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María Mercedes Rodríguez-Thorices Flores: moguereña de pura cepa

  • Nuestra protagonista es una enamorada de los caballos, de la poesía moguereña y de su patrona, la Virgen de Montemayor

María Mercedes Rodríguez-Thorices Flores.

María Mercedes Rodríguez-Thorices Flores. / M. G.

Muchas veces he contado que, desde pequeños, mis hermanos y yo visitábamos mucho el pueblo de mi madre, Moguer, y pasábamos allí largas temporadas. Por eso tenemos tantos y tan buenos amigos desde la infancia, los cuales aún conservamos ahora de mayores. Aunque como me dice el bueno y culto de Manolo Batista cuando me presenta a alguien, “Fernando es un moguereño en la diáspora”. Y por ese mismo motivo, desde que aprendimos a leer, nos inculcaron la poesía juanramoniana que tanto nos gusta. Yo, concretamente, debo tener prácticamente toda su obra, incluso un libro original de 1916, “Diario de un poeta recién casado”. Y qué decir de “Platero y yo”. Lo leo muy a menudo porque me gusta tanto que no me importa repetir. Es tan bonito todo lo que le dice a su burrito, que me deja siempre pensando.

En este ambiente, mis hermanas tenían sus amigas y yo los míos, pero nos conocíamos todos y sabíamos quiénes éramos cada uno. “Los Thorices”, que es así como los conocíamos, son 7 hermanos; y nosotros, “Los Barrancos”, somos 9. Abundaban las familias numerosas y luego en los colegios también coincidíamos.

María Mercedes es muy amiga de todas mis hermanas, pero por razones de edad, su gran amiga es mi hermana Encarna, que es con la que más se ve y se reúnen muchas veces para comer juntas, ellas y todas las amigas de su pandilla. Incluso alguna vez fui yo invitado a su preciosa finca llamada “Calderón”, donde pasamos un extraordinario día primaveral.

Sus hermanos Manolo y Fernando son los que yo más traté, pues estuvimos juntos en el colegio y además fui a verlos jugar al fútbol, porque en diferentes épocas fueron los porteros del equipo amarillo, el Club Deportivo Moguer, que jugó durante varias temporadas en 3ª división, llegando incluso a jugar los octavos de final de la Copa del Rey. Y se da la circunstancia de que tuve de alumno en la Escuela Superior de Ingeniería al hijo de uno de ellos, Fernando, que también fue un magnífico portero y muy buen estudiante.

María Mercedes nació en Moguer en 1955, hija de dos moguereños: Francisco y Esperanza; y vive en la calle Burgos y Mazo, en una preciosa casa señorial, muy antigua y bonita, donde se han rodado algunas películas. La última, que yo recuerde, “La luz con el tiempo dentro”, que era una de las formas en las que Juan Ramón Jiménez se refería a su pueblo. He visitado su casa muchas veces y me encanta, porque ella ha sabido conservarla tal como la tenían sus progenitores, incluso el despacho de su padre, donde conserva un cuadro que le pintó mi gran amigo Francisco Manuel, que durante mucho tiempo fue el interventor de fondos del Ayuntamiento de Moguer y que pinta muy bien.

Ella estudió el bachiller en el colegio de las Teresianas, donde se volvió a encontrar con mis hermanas, y después en el instituto politécnico de La Rábida. Y ahora, una vez jubilada, disfruta de su Moguer de su alma, por el que siente verdadera pasión. Le pregunto qué es lo que más le gusta de su pueblo y me dice que no sabe qué elegir, que le gusta todo: sus casas blancas, las rejas de las casas que hacen que sus calles sean tan bonitas y luminosas, las poesías de sus poetas, no solo de Juan Ramón, sino también las de Curro Garfias, a quien conoció personalmente y, como no, las preciosas y famosas coplas de Xandro Valerio, como las famosas y tantas veces cantada “a tu vera, siempre a la verita tuya” o “La Parrala”, que dedicó a su paisana Dolores Parrales y que “unos dicen que era de Moguer y otros de La Palma…”. Moguer, decía nuestro poeta universal, “es como el pan de trigo, blanco por dentro como el migajón, y dorado en torno, ¡oh sol moreno! Como la blanda corteza”.

En Moguer hay una gran afición a los caballos y Mercedes, o María, como le llaman en su pueblo, es una gran aficionada y monta muy bien. Ha participado en concursos en algunas ocasiones, no en balde, allí existe una Asociación Hípica denominada Coto de Montemayor y también una Escuela Hípica. La equitación ha sido la actividad que más le ha gustado y por la que siempre se interesó.

Ella es una gran devota de la patrona de Moguer, la Virgen de Montemayor, igual que también lo es de la rica y bonita Semana Santa. De hecho, es hermana y perteneció a la junta de gobierno de la Muy antigua Hermandad de la Vera-Cruz, que fundaron los Franciscanos hace más de 500 años.

Pero hay en todas las palabras de María Mercedes algo que me emocionó cuando me dijo que lo mejor de Moguer, lo que más le gusta de todo, es su gente. Y en eso estoy de acuerdo, porque conozco muy bien a sus habitantes y Mercedes es precisamente una muy buena persona, una moguereña ejemplar y muy querida por todo el que la conoce. Es lo que se dice, una moguereña de pura cepa.

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