"Si Raúl se hubiese portado como debía, este juicio no se hubiese celebrado"

Juicio por el asesinato de la bebé miriam

La Guardia Civil mantiene que el amigo de Jonathan Moya era conocedor del secuestro. Sin embargo, reconocen que no existe ninguna "prueba objetiva" en contra del desimputado.

El abogado Julián Cazorla, junto a Gema María Cuerda y Concha Rodríguez, madre y abuela de la bebé Miriam.
El abogado Julián Cazorla, junto a Gema María Cuerda y Concha Rodríguez, madre y abuela de la bebé Miriam.
Miguel Martín Almería

19 de noviembre 2015 - 05:01

"La investigación concluyó que Raúl no estuvo en el lugar; ahora bien, sí sabía perfectamente lo que había. Sabía que Jonathan Moya tenía a la niña, que iba a cogerla, aunque lo que seguramente no sabía era el fin que tendría. Si se hubiera portado como tendría que haberse portado, este juicio no se habría celebrado". Así de rotundo se mostró ayer el último de los cuatro agentes de la Guardia Civil que declararon como testigos en la causa contra el presunto raptor y asesino de la bebé onubense Miriam, al referirse a Raúl Ríos.

Aunque Ríos está desimputado desde mucho antes de que iniciase esta vista oral, las acusaciones realizadas contra él por Jonathan Moya, único imputado por estos hechos, han tenido como efecto secundario que gran parte de las preguntas realizadas durante las pasadas sesiones hayan estado centradas en el presunto papel que podría haber tenido este joven, que únicamente ha acudido a la Audiencia de Almería para narrar su versión de los hechos como testigo. A pesar de ello, los agentes que testificaron, uno de ellos por videoconferencia, parecen tener claro que, como mínimo, estaba al tanto de lo que ocurría.

El primero de ellos, que lideró la investigación, sostuvo lo mismo: "Raúl era conocedor de los hechos antes de producirse" y apuntó que si "no se ha podido avanzar más es porque no se ha podido situarlo en el sitio".

Sin embargo, ese mismo agente tuvo que admitir ante el jurado popular que decidirá sobre la culpabilidad de Moya que, "si somos objetivos, no se ha encontrado ningún elemento científico que demuestre que Raúl estuviese allí. Se examinó la tierra de su vehículo y la de la Media Legua y el resultado fue negativo; la prueba del ADN también fue negativa; las cámaras de la autovía no grabaron su coche y los resultados de geolocalización de su móvil también fueron negativos.

El jefe del equipo de investigación relató además cómo antes de detener a Moya se abrió una línea paralela que llevó a los agentes a Sevilla debido a que Raúl les contó que Moya había conocido al padre de la niña en la cárcel y éste le había propuesto secuestrarla. "Hablamos con la madre y no sabía quién era el padre, pero nos dio el nombre de dos posibles: un marroquí y otro español. Estuvimos en Sevilla dos días encima de ellos sin intervenir y vimos que hacían una vida perfectamente normal y, además, descartamos su implicación; algo no cuadraba porque ninguno había estado en prisión", dijo.

Por otro lado, detalló cómo Moya habló por teléfono con su exmujer, a la que le dijo que "no sabía nada, que la niña se la había llevado Raúl", y poco después con un agente, al que le dijo que estaba en Almería de camino a la Comandancia, pero "el repetidor que saltó era el de Fiñana".

"Había muchos cortijos y muchas posibles viviendas. No llegamos a la conclusión de que estuviese escondido en el cortijo familiar, porque al principio estuvimos con la familia, que abrió todas sus viviendas por petición nuestra. Dijimos de dar otra vuelta y volver a abrirlas, pero no por convicción de que estuviera allí. Abrimos ese cortijo y más", concluyó el agente.

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