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Juan María San Juan Segura: bueno entre los buenos, en todo

Juan María San Juan Segura y su mujer Ana Mari.

Juan María San Juan Segura y su mujer Ana Mari. / M. G

Conocí a Ana Mari, su esposa, antes que a él porque Natividad, cuñada de Juan María, es farmacéutica y vino a Punta Umbría para instalar una farmacia, que es la que actualmente se encuentra en la Plaza Pérez Pastor. Y para ello tuvo que contactar conmigo como técnico municipal, porque el Colegio de Farmacéuticos exigía por entonces, por parte de los ayuntamientos, las mediciones exactas entre las farmacias existentes y la que se pretendía instalar, un trabajo que me correspondía a mí. Natividad vino siempre acompañada por su hermana Ana Marí, y de ahí que, después de muchas visitas, porque el asunto se enquistó, nuestro trato fuese fluido y cordial.

Juan María, a todo esto, por motivos profesionales, era amigo de mi esposa y, por tanto, entre ellos y nosotros surgió a partir de entonces una buena amistad que, afortunadamente, hoy perdura. Después, pasado unos años, por motivos profesionales, fui atendido por Juan María en su consulta, como médico especializado en urología que, dicho sea de

paso

, era y es un gran profesional de primera fila y con amplio dominio en su área.

No hace mucho Juan María reunió en un restaurante del centro de Huelva a diez o doce de sus mejores amigos para tener una comida de convivencia y hermandad, a la que tuve el honor de ser invitado. Es una prueba inequívoca de la buena amistad que nos une y, por cierto, fue un día muy especial y bonito.

Él y yo somos prácticamente de la misma edad. Bueno, a decir verdad yo soy justo un año mayor que él, que nació en Sevilla en noviembre de 1950. Pasó su infancia en la zona de Los Remedios. Su padre, llamado José María, era asturiano y gran aficionado a los deportes, incluso llegó a jugar al fútbol en aquel mítico equipo llamado Atlético de Aviación, que luego pasó a llamarse Atlético de Madrid. Pero además de eso, también jugaba y practicaba muchos otros deportes como natación, remo y tenis, del que llegó a ser campeón andaluz. Y claro, con este currículo, su hijo Juan María siempre fue también muy aficionado a los deportes. Por su parte, su madre se llamaba Pastora y era sevillana. Tuvieron cuatro hijos, pero hoy solo viven su hermana María José y él.

Llegó la hora de hacer el servicio militar y se fue voluntario a Aviación, siendo su destino El Copero, del que guarda un magnífico recuerdo. Además, pudo compatibilizar estudiando Medicina y aprobando los dos primeros cursos de la carrera.

Cuando estaba estudiando ya el cuarto curso sus padres decidieron irse a vivir al bonito pueblo aljarafeño de Valencina de la Concepción. Allí conoció a una linda y encantadora chica, Ana María, que le hizo “tilín” y más tarde, en el año 1977, se convertiría en su esposa. Como dije al principio, a ella, que también es médico, la conocí antes que a él. Se vinieron a vivir a Huelva porque que él estaba trabajando en San Juan del Puerto y, más tarde, en el Hospital onubense Manuel Lois, donde hizo la especialidad de Urología.

Tienen dos hijos, de los cuales se sienten muy orgullosos. El mayor, Alberto, es un extraordinario urólogo que ejerce en el centro urológico que abrieron sus padres en el año 1982 y al que él se incorporó en 2012 y que no hace mucho me curó de mis dolencias. Juan María San Juan y Ana María Salas ejercieron hasta que se jubilaron en el año 2021. El hijo menor es odontólogo y ambos hijos ejercen sus profesiones en Huelva capital con notable éxito. Juan María y Ana María se identificaron con Huelva y su gente desde que llegaron e hicieron multitud de amigos. Son grandes rocieros, han hecho el camino andando, les encantan las playas y la gastronomía de nuestra tierra (¡Y a quién no!). En definitiva, que se sienten onubenses por los cuatro costados.

De la Sierra también tienen un gran recuerdo porque él fue nombrado en el año 2021 Rey Mago en la única y especial cabalgata de Higuera de la Sierra. Fue el Rey Gaspar porque el Santo Padre Girón se empeñó, ya que Juan María lo había operado de la próstata y todo, afortunadamente, salió muy bien. Desde entonces el Santo Cura y él se hicieron grandes amigos. También yo hice una buena amistad con este sacerdote sinigual porque cada noche me visitaba en el hospital cuando estuve ingresado hace más de 20 años y siempre venía acompañado de mi gran amigo, el notable arquitecto decano del Colegio Oficial, José Pablo Vázquez Hierro. A ambos los llevo en mi corazón.

Juan María San Juan Segura es, por encima de todo, una buena persona, muy cariñoso, muy religioso y amigo de sus amigos. Y quiero despedir estas letras como se despide él siempre de mí: ¡Salud y la gracia de Dios!

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