Gente de Aquí y Allá

José Marco Martínez Bengoechea: Pasión por el mar

José Marco Martínez Bengoechea.

José Marco Martínez Bengoechea. / M. G.

Como no podía ser de otra forma, lo conocí en la orilla del océano Atlántico, en la magnífica y sinigual playa de la Canaleta, en Punta Umbría. Yo llevaba a mis hijos, que aprendieron los tres a andar en las arenas doradas de nuestro paraíso, para que aprendieran a hacer surf en la Escuela de Vela. Y allí estaba él, un chico muy educado, atento y servicial, que enseguida se presentó, diciéndome que era el director de la escuela. Y a él le encomendé a mis hijos.

Mi hijo Fernando, que enseguida destacó, porque también le apasiona el mar y todos los deportes, no tardó en quedarse de monitor, enseñando a los más pequeños. Por ese motivo empecé a tratar con José Marco y de ahí surgió una buena amistad.

Nació en Madrid, igual que su padre Demetrio Martínez, el 7 de febrero de 1971 y, aunque su segundo apellido sea vasco, su madre, María del Carmen, es andaluza, del bonito pueblo sevillano de Utrera.

José Marco tiene varios hermanos, dos chicas que no trabajan en el mismo negocio que los hermanos Demetrio, Trino y Bruno, que sí andan también en estos quehaceres, aunque ellos se mueven más por tierras de Castilla, ya que tienen un campamento en el Guijo de Ávila, en la provincia de Salamanca, donde hacen muchas actividades, aventuras y deportes para niños como piragüismo, vela ligera, hidro pedales, senderismo, orientación, tiro con arco y muchos más que los jóvenes no olvidan nunca.

Su padre era un gran aficionado a la literatura, pero por las razones familiares de tener tantos hijos tuvo que dedicarse a trabajar, llevando el área de marketing de una multinacional de gran maquinaria. Y su madre también tuvo que sacrificar la Filosofía, su vocación, y no pudo trabajar en ello para dedicarse a las faenas propias de la casa con tantos hijos y luego nietos.

Nuestro amigo José Marco, que se dedica desde hace mucho tiempo a este negocio, una vez que terminó de estudiar en el colegio público Cardenal Herrera Oria de Madrid, se licenció en Derecho en la universidad de la capital española, pero nunca llegó a ejercer porque se vino a Punta Umbría.

Aquí se hizo cargo de enseñar deportes náuticos a niños de todo el país que venían al albergue juvenil conocido como “la vieja guardia” durante todos los veranos, hasta que el Ayuntamiento de Punta Umbría, en su plan de Playas, incluyó una escuela de vela que su empresa familiar se la adjudicó es todo un referente, dando muy buen servicio a niños puntaumbrieños y veraneantes.

José Marco se casó con una chica que, como no, se llama María del Mar. No podía llamarse de otra forma. Y además es maestra de profesión. Se ve que a esta familia le va lo de enseñar. Tienen dos hijos: José Marco y Lucía que, aunque nacidos en Madrid, también aprendieron a andar, igual que los míos, en las bonitas y limpias arenas de esta punta que se adentra en el mar.

Con el tiempo y, a demanda de los deportistas, montaron una cantina adosada a la propia escuela para dar refrigerio a los alumnos. Cantina en la que, poco a poco y, con los permisos correspondientes, empezaron a poner comidas especiales y otros tipos de bebidas y la bautizaron con el nombre de “Mosquito Club”, que se hizo famoso por todo el territorio nacional por su buen hacer, como bien se ha hecho eco la prensa y la televisión de todo nuestro país. Incluso el propio Ayuntamiento de Punta Umbría les concedió el premio anual de Turismo, reconocimiento que llevan muy a gala.

Quiero tener, con estas letras, un recuerdo muy especial para una persona que contrató José Marco para que fuese, durante la noche, el guarda de la escuela y que, por extensión, también guardaba el Mosquito. Se llamaba José Tierra y no hace mucho falleció, pero todo el mundo le llamaba y lo recuerda como “Pepe el Mosquito”, que por su simpatía fue muy querido por todos.

Hace unos años fui a pasar con mi esposa un fin de año a la preciosa isla de Madeira. Y allí, en las paredes de un bar, había una pegatina del Mosquito, señal inequívoca de que hasta allí llegó la fama. Y también me cuentan de muchos lugares más donde ha sido vista esta insignia puntaumbrieña, todo gracias a la buena labor de José Marco y todos sus compañeros y amigos, que traspasa fronteras.

Ya son muchos años los que la playa de nuestro pueblo alberga esta actividad que es muy admirada por la gente joven y que siempre está deseando que llegue el mes de mayo para que, de nuevo, se instale y empiece a realizar ciclos de conferencias, exposiciones, cuenta cuentos para los menores, conciertos musicales y mucho más, hasta que llega el melancólico mes de septiembre, en el que todos vuelven a sus colegios y universidades y la playa se queda vacía y José Marco se dedica a pensar, junto a sus amigos, en nuevas actividades para la temporada siguiente. José Marco es una gran persona, muy emprendedor y al que todo el mundo quiere.

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