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Dolor y consternación en el sepelio del joven futbolista de Bollullos

  • La explanada del Sagrado Corazón de Jesús se queda pequeña para despedir a Eloy Ávila.

  • La familia recibe el respaldo del mundo del deporte y la Corporación Municipal.

Un Bollullos compungido y roto por el dolor dio ayer su último adiós al joven Eloy Ávila, fallecido trágicamente el pasado sábado tras ceder bajo sus pies una claraboya del Hospital Juan Ramón Jiménez en Huelva. La meteorología, fría y desangelada, fue el vivo retrato de una jornada luctuosa que hizo que se quebraran en lágrimas los rostros más rudos. La explanada del Sagrado Corazón de Jesús se quedó pequeña para la marea de familiares, amigos y compañeros del joven, tanto del colegio como del equipo de fútbol donde militaba como delantero.

El vehículo fúnebre llegó a las cinco y media con puntualidad británica, mientras un silencio cortante y sepulcral secuestró el ambiente. En este compungido escenario fue extraído el féretro mientras emergía un mar de coronas que ponían el único punto de color del día. En ese instante el padre se quebraba y rompía a llorar de rodillas sobre la madera donde yacía el cuerpo de su hijo, contagiando a los cientos de personas que seguían la escena. Tras unos minutos de duelo los familiares tomaban a hombros al cuerpo y lo trasladaban al interior de la parroquia Santiago Apóstol.

Arropando en todo momento a la familia se encontraba una constelación de familiares y amigos. En el plano institucional hacían acto de presencia la comitiva local, con el alcalde Rubén Rodríguez a la cabeza; acompañado del viceconsejero de Turismo y Deporte, Diego Ramos; el presidente de la Federación Andaluza de Fútbol, Eduardo Herrera; y el capitán del Recreativo de Huelva, Jesús Vázquez; entre otros representantes del deporte provincial.

En el tanatorio de Bollullos se instaló la capilla ardiente después de que a la una de la mañana la funeraria trasladara al joven desde el centro hospitalario en el que se encontró con la parca. Desde ese momento la familia recibió el respaldo de todo un pueblo, unido en el dolor y en la desazón de ver una vida truncada en la efervescencia de la juventud.

Los bollulleros aún se preguntaban qué desafortunado instinto pudo llevar al joven a acceder a una claraboya con el riesgo que entrañaba una aventura de este tipo. "Los jóvenes no conocen el temor", terciaba un hombre entrado en años para explicar como sólo la edad nos permite enjuiciar el riesgo de nuestras decisiones. En cualquier caso, todos coincidían en el infortunio de que la infraestructura no soportase el leve peso de un joven menudo que, aun estando en forma, podía pesar menos que el resto de chavales de su edad.

A pesar de su juventud Eloy Ávila derramó su talento sobre el césped de su tierra natal a lo largo de las distintas categorías inferiores del Bollullos Club de Fútbol. Su destreza con el balón en los pies no pasó desapercibida para las canteras de los equipos grandes que seguían sus pasos y que incluso le habían tentado, en vano, para que militase en otros equipos de mayor rango. No obstante, Ávila siempre prefirió seguir ligado al equipo de su tierra donde se sentía arropado por sus amigos, a la par que podía seguir creciendo como futbolista y persona. Ese compromiso con la elástica local y con sus compañeros fue lo que hizo que en el día de ayer se sucediesen innumerables muestras de afecto y condolencia del mundo del deporte. La propia Real Federación Española de Fútbol lamentaba el fallecimiento de la figura del equipo local, que no sólo integraba la plantilla del Bollullos sino que representaba a la Selección Cadete de Huelva.

Clubes hermanos como el Recreativo de Huelva, Rociana e incluso de la provincia de Sevilla ofrecían su más sentido pésame, a la par que lamentaban la trágica y prematura muerte de un joven llamado a realizar grandes cosas en el mundo del fútbol. Santiago Ramírez, secretario del Bollullos Club de Fútbol, señalaba a modo de obituario la grandeza de un joven "alegre, muy querido y responsable no sólo en la propia ciudad, sino por los rivales" a los que se midió en el terreno de juego.

Las administraciones aún no han aclarado las razones que llevaron al joven a subirse a la claraboya del Hospital Juan Ramón Jiménez, si bien algunos compañeros apuntan la posibilidad de que se encontrase practicando su afición por el parkour; una práctica deportiva que se define como "el arte del desplazamiento", donde haciendo uso de tu cuerpo y facultades físicas hay que unir dos puntos en el menor tiempo posible, superando en este reto cuantas barreras arquitectónicas se presenten a tu paso. El joven pudo estar practicando parkour cuando la infraestructura de resina acrílica cedió bajo sus pies, cayendo desafortunadamente de cabeza. No en vano la Policía científica estuvo investigando cómo pudo acceder a la zona del siniestro, ya que la misma se encuentra a más de dos metros de altura, si bien el joven se precipitó de una distancia mayor.

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