La Virgen del Carmen une a Lepe y El Rompido
Rafael Méndez, archivero y responsable de la biblioteca municipal de Cartaya, rescata la historia de la imagen y la devoción de las dos localidades por la Patrona del mar
Fuertes lazos han unido históricamente a las gentes de Lepe con las de Cartaya, y más concretamente con los habitantes de El Rompido, sobre todo por asuntos relacionados con la pesca, y más concretamente con la vieja almadraba de Nueva Umbría. Un espacio industrial ya en desuso y dedicado a la captura del atún que, si bien se encuentra situada en la flecha de arena del mismo nombre, en el término municipal de Lepe, ha tenido tradicionalmente como puerta de entrada y salida, a través de embarcaciones, el pueblo marinero de El Rompido.
Un hecho que ha reforzado los lazos entre los habitantes de ambos municipios, incluso con numerosos matrimonios entre personas de una y otra localidad, y que ahora, tras el trabajo de recopilación de datos históricos realizado por Rafael Méndez, archivero y responsable de la biblioteca municipal de Cartaya, ha encontrado otro punto de unión en la curiosa historia de la imagen de la Virgen del Carmen de El Rompido y de la devoción de los marineros de ambos municipios por su patrona.
Según precisa Méndez, el crucifijo de hierro que remata la pequeña capilla que los leperos conocen como Cruz Primera, situada al salir de Lepe en la carretera que lleva hasta el puerto de El Terrón, y en la que los devotos de la Virgen de la Bella hacen una emotiva parada en sus tradicionales traslados al recinto romero de la ciudad costera con motivo de su romería, se forjó en una fragua de Cartaya y se destinó inicialmente a la capilla que una vecina de El Rompido instaló en su propia casa para venerar a la Virgen del Carmen de dicho enclave en los orígenes de su devoción. Posteriormente, y al ser construida la iglesia de Nuestra Señora del Carmen de El Rompido, que ha llegado hasta nuestros días, y por tanto desmantelada dicha capilla, el vecino que encargó dicha cruz, por la que pagó entonces 150 pesetas, un almadrabero de Nueva Umbría, se la llevó a Lepe, acabando finalmente rematando la citada Cruz Primera, donde aún permanece hoy día.
Pero la historia de la devoción por la Virgen del Carmen de El Rompido esconde muchas más curiosidades que Méndez ha sacado ahora a la luz, y que arrancan con el origen mismo de la fiesta que dicho enclave costero celebra cada mes de julio en honor a la Patrona de los marineros.
Una fiesta inicialmente promovida por los propios vecinos de El Rompido, conjuntamente con los almadraberos de Nueva Umbría y con algunos vecinos de Cartaya, como es el caso del matrimonio formado por Francisco Jaldón y Manuela Díaz Hernández, o del maestro Juan Ruiz Carranza y su esposa María Asunción Ruiz Fernández. Dichas fiestas se realizaban cada año el sábado y domingo más cercano a la celebración de la Virgen del Carmen, el 16 de julio. El sábado se rezaba el rosario y el domingo era la misa y procesión. La misa se oficiaba bien a las puertas de la casa del maestro Juan Ruiz, al que llamaban Juan y Medio por su gran estatura, o bien a las puertas del faro de El Rompido.
Desde el faro la imagen bajaba portada por los marineros y escoltada por los carabineros, recorriendo el camino desde La Barranca hasta la última choza de las que conformaban el enclave pesquero. Tras dicho itinerario la Virgen se subía a un lanchón de la almadraba para pasearla por el río Piedras al son de sirenas y bocinas de los barcos, para posteriormente desembarcada en el recinto de la Almadraba de Nueva Umbría, donde la procesión recorría el real y todas las dependencias, también profusamente adornado todo con arcos de ramas y flores. Tras dicho recorrido la imagen regresaba de nuevo en barco hasta El Rompido.
En las fiestas participaba todo el pueblo de El Rompido y los almadraberos, acudiendo igualmente vecinos de Cartaya, sobre todo del antiguo barrio de Triana, muy cerca de la actual barriada de La Pila y desaparecido en 1965.
Según los datos recopilados por Méndez, la imagen de la Virgen del Carmen que procesiona actualmente en El Rompido fue traída desde Sevilla en los años treinta por Jerónimo Gil, canónigo de Sevilla, que era amigo del entonces cura párroco de Cartaya, Luis Cruz. La imagen se colocó inicialmente en el faro de El Rompido, donde vivía el farero José Salvatierra con su hijo. Al estallar la Guerra Civil, y teniendo éste noticias de la quema de imágenes y lugares religiosos que se estaba llevando a cabo por toda la geografía española, el farero escondió la imagen en el pajar del faro. Pensando que la imagen no estaba muy segura en ese lugar, otro vecino del lugar, Agustín Carro, la enterró envuelta en trapos bajo una de las cuatro higueras que había en el corral de su casa, en el llamado Cabezo del Toril, cambiándola de sitio de vez en cuando de una higuera a otra.
Al concluir la Guerra, la imagen volvió al faro, donde fue colocada en una repisa a la entrada, hasta que posteriormente Catalina Almeida Brito, esposa de Cándido Burgos Pérez (ambos vecinos de El Rompido), la instaló en una habitación de su casa que preparó a modo de capilla y a la que puso hasta una espadaña con una cruz.
Cuando en 1956 el Consorcio Nacional Almadrabero, empresa que explotaba la almadraba de Nueva Umbría, construyó la actual iglesia de El Rompido, la imagen fue trasladada al nuevo templo.
Como nota curiosa, Méndez destaca que la cruz situada en lo alto de la casa de Catalina fue donada por Manuel Camacho Oria El Corchero, que era entonces guarda de la almadraba.
Una vez construida la iglesia de El Rompido, la capilla de la casa de Catalina fue desmantelada y la cruz le fue devuelta a Manuel Camacho.
No hay comentarios