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Gente de aquí y allá: Gustavo Castillo Rey, amor a Huelva

  • Por Fernando Barranco Molina, académico de número de la Academia Iberoamericana de La Rábida. Profesor Honorario de la Universidad de Huelva 

Gente de aquí y allá: Gustavo Castillo Rey, amor a Huelva

Gente de aquí y allá: Gustavo Castillo Rey, amor a Huelva / M. G. (Huelva)

Nombrar a Gustavo es nombrar amor a esta tierra. Y es que nuestro amigo es lo que derrochaba por los cuatro costados. Por todos los poros de su piel salía la palabra Huelva. Gustavo, que se fue de nuestro lado antes de tiempo, era un onubense de pro. Llevaba siempre a Huelva en la boca, en su corazón y en sus actos. Él nació aquí en el año 1947.

Aportó a nuestra ciudad un legado muy amplio, porque dominaba muchas artes. Para comenzar, citar que estudió Ingeniería Técnica Industrial, lo que le sirvió, como luego veremos, en otra de sus facetas como arqueólogo. Porque también estudió Historia y se especializó, a base de estudiar, en la Historia de Huelva, a lo que se dedicó en cuerpo y alma. Tanto es así que dio cientos de conferencias contando hechos históricos sobre Onuba. De esa manera todos los medios de comunicación se lo sorteaban para que hiciera programas en las emisoras de radio y de televisión. Así, tuvo programas en la Cope, en Radio Nacional de España o en la cadena local de televisión que tanta audiencia tenía en su momento como era Atlántico Televisión. Cadena que fundó José Luis Jerez Manfredi y que le dio a nuestro amigo Gustavo un espacio para divulgar nuestra historia, cosa que hizo a las mil maravillas porque enganchaba a todo el mundo y terminaba todos sus programas con gritos amorosos de “¡viva Huelva, viva Huelva y viva el sacrosanto nombre Huelva!”. Era muy didáctico, no en balde era profesor de la UNED, Universidad Nacional de Educación a Distancia, siendo muy admirado y respetado por sus alumnos.

Pero Gustavo Castillo Rey era además un gran pintor que dominaba la acuarela de forma magistral. Y cómo no, pintaba rincones onubenses. Yo conservo una carpeta que editó el diario Huelva Información que es una verdadera joya. Cada lamina lleva, además, unas reflexiones suyas.

Pintó la casa de Alonso Sánchez, el predescubridor de América, y cita a “la demoledora pala de los derribos que la derribó”. Igual que cuando pintó la Fuente de las Naciones, de la que se preguntaba de una forma muy suya: “Yo siempre con la misma petera, ¿por qué la derribaron?”. O cuando pintó la famosa Fuente Magna de la Plaza de las Monjas, que de nuevo habla de que algunas autoridades de Huelva mandaron a la “piqueta destructora” a por ella. Y así sigue con mucha nostalgia paseándonos con sus pinturas por la Huelva que añoramos, “la vieja Onuba”, que él llamaba. Y siempre lamentándose de lo que estaban haciendo con su Huelva.

Decía al principio que su carrera de Ingeniería de algo le sirvió para ayudar en temas arqueológicos. Así, en las excavaciones de la calle Palos y de la calle Fernando El Católico, que con tanta pulcritud dirigió el arqueólogo provincial Jesús Fernández Jurado, apareció una fuente romana en buen estado y, para trasladarla a otro lugar, Gustavo dirigió la armadura que la protegiera.

Formó parte de un grupo colaborador permanente del Museo de Huelva y pintó muchas de las piezas que allí se encuentran. Unas de las últimas fueron las dos estatuillas del siglo VIII a. C. que representan a dos divinidades y que se encontraron entre las redes de su barco en la ría de Punta Umbría un marinero amigo llamado Pedro García Domínguez y que, pasado algún tiempo, entregó a la Guardia Civil y esta al museo. Y nuestro buen amigo Gustavo las pintó perfectamente para su divulgación.Gustavo Rey, como a él le gustaba firmar, fue además de un buen historiador, un buen profesor, un buen pintor y un buen amigo de sus amigos, entre los cuales yo me encontraba. Y una de sus últimas ocurrencias fue fundar una asociación para la defensa de nuestro patrimonio, para lo cual nos reunimos una tarde noche en el bar 1900, lugar de ensueño cultural donde tan buenas tertulias hicimos. Y aquel día, sin yo saberlo, me nombró secretario. Pero poco después falleció y nuestro gozo en un pozo.Recientemente la Diputación Provincial de Huelva ha editado una obra póstuma de Gustavo sobre el piloto Alonso Sánchez de Huelva, recuperando así un libro que él había escrito y que estaba perdido. Pero como dijo el periodista Eduardo Sugrañes, no estaba olvidado porque lo que se escribe en un periódico siempre se queda guardado en su hemeroteca. Y la sabiduría de Gustavo está toda guardada, igual que está guardado nuestro recuerdo hacía él. Gustavo y su legado siempre estarán con los que amamos a esta tierra. Él le dedica el libro, como no podía ser de otra forma viniendo de él, “a la ciudad que me vio nacer”.

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