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Gente de aquí y allá: Antonio Carrascal Calle, fotógrafo de interiores y pintor

  • Por Fernando Barranco Molina, académico de número de la Academia Iberoamericana de La Rábida y profesor honorario de la Universidad de Huelva

Gente de aquí y allá: Antonio Carrascal Calle, fotógrafo de interiores y pintor

Gente de aquí y allá: Antonio Carrascal Calle, fotógrafo de interiores y pintor / M. G. (Huelva)

Querido amigo, perdona que comience en tono de broma, que a ti tanto te gusta cuando estás entre amigos. Porque la verdad es que tú eres un gran médico que elegiste la especialidad de Radiología y que la ejerciste magistralmente. Pero también hay que decir que siempre has tenido un fino y simpático humor que te distingue.

Antonio y yo nos conocimos junto a su hermano Fernando, hoy notable arquitecto y ganador de muchos premios. Además, en algunas ocasiones trabajamos juntos, recuerdo especialmente el edificio en la Universidad de Huelva o el chalet que ambos hermanos se construyeron en Punta Umbría y que fue objeto de portadas en algunas revistas especializadas. Una construcción que destaca entre el pinar de el cerrito puntaumbrieño. Pinar que, por cierto, tanto Antonio como su esposa Concha, también médico, luchan por defender y que yo mismo, como técnico municipal, sufrí con ellos algunas talas indiscriminadas.

Antonio y Concha tuvieron dos hijas, a las que ninguna de ellas les dio por seguir los pasos familiares en cuanto a estudios. Su abuelo era el célebre doctor Carrascal; su tío Luis, un notable cirujano; su padre, radiólogo de renombre; su madre, médica dedicada a la atención primaria; y ellas, una ingeniería aeronáutica y la otra arquitecta.

Antonio estableció su gabinete de radiología junto a su compañero Ambrosio Hernández en la Gran Vía de Huelva. Él estudió esta especialidad gracias a la influencia de un amigo común, Lino Ventura, excelente persona y magnífico profesional.

Y así hasta el año 2015, cuando decidió terminar su ejercicio médico para dedicarse de lleno a su pasión: la pintura.

Él, que conocía Punta Umbría desde pequeño porque era su lugar de veraneo junto a toda su familia, decidió vivir permanentemente junto al mar y aquí montó su estudio de pintor, donde realiza generalmente cuadros de gran tamaño y mucho colorido a los que, con su buen humor ya citado, les llama jocosamente “manchurrones ilustrados”.

Pinta desde el año 1990, pero hasta su jubilación no ha podido dedicarse a ello exclusivamente y a tiempo completo. Yo he disfrutado viéndolo en acción en su estudio y conozco su pintura. También he visitado alguna exposición suya y debo confesar que la pintura de Antonio no la comprendo muy bien. A mí me gusta mucho la pintura y sé distinguir los estilos y las tendencias. Pero a pesar de no comprenderla, me gusta, porque está muy influenciada por la luz y los colores de nuestra Punta Umbría. Además del expresionismo abstracto norteamericano, con artistas como Franz Kline; Jackson Pollock, que a mí particularmente me gusta mucho, quizá porque desde siempre me llamó la atención que fuese considerado el pintor más caro de la historia; o Mark Rothko, otro pintor de la época que, sin comprender del todo su pintura, me gusta.

Este tipo de pintura es muy decorativa y llama la atención solo con verla. Ocurre lo mismo que en una película que acabo de ver titulada Una villa en la Toscana, protagonizada por el magnífico actor irlandés Liam Neeson, que todo el mundo recuerda por su importante papel en La lista de Schindler. Pues bien, en esta película hace de un pintor atormentado que pinta en una pared un gran cuadro abstracto que al principio resulta muy llamativo y, a medida que transcurre la película, va gustando más a todo el mundo, incluido al propio espectador de la película.

El caso es que mientras veía esta película me vino al pensamiento mi amigo Antonio, y no precisamente porque él esté atormentado, todo lo contrario, ya he dicho que él siempre está de buen humor, risueño y simpático y sus cuadros tienen un colorido que transmiten alegría. Pero es que la pintura expresionista abstracta tiene esas cosas. Antonio decoró en Madrid hace tiempo un nuevo hotel con sus obras. Y fue precisamente por eso, porque gustan y decoran, aunque él siga llamando a sus cuadros manchurrones ilustrados.

Pero el pintor necesita salir de su estudio para que le dé el aire, ver, mirar e inspirarse con su alrededor. Y por eso Antonio pasea por Punta Umbría y se reúne con sus amigos en torno a unas cervecitas para charlar, cambiar impresiones y hacer tertulia, eso sí, siempre en la orilla del mar azul puntaumbrieño.

Pero permíteme, querido Antonio, que te dé mi opinión. En Huelva hemos perdido un extraordinario radiólogo, pero hemos ganado un magnífico pintor. Eso sí, lo que nunca se pierde es tu amistad, que resalta sobre todas las cosas.

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