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La localidad de Lepe ha vivido este fin de semana una de las jornadas más señaladas de su calendario religioso, que culminó en la tarde de este domingo con el regreso al municipio de su Patrona, la Virgen de la Bella, tras participar en la Procesión Magna Mariana Jubilar celebrada en Huelva el sábado. Una vez más, el fervor popular se desbordó en torno a la imagen, que regresó en un traslado cargado de emoción, historia y fe compartida.
La jornada comenzó en la capital onubense, donde a las 11:00 horas la Virgen salió desde la capilla de Nuestro Padre Jesús del Calvario. Portada en una parihuela a hombros y arropada por una multitud que abarrotaba las calles del centro, recorrió entre cantes y palmas las calles Luca de Tena, Rascón, Bocas y Placeta. Incluso devotos onubenses tuvieron la oportunidad de llevarla a hombros, reforzando la comunión entre capital y provincia en torno a la devoción mariana.
Tras despedirse en la Comandancia de Marina, a las 13:15 horas la Patrona lepera embarcó en la embarcación de pesca Hermanos Gómez Santana desde la Marina del Odiel, acompañada por decenas de embarcaciones de devotos que la escoltaron durante todo el trayecto hasta Lepe.
La expectación en el puerto del Terrón era máxima. Desde dos horas antes de su llegada, cientos de personas aguardaban ya en la explanada, que poco a poco fue colmándose hasta reunir a miles de fieles. Aunque la hora prevista de llegada era las 16:00 horas, la Virgen apareció finalmente a las 16:45. El marco paisajístico y la emoción desbordada dieron lugar a uno de los momentos más intensos del fin de semana: vítores, palmas y el grito unánime de "¡Bella Guapa!" recibieron a la patrona en una escena de enorme vistosidad.
La imagen, que navegó dentro del mismo cajón de madera utilizado para su traslado a Huelva el jueves pasado, fue descargada de la embarcación por sus costaleros y llevada hasta un escenario instalado en el centro de la explanada portuaria. Allí, ante una multitud expectante, se vivió un instante de gran simbolismo: la Virgen fue descubierta y extraída del cajón entre vivas y aclamaciones. A continuación, fue entronizada en su paso, una carreta tirada por bueyes, desde donde iniciaría el recorrido triunfal hacia Lepe.
El itinerario de regreso incluyó su paso por el recinto romero de La Bella y el Camino de la Bella hasta llegar a la Cruz Primera, donde tomó la calle Venida de la Bella. El cortejo recorrió posteriormente las calles Fuentevieja, Pablo VI, Monjas, Real, Portugal, Juan Santana, Rodrigo Pérez de Acevedo y Plaza de España, hasta alcanzar la parroquia de Santo Domingo de Guzmán, su templo, donde la emoción se transformó en júbilo. Las calles del municipio, engalanadas y repletas de devotos, se convirtieron en escenario de una manifestación de fe y orgullo colectivo.
La jornada evocó inevitablemente aquel histórico regreso de 1963, cuando la talla volvió a Lepe tras la restauración llevada a cabo por el escultor Juan Luis Vasallo Parodi, que devolvió a la imagen su fisonomía y policromía originales. Como entonces, el pueblo volvió a volcarse con su Patrona, convirtiendo el fin de semana en un hito que une pasado y presente, memoria y devoción. La Virgen de la Bella volvió a casa, y con ella, Lepe renovó su identidad más profunda: la de un pueblo que nunca deja de clamar, entre vítores y palmas, "¡Bella Guapa!".
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