La percepción social de la obesidad avanza, pero el prejuicio sigue intacto

Expertos y pacientes insisten en que es una patología compleja y multifactorial

Incluso entre quienes entienden el concepto, el estigma social apenas se mueve y sigue afectando en lo cotidiano

Realización de una prueba de Índice de Masa Corporal en una campaña de preveción. / LUIS ACOSTA / AFP

Desde hace tiempo, la comunidad médica y algunas asociaciones de pacientes inisisten en la importancia de percibid la obesidad como una enfermedad compleja, crónica y multifactorial. El mensaje ha ganado terreno en los últimos años. Sin embargo, un estudio con una muestra representativa de la población adulta española sugiere que este cambio de marco, pasar del “es culpa de la persona” al “es una enfermedad”, no se traduce en menos prejuicios. Es decir, entender mejor las causas no implica, por sí solo, tratar mejor a quienes viven con obesidad.

La investigación, publicada en Scientific Reports, ha preguntado a 1.000 adultos en España por sus creencias sobre la obesidad, sus estereotipos y su disposición a discriminar en situaciones cotidianas. El resultado principal no es muy reconfortante. El sesgo por el peso se mantiene prácticamente igual tanto entre quienes ven la obesidad como una enfermedad como entre quienes la atribuyen a falta de autocontrol.

El trabajo ha sido desarrollado por un nutrido grupo de investigadores. Entre ellos dos andaluces: Cristóbal Morales, del Servicio de Endocrinología y Nutrición del Hospital Vithas de Sevilla; y María Malagón, del Instituto Maimónides de Investigaciones Biomédicas de Córdoba.

Un 40,8% de la población cree que solo es un problema de falta de autocontrol

La encuesta parte de una pregunta sencilla: ¿cambia algo en las actitudes sociales cuando se reconoce que la obesidad no depende solo de “comer menos y moverse más”? En la encuesta, un 59,2% de los participantes consideró que la obesidad es una enfermedad, mientras que un 40,8% la atribuyó a una falta de autocontrol. En el primer grupo (el que asume el enfoque de enfermedad) hubo más mujeres y más personas con nivel educativo universitario y clase social media-alta.

Así, mejorar el conocimiento sí cambia algunas opiniones, pero no desactiva el prejuicio. Por ejemplo, quienes ven la obesidad como enfermedad reconocen en mayor medida que la regulación del peso depende de factores biológicos, genéticos y ambientales (58,4% frente a 35,2%). Y también apoyan más que los fármacos contra la obesidad se financien con fondos públicos (74,3% frente a 56,6%). Sin embargo, cuando se pregunta por conductas y actitudes de rechazo, el retrato es muy parecido en ambos grupos.

Aproximadamente un 30% de los encuestados reconoció haber sentido en algún momento prejuicio o rechazo hacia una persona con obesidad o exceso de peso.

Aunque la mayoría cree que existe discriminación, esa conciencia no impide que el sesgo se reproduzca a nivel individual. Los autores apuntan a impulsar estrategias más amplias e implicar a instituciones académicas, organizaciones profesionales, medios de comunicación, autoridades de salud pública y políticas que eviten reforzar narrativas simplistas o culpabilizadoras) y promuevan enfoques que pongan el foco en salud y funcionalidad, no solo en peso.

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