Venida de la Virgen

La Pastora descansa en Almonte tras un intenso traslado cargado de ilusión

  • La Reina de las Marismas llegó al templete de El Chaparral a las 7:30

Las Camaristas retiran el pañito de la Virgen del Rocío a su llegada al templete del Alto del Molinillo.

Las Camaristas retiran el pañito de la Virgen del Rocío a su llegada al templete del Alto del Molinillo. / Alberto Domínguez (Almonte)

Miles de devotos han seguido a la Virgen del Rocío bajo el manto de estrellas durante 15 kilómetros imperceptibles, pues las emociones contenidas en el pecho de todos los peregrinos escondían cualquier atisbo de cansancio y agotamiento.

Las lágrimas desparramadas sobre las medallas que retratan a la Virgen, el retumbar de los disparos al aire, los rezos y las oraciones brindaron uno de los momentos que quedará para el recuerdo de todos los rocieros que, a buen seguro, ansían volver a vivir este sueño dentro de siete años.

Poco antes de las 21:30, el mar de seda en el que navegaba la Pastora almonteña se encendía para iluminar el recorrido hasta la parroquia de la Asunción. En torno a las 22:00, el Rocío quedaba huérfano al ver marchar por el Camino de los Llanos a su Madre, ataviada con el pañito y el guardapolvos que iba a protegerla de las inclemencias del recorrido. Los rocieros, con una sensación entre dulce y amarga, despedían a la Reina de las Marismas con el deseo de reencontrarse con ella en la aldea dentro de nueve meses, un tiempo que para algunos se hará largo, aunque para otros será un abrir y cerrar de ojos.

Alumbrada por la espalda con dos haces de luz provenientes de dos tractores, la Virgen comenzaba un intenso recorrido que iba a despertar fuertes emociones en el alma de todos los rocieros que no quisieron perderse esta cita. En este sentido, no eran devotos únicamente los rocieros. Se hizo muy común ver a personas de diferentes puntos de la geografía española compartiendo impresiones sobre los sentimientos que se avivan durante este traslado. “Venimos desde Barcelona porque no podíamos perdernos un acontecimiento como este”. Así lo atestiguaba Anna Giménez, hermana mayor de la hermadad rociera Pastorcillo Divino de Hospitalet de Llobregat, quien sostenía que “tenemos nuestro propio Rocío y nuestra réplica de la Virgen, pero esto es incomparable”.

Pese al polvo que se levantaba y a la dificultad que supone caminar por las arenas, no había tiempo para el silencio. Los rezos, los cantes y el sonido de los disparos empujaban a la Reina de las Marismas a proseguir su recorrido hasta el municipio que la venera y del que es patrona.

Sin embargo, el agotamiento era palpable en ciertos tramos, por lo que los peregrinos se turnaban para alimentarse y recargar energías en los puntos de localización. Se creaban, así, momentos de comunión entre todos los fieles que, con solo una mirada, eran capaces de mostrar que tenían los sentimientos a flor de piel.Cumplida ya la medianoche, se vivió uno de los momentos más emotivos de todo el recorrido. Con la llegada de la Virgen a uno de los templetes que iluminaban su camino, los peregrinos entonaron sus rezos y asistieron a una suelta de palomas que llenó de colorido el oscuro cielo de Almonte.

Durante todo el recorrido, cada arco o templete dispuesto se presumía como un enclave de descanso, al tiempo que acogía momentos únicos de ofrendas y oraciones que afloraban las emociones de todos los que se agolpaban para esperar a la Blanca Paloma. Además, habían sido decorados por los vecinos con flores de papel, engalanando su camino por las arenas.

La retirada del pañito y el capote provocó una explosión de júbilo incontenido

Con los primeros rayos de sol, la Blanca Paloma asomaba por El Chaparral en medio de una explosión de júbilo de todos los peregrinos.

Sobre las 7:30, algo más tarde de lo esperado, el templete del Alto del Monillo acogía uno de los instantes más esperados por todos. Las Camaristas retiraban el pañito y el capote que vestían a la Virgen para descubrir su rostro de cara fina y la hermosura que desprendía con su atuendo de pastora, realizado entre el bordador Mamé de la Vega y el diseñador José María Carrasco.

Vivas, cohetes, aplausos, disparos y una nueva suelta de palomas embellecieron uno de los momentos más sobrecogedores para los corazones en ebullición de todos los fieles. La Pastora de Almonte procedía, así, a continuar su recorrido hacia la parroquia de la Asunción, luciéndose por todas las calles de la villa.

A las 11:45, finalizaba un recorrido intenso, pero repleto de momentos que guardar en la mochila de recuerdos. La Madre ya estaba en casa para orgullo de todos los almonteños, que podrán disfrutar de su imagen hasta que vuelva a la aldea dentro de nueve meses, cuando dé comienzo del Rocío 2020.

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