La corona que robaron a Enrique VII se expone por primera vez
Un marinero se la regaló a la Virgen de la Bella tras regresar de Inglaterra


La corona del rey inglés Enrique VII, que un vecino de Lepe le sustrajo en el siglo XVI, es uno de los principales objetos que la Hermandad de La Bella de la localidad expone por primera vez en quinientos años tras recopilar las joyas de la Virgen desde que fue descubierta en el siglo XV.
La exposición tiene su origen en la primera mitad del siglo XVI, "cuando arribó al convento de la Bella -actual recinto romero- un marinero que, tras diversos avatares y desventuras, vino a traerle un presente a la Virgen", como explica la hermandad en su libro de historia.
Se trataba de una corona en plata grabada a fuego con esmaltes que le ofreció a la Bella, aunque no fue un regalo cualquiera, sino como un presente de Juan de Lepe, que la historia cuenta que fue Rey de Inglaterra durante 24 horas.
Se trataba de un marinero que terminó entrando al servicio de un gran magnate inglés, y al que su agudeza le llevó pronto a ser muy conocido en la corte inglesa, en donde se hizo íntimo amigo del rey Enrique VII y acabó trabajando para él en tareas de distracción y entretenimiento.
En una ocasión se jugó con el monarca la soberanía sobre Inglaterra durante un día entero, y al ganar la partida de ajedrez, aprovechó la jornada para hacerse con todas las riquezas posibles del reino británico, entre ellas la corona.
Algunas fuentes señalan que partió el mismo día a Lepe en una flota de navíos a sus órdenes, mientras que otras dice que cuando murió Enrique VII, regresó a su localidad de nacimiento, y donó mucho dinero al convento franciscano de Nuestra Señora de la Bella, donde pidió ser enterrado a su muerte.
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