Gentes de aquí y de allá

Jean Paul Vallotton Lehman: El suizo de Aljaraque

  • Llegó a la provincia procedente de Venezuela tras pasar por una temporada en Nestlé y plantar flores, espárragos y la fabricación de vinos

Jean Paul Vallotton Lehman, un suizo que vive en Aljaraque.

Jean Paul Vallotton Lehman, un suizo que vive en Aljaraque. / M. G.

En 1973 llegó a Aljaraque un suizo procedente de Venezuela con su esposa Aixsa y dos niños pequeñitos, Charles de 2 años y Ely de solo unos meses. Había nacido en 1941 en un pueblo llamado Agiez, situado junto al cantón histórico de Orbe. Allí pasó su infancia junto a sus padres, que eran propietarios de una finca dedicada a la ganadería, y sus dos hermanos Pierre y Andrés.

Jean Paul estudió allí sus primeras letras y el bachiller para luego pasar a estudiar alemán. Su madre hablaba cuatro idiomas: francés, alemán, italiano y el propio dialecto de la zona. Lo normal era que luego se quedasen en la finca a trabajar con sus padres para que, una vez que ellos faltasen, se hicieran cargo los hijos de seguir con las vacas, el trigo, las remolachas y el maíz que tanto cuidaban para que fueran de la máxima calidad. Jean Paul siguió aprendiendo y, con tanta leche que se producía en su país, se fue a una escuela láctea para hacerse quesero y obtener, además, el diploma que le acreditaba para poder enseñar a los aprendices.

Después cumplió su servicio militar como conductor de camiones, tanques y cañones. Fue muy buen soldado e hizo un gran amigo con el que luego, al paso de los años, volvería a reencontrase. Tras ello, cuando ya tenía todos los conocimientos necesarios para andar por el mundo, se fue a Venezuela con 27 años. Allí empezó a trabajar en la gran industria alimentaria Nestlé, que montó varias fábricas en ese país y que llegó a ser ya en aquella época la empresa de alimentación número uno del mundo.

Jean Paul ganaba un buen sueldo y recuerda que por todas partes solo había vacas y más vacas. Y, qué cosas tiene la vida, resulta que había una vaca rebelde que no se dejaba ordeñar por nadie. Entonces él dijo que lo dejasen a él, que la ordeñaría. Y todo el mundo que estaba allí estaba preparándose para reír, porque él dijo que no hacía falta amarrarla ni atarle las patas. Pero efectivamente, ante el asombro de todos, Jean Paul le dio mucho cariño y, mientras la acariciaba, ella se dejó ordeñar. Claro que él jugaba con ventaja porque en lo más alto de las montañas suizas había pasado mucho tiempo ordeñando vacas. Por esta hazaña, el dueño de la ganadería lo felicitó y lo llevó a la hacienda a que conociese a su familia. Se hizo amigo de los hijos y de la hija, de la que se enamoró y, tras un tiempo, se casó con ella y se vinieron a vivir a España.

Como dije antes, hizo un gran amigo en la mili pues, como todo el mundo sabe, los amigos de la mili son los mejores y además para toda la vida. Pues este amigo tenía grandes terrenos destinados a la plantación de manzanas allí en Suiza y tenía trabajando a gente de España y Portugal. Pues resulta que uno de sus trabajadores era de Aljaraque y se empeñó en que Jean Paul viniera a ver una finca que estaba en venta y a buen precio en un lugar entre Punta Umbría y Aljaraque llamado El Rincón. Pues bien, se animaron y la compraron para rehacer su vida aquí en Andalucía.

Jean Paul Vallotton Lehman. Jean Paul Vallotton Lehman.

Jean Paul Vallotton Lehman.

No tardaron en hacer amigos, porque él siempre los hacía por donde iba pasando. Y así conoció al que luego iba a ser su mejor amigo en tierras onubenses, Alfredo Toscano, con quien contactó para llevar la electricidad hasta la finca. Una amistad que fue duradera hasta la muerte de Alfredo. Jean Paul no para de lamentarse de tan importante pérdida. Como dije al principio, sus dos hijos varones nacieron en Venezuela y ya aquí nació su encantadora hija Natalie. Fue entonces cuando yo lo conocí, porque a mí me encargó la Diputación de Huelva los trabajos topográficos para la construcción de una carretera que salía de los alrededores de Aljaraque y llegaba a un puente que cruzaba el río Piedras en El Terrón, carretera que nunca se llegó a construir y las obras del puente se quedaron paralizadas, quedando los pilotes allí para siempre. La mencionada carretera pasaba por delante de la finca de Jean Paul y este, al ver las estacas, se escandalizó, por lo que tuve yo que ir a darle explicaciones. Y así fue como lo conocí y luego, a través de otro amigo común, quedamos con él para ir un día a comer y ya nos hicimos muy amigos hasta hoy.

En la boda de su hijo Charles, una vez terminó su carrera de Ingeniería Agrónoma, conocí a los hermanos de Aixsa, que vinieron desde Venezuela, y también nos hicimos amigos. Dos de ellos eran políticos y diputados en el congreso de Caracas, pero de la oposición, y recuerdo que una vez me llamaron por teléfono porque me habían visto en un documental en la televisión internacional, allí en la ciudad de San Cristóbal. Por cierto, que la fiesta fue maravillosa y duró hasta por la mañana. Pero no fue esta la única vez que fuimos a fiestas allí en su casa, pues nos reuníamos mucho y lo pasábamos muy bien. Tanto Aixsa como él y sus hijos son grandes anfitriones.

Jean Paul se dedicó después a las flores, pero antes intentó sin éxito plantar fresas, pero la tierra no era propicia. Luego plantaron espárragos, que sí funcionó muy bien, pues se vendían por toda España y por muchos países europeos. Después empezaron con los claveles, crisantemos, margaritas y flores de Navidad, todo gracias al trabajo y tesón de este suizo que no descansaba ni de noche, porque él siempre decía que las flores tampoco descansaban y necesitaban sus cuidados. Él está muy agradecido a su esposa Aixsa, que siempre trabajó mucho apoyándolo y también a todos los trabajadores que ha tenido en las plantaciones, porque salvo algún pequeño contratiempo, todos han sido ejemplares. Por último se dedicó también a la fabricación de vinos tinto y blanco, pero ya a punto de su jubilación lo tuvo que dejar. Hoy sus tres hijos siguen la estela de sus padres y se dedican a las flores y la jardinería, siendo muchos espacios los que adornan con su buen hacer.

Aixsa y Jean Paul, ya en su jubilación, disfrutan con sus tres hijos y sus seis nietos que los visitan a diario y con los que son muy felices porque forman una familia muy unida y cariñosa.

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