirigidas a la remielinización que se aplican vía intranasal

Sobre esa base se apoya el trabajo de Daddy Denise Ojeda, del Laboratorio de Neurobiología del mismo instituto, que explora la vía intranasal como ruta directa hacia el cerebro para terapias celulares dirigidas a la remielinización, clave en enfermedades desmielinizantes como la esclerosis múltiple.

“Si administramos las células sin protección, muchas se pierden o mueren antes de llegar al sistema nervioso central”, explica. “Con el hidrogel intranasal conseguimos que permanezcan más tiempo en la cavidad nasal, lleguen vivas al cerebro y se integren en las zonas dañadas”.

En modelos experimentales, las células precursoras de oligodendrocitos administradas con este vehículo han logrado restaurar de forma notable la mielina y reducir la inflamación en el tejido cerebral.

Vehículos terapéuticos capaces de cruzar la barrera hematoencefálica

La doctora Marina García, del Instituto de Investigación Sanitaria San Carlos (Idissc), trabaja en el potencial de los exosomas, diminutas vesículas liberadas por neuronas y células gliales que transportan proteínas y material genético. Se estudian como biomarcadores y como vehículos terapéuticos capaces de cruzar la barrera hematoencefálica y llevar fármacos o moléculas protectoras directamente al sistema nervioso central. “Son como nanomensajeros: nos hablan del estado del cerebro y, si aprendemos a cargarlos con las moléculas adecuadas, pueden ayudar a frenar la inflamación y favorecer la reparación”, explica.

La neurobióloga María Teresa Larriba presentó la otra gran herramienta emergente: los organoides cerebrales, pequeños modelos tridimensionales de tejido nervioso generados a partir de células madre humanas. Estos minicerebros permiten reproducir procesos tempranos de enfermedades como el Alzheimer, el Parkinson o la ELA, y probar fármacos en un entorno mucho más similar al cerebro humano que los cultivos tradicionales o algunos modelos animales.

“Los organoides han abierto de verdad la puerta a la medicina personalizada en neurología”, subraya. “Podemos crear un modelo a partir de células de un paciente concreto, introducir las mutaciones que sabemos que tiene y probar distintas terapias en su propio minicerebro antes de llevarlas a la clínica”.

Aunque todas estas aproximaciones se encuentran aún en fase preclínica, garantizarán el desarrollo de mejores modelos, vehículos y biomarcadores, que podrían cambiar en los próximos años el abordaje de estas enfermedades.

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