El churrero que salvó una vida en Cortegana
Uno de los clientes habituales parecía atragantarse y fue Antonio Vázquez, el propietario de la churrería, el que le salvó la vida ante el susto de todos los presentes
Cortegana/La existencia humana está repleta de momentos de gran relevancia que pasan inadvertidos. Cada día, la ciudadanía vive instantes importantes, para ellos, para ellas y para la sociedad que les rodea, que no adquieren el carácter de noticiables por desconocimiento, por ocultación, por humildad en sus protagonistas o porque no tienen quien los escriba.
Una de estas muestras de comportamientos destacables ha sucedido recientemente en la localidad serrana de Cortegana, donde una actuación ciudadana ha tenido como resultado nada menos que la salvación de una vida.
Tenía lugar en la Plaza de Abastos de la localidad, donde Antonio Vázquez regenta una churrería que se ha convertido en lugar de reunión, de degustación y compra de diversos productos y también de ocio. ‘Pilongo’, como se le conoce cariñosamente en la población, atiende en el lugar a las corteganesas y los corteganeses desde hace unos dieciséis años, cuando decidió buscar un itinerario laboral más estable junto a su esposa y se hizo trabajador autónomo para montar un negocio.
Uno de los vecinos que habitualmente disfruta del ambiente rural y costumbrista de la churrería es Emilio Muñoz, quien no pasaba por sus mejores momentos, aunque nada hacía presagiar el suceso que estuvo a punto de revertir en tragedia.
Emilio sufrió lo que parecía un atragantamiento que le tumbó de inmediato en el suelo. Los pocos comensales que se encontraban en el mercado no supieron reaccionar ante este drástico suceso. Tan sólo Antonio Vázquez actuó con determinación, atendiendo como pudo y supo al afectado.
Sin saber cómo, sacó sensatez y calma ante la situación, y puso en práctica algunos consejos que había estado aprendiendo a través de YouTube y las redes sociales. Su afición a las prácticas sanitarias, a las actuaciones de los bomberos y otros profesionales fue determinante para evitar el colapso. Y así, instintivamente, se puso a masajear el pecho de Emilio, ayudado por los consejos del 061, al que llamaron de inmediato. En un primer momento, Antonio sintió que la víctima se le iba, pero su labor fue dando frutos tras unos segundos que parecieron eternos. Siguiendo el estado de Emilio a través de sus ojos, fue consiguiendo que respirase mínimamente, para poder mantenerlo con vida. Al otro lado de la línea, se esforzaban por tranquilizar a los asistentes, pero nada hubiera tenido éxito sin la audacia de Antonio.
Al llegar los servicios sanitarios, el médico actuante supo desde el principio que sin esa determinación y buen hacer, hubieran tenido que lamentar una muerte prácticamente segura. El doctor Manuel López Pacheco estabilizó a Emilio y agradeció a Antonio su audacia, ya que “fue decisivo para mantener con vida a su vecino”.
El relato de ‘Manu’, que así es conocido el médico que trabaja el equipo Delta del servicio de emergencias en la Sierra, ubicado en Aroche, es ilustrativo del grado que iban tomando los acontecimientos, ya que el atragantamiento se tornó rápidamente en parada cardiorrespiratoria. Las orientaciones telefónicas a Antonio acerca de la forma de realizar maniobras de RCP básica, es decir, masaje con las manos en el centro del pecho, eran continuas, pero la preocupación se agravaba con la falta de cobertura móvil y con el desconocimiento de si estarían siendo útiles. La llegada de los profesionales de Atención Primaria de Cortegana y del equipo Delta, tan sólo siete minutos después de la llamada, posibilitaron la asistencia con el Soporte vital avanzado, consiguiendo que con la tercera descarga, a los 15 o 20 minutos de la parada, volviese el pulso al paciente.
Las sospechas sobre el origen cardíaco del incidente crecieron y la participación de otros servicios médicos coincidieron en su traslado al Hospital de Riotinto, donde se recuperó lentamente.
‘Manu’ asegura que “este tipo de prácticas que hizo ‘Pilongo’ no son fáciles, pero resultan decisivas en situaciones de peligro mortal como la que se dio en este caso”, por lo que considera al placero corteganés como “un valiente al que todos debemos el haber salvado una vida”. “‘Pilongo’ nos mantuvo en el partido”, sentencia el médico.
Emilio se recuperó de ese ingrato momento, y acudió en varias ocasiones a agradecer su actuación a su amigo Antonio. La feliz noticia no le ha mejorado de otras dolencias de las que intenta recuperarse poco a poco, pero su gratitud será eterna. Por su parte, ‘Pilongo’ afirma que ya “sabía que no podía ser atragantamiento, porque los churros no lo provocan”, y refuerza la utilidad de su afición a ver vídeos de consejos médicos.
Una de las lecciones de este caso es que la labor de las personas es clave en este tipo de situaciones. Bajo el lema ‘Tus manos salvan vidas’, se está llevando a cabo una campaña de charlas en institutos, colegios, ayuntamientos o clubes deportivos mediante la cual se intenta concienciar de que la acción ciudadana es fundamental para conservar las condiciones básicas que posteriormente permitan evitar el fallecimiento en caso de infarto y otras dolencias.
En unos instantes se decidió el destino de una persona. En unos segundos, el arrojo del churrero de Cortegana permitió cambiar el signo de los acontecimientos y regalar años de vida a otro semejante.
Esta escena oculta, con protagonistas anónimos que aportan acciones decisivas, forma parte de las que se dan en la sociedad con más frecuencia de la que se piensa, y que merecen ser conocidas y reconocidas.
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