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La historia de Santa Teresa de Electricidad, la empresa que encendió la luz de la Sierra onubense

El depósito del Salto.

El depósito del Salto. / M. G. (Sierra)

Si existió una iniciativa emprendedora que simbolizó a la comarca serrana en su conjunto en la historia contemporánea, esa fue, sin duda la que significó la empresa Santa Teresa de Electricidad, Sociedad Anónima.

Su creación en Jabugo, el 1 de enero de 1902, fue todo un acontecimiento, al contar nada menos que con un millón de pesetas de la época como capital social y al estar sustentada por numerosos prohombres de la zona, como los Sánchez Romero, los García Moreno o, sobre todo, la familia Talero, buque insignia de este emprendimiento que involucró a la Sierra de lleno en la Revolución Industrial.

Instalaciones del Salto. Instalaciones del Salto.

Instalaciones del Salto. / M. G. (Sierra)

Esta tardía llegada al progreso supuso un auténtico vuelco en las relaciones sociales, laborales y sociales de la zona, con Santa Teresa de Electricidad, S.A. como uno de los focos principales de impulso. Obras faraónicas, jornadas de trabajo interminables, ingenieros llegados desde otras latitudes para supervisar los proyectos, como los alemanes Schultz o German Mildner, quien murió ahogado en el depósito del Salto y, en general, una ilusionante apuesta que nació de un desvío de la ribera del Múrtiga para llevar el agua a través de una kilométrica lieva hasta la Central Hidroeléctrica de Los Batanes, en La Nava.

Esta ‘fábrica de luz’, más conocida como El Salto, fue centro neurálgico de las líneas que llevaban la energía y el progreso a localidades de La Sierra, la Cuenca Minera o el sur de Badajoz. La producción de energía a través de saltos y conducciones de aguas ofrecía, ya en la época, numerosos problemas de ingeniería, distribución, averías, etc. Uno de los más evidentes era el de la falta de lluvias, necesarias para alimentar El Salto, durante el verano. Para solventarlo, construyeron una central térmica en El Repilado, junto a sus oficinas y el resto de sus instalaciones.

Esta central, cuya magnífica estructura se mantiene aún en pie y donde la Asociación Lieva y el Ayuntamiento de Jabugo quieren instalar un Museo de la Electricidad, se levantó al pie de la línea del ferrocarril Zafra-Huelva y contaba con una máquina de gas alimentada con leña que llegaba en trenes a la estación.

José Sánchez en El Salto. José Sánchez en El Salto.

José Sánchez en El Salto. / M. G. (Sierra)

Santa Teresa aportó a La Sierra un gran avance tecnológico. La necesidad de comunicar desde ‘El Salto’ con los hitos de producción de la energía, fundamentalmente con la ‘Casa del Guardalievas’, en la aldea de Las Chinas, o con los operarios de las distintas localidades, obligó a establecer una red interna y propia a través de la cual se dieran instrucciones y avisos a cada instalación y trabajador. La consecuencia fue que Santa Teresa instaló el primer cableado telefónico con que contó la comarca, y fueron muchos los serranos que acudían a hablar con sus familiares que vivían lejos en las casas de los trabajadores de la compañía.

Además, esta compañía constituyó un ‘holding’ empresarial compuesto por otras iniciativas complementarias, como serrería, fábrica de harinas, una caja de ahorros para sus empleados, panadería, la construcción de casas baratas, la empresa ‘Automóviles de la Sierra’ o un almacén de trigo. Precisamente, la empresa serrana fue partícipe y accionista de grandes compañías del sector, como la Nacional Harinera de Madrid, y llegó a ser una de las principales protagonistas de la importación de trigos, procedentes nada menos que de Rusia, según la Memoria de Valoraciones para el año 1905 redactada por Luis B. de Andrés y Altamiras, oficial de la Aduana de Huelva.

Documento de Santa Teresa. Documento de Santa Teresa.

Documento de Santa Teresa. / M. G. (Sierra)

La vida de Santa Teresa duró hasta 1978, en que quedó definitivamente absorbida por la entonces Sevillana de Electricidad. Fueron décadas repletas de luz, de emprendimiento y de detalles de una trayectoria que se inició en 1902 y que 120 años después sigue siendo ejemplo de iniciativas que aportaron mucho a sus poblaciones, como las que estudia la Asociación Cultural Lieva con la colaboración de la Fundación Unicaja y que pretende poner en valor los esfuerzos de empresarios y empleados en el último siglo y medio de historia serrana onubense.

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